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Dirección: Robert Zemeckis. País: USA. Año: 2012. Duración: 138 min. Género: Drama. Interpretación: Denzel Washington (Whip Whitaker), Kelly Reilly (Nicole Maggen), Don Cheadle (Hugh Lang), Bruce Greenwood (Charlie Anderson), Brian Geraghty (Ken Evans), Melissa Leo (Ellen Block), John Goodman (Harling Mays), Nadine Velazquez (Katerina), Tamara Tunie (Margaret Thomason), James Badge Dale, Garcelle Beauvais (Deana). Guion: John Gatins. Producción: Laurie MacDonald, Jack Rapke, Robert Zemeckis, Steve Starkey y Walter F. Parkes. Música: Alan Silvestri. Fotografía: Don Burgess. Montaje: Jeremiah O’Driscoll. Diseño de producción: Nelson Coates. Vestuario: Louise Frogley. Distribuidora: Tripictures. Estreno en USA: 2 Noviembre 2012. Estreno en España: 25 Enero 2013.
Reseña:
Act of God
Tras sus irregulares experimentos en animación por captura de movimiento —”Polar Express”, “Beowulf” y “Cuento de Navidad”—, el veterano Robert Zemeckis retorna a la acción real y se sumerge en la compleja personalidad del alcohólico capitán Whitaker (Denzel Washington), un piloto de aviación civil que es investigado después de que su avión se estrellara, causando seis víctimas mortales. Inicialmente, se le considera un héroe, pues logró un aterrizaje casi imposible después de que el avión sufriera graves problemas mecánicos durante una impresionante tormenta. Pero, en cuanto se inicia el consiguiente litigio judicial, descubren que, durante el vuelo, Whitaker tenía cotas altísimas de alcohol y drogas en la sangre.
Candidata a los Oscar al mejor actor (Denzel Washington) y al mejor guión original (John Gatins —”Coach Carter”, “Acero puro”—), la película comienza con una desagradable secuencia exhibicionista y mantiene un tono descarnado en su retrato de la infructuosa lucha de Whitaker contra sus adicciones, en su enriquecedora relación con la drogadicta Nicole (Kelly Reilly) y en sus encuentros con el abogado Hugh Lang (Don Cheadle) y el sindicalista Charlie Anderson (Bruce Greenwood). El resultado es notable gracias al buen hacer de todos los actores —sobre todo de Denzel Washington— y a la sólida puesta en escena de Zemeckis, brillantísima en la espeluznante secuencia del accidente aéreo. Sin embargo, la película se queda corta en sus conflictos dramáticos, sobre todo en la escueta relación de Whitaker con su ex-mujer Deana (Garcelle Beauvais) y su hijo Will (Justin Martin), y en el abrupto desenlace de la intensa subtrama de la drogadicta Nicole.
Además, las diversas apariciones cómico-surrealistas del personaje de Harling Mays (John Goodman) —el camello que suministra droga a Whitaker— rompen demasiado el clima dramático del relato y devalúan otro elemento interesante de la película: su inquietante y respetuoso tratamiento de la religión. En efecto, el descreimiento de Whitaker es puesto a prueba por el convencimiento de varios personajes de que su aterrizaje fue verdaderamente milagroso, un auténtico “Act of God”, en el que Dios intervino clamorosamente, también para ofrecer a Whitaker una oportunidad de redención.
Este enfoque enriquece el desarrollo de las subtramas, por ejemplo, en la excelente secuencia en la escalera de un hospital, cuando Whitaker conoce a Nicole en presencia de un joven enfermo de cáncer. Además, sostiene el vibrante desenlace, muy capriano, que rompe definitivamente la progresión trágica de la historia con un sugerente giro final de bella fábula moral, mucho más cercano al tono de los mejores filmes de Zemeckis, como “Náufrago” o “Forrest Gump”. Sin embargo, por los defectos señalados, el veterano director de la trilogía de “Regreso al futuro” no acaba de redondear la jugada. Una pena. (Cope J. J. M.)