Dirección y guión: Alejandro Agresti.Interpretación: Carmen Maura (Abuela), Julieta Cardinali (Leticia), Jean Pierre Noher (Tío Chiche), Rodrigo Noya (Valentín niño), Alejandro Agresti (Padre), Mex Urtizberea (Rufo), Juan Cruz Burdeu, Carlos Roffé (Doctor Galaburri). Producción: Julio Fernández, Massimo Vigliar, Thierry Forte y Laurens Geels.Música: Paul M. van Bruggen.Fotografía: José Luis Cajaraville.Montaje: Alejandro Brodersohn.Diseño de producción: Floris Vos.Vestuario: Marisa Urruti. D,F. Jóvenes. 1960, La carcajada y la lágrima vuelven a la gran pantalla con acento argentino. El sueño de Valentín es una nueva entrega de realidad poética o poesía cotidiana de la que hace alarde (y merecidamente) el cine argentino. Valentín vive con su abuela gallega (Carmen Maura) en Argentina. Su corta vida se ha desenvuelto en un ambiente poco convencional. Su madre le abandonó cuando era pequeño y su padre viene a verle de vez en cuando para hablarle de la novia "del momento", novias que Valentín convierte enseguida en madres, para así, llenar el vacío de la familia y soñar con ser un niño "normal". Una experiencia dura que Valentín envuelve de imaginación desbordante para poder sobrevivirla.De esta forma, Valentín se erige como centro de esta película, en la que los demás personajes sólo tienen consistencia en la medida en la que se relacionan con el pequeño, para así, no dejar participar ninguna mirada más que no sea la infantil. Valentín se convierte, así, en el prisma por el que Agresti filtra el mundo adulto y lo analiza a través de la inocencia. Es desde este lugar, como el director se permite hacer crítica de la situación familiar actual camuflada en la observación pura de un niño. Valentín es "maltratado" por el egoísmo y prepotencia de los adultos, pero es "feliz" por pensar en los demás, por su alegría y su aceptación de la realidad. Una película que no pretende dibujar una crítica agresiva, pero si esponjar los corazones y plasmar la necesidad de cuidar la paternidad como parte fundamental de la felicidad de un niño. Aunque los personajes resulten demasiado estereotipados en algunos momentos, esta película sabe colocar a figuras casi olvidadas en el lugar que les corresponde, convirtiéndose así en un canto a la familia: la abuela entregada que ve en su nieto a su único confidente, el tío esperado y admirado con el que jugar, el amigo generoso que se convierte en el apoyo de la familia, etc. Un ambiente sencillo (y a veces con estética de cómic) que no es defraudado por su protagonista, un niño poco "agraciado" con gafas de pasta negra y ojillos de mirada astigmática. Es en esta naturalidad física donde resulta más cercano y tierno el guión. Sin embargo, este largometraje tiene truco. La esencia de la película (la historia contada por el niño protagonista) se torna en paradoja. Agresti necesita convertir a Valentín en un niño repipi y pedante que consiga crear en ocasiones un discurso más adulto y de esta manera mantener con interés el argumento. Trampa que se contradice con la base de inocencia en la que se apoya esta historia. Además, esta medida, provoca que algunas escenas hayan sufrido un ataque de melodrama innecesario y artificial. La simpleza también "estropea" la película en una escena protagonizada por un sacerdote. Éste, como si de un político se tratase, convierte la eucaristía en un mitin para ensalzar la figura de Che Guevara, mientras los feligreses se marchan enfadados. Un discurso "metido con calzador" en el argumento de la película que responde a las ideas del director y guionista, sin justificar en la historia. Muy buena, ideal para video forum sobre hijos de padres separados. (Almudi JLI-JVC).