Dirección: Woody Allen
Intérpretes: Ewan McGregor, Colin Farrell, Tom Wilkinson, Hayley Atwell, Sally Hawkins, John Benfield, Clare Higgins, Ashley Medekwe.
Guión: Woody Allen
Música: Philip Glass
Fotografía: Vilmos Zsigmond
Distribuye en Cine: On Pictures
Duración: 108 min.
Género: Drama
Lazos de sangre
Tras Match Point y Scoop, Woody Allen completa su trilogía londinense, ciudad que ha sustituido para su siguiente trabajo por Barcelona. Las tres películas no sólo tienen en común su localización geográfica sino también su temática, pues todas giran en torno al asesinato y sus consecuencias.
De las tres, ésta es la que más críticas negativas ha recibido sobre todo tras su proyección en el Festival de Venecia, a pesar (o precisamente por eso) de que es la que más en serio se toma el asunto, pues prescinde por completo de su característico humor, salvo en algún guiño sutil. Se trata de una película terrible en la que el prolífico cineasta de Manhattan hace gala de un fatalismo que parece salido de una tragedia griega, como apunta el título.
Quizás el film no es tan sorprendente ni redondo como Match Point, pero Allen desarrolla su historia con habilidad, y sobre todo, se luce nuevamente como guionista, pues las reacciones y la evolución de sus personajes están trazadas con tiralíneas. Sigue los pasos de Ian (Ewan McGregor) y su hermano menor Terry (Colin Farrell) que a pesar de su evidente falta de recursos adquieren un velero de segunda mano al que llaman Cassandras Dream (el sueño de Casandra).
Ian ayuda en el restaurante de su padre, que aspira a que un día le sustituya, pero él se ha propuesto invertir en un hotel, para tener una vida de grandes lujos, e impresionar a la joven actriz Angela, de la que se ha enamorado. Lo poco que ha ahorrado para este proyecto debe prestárselo a Terry, que ha perdido una cantidad muchísimo mayor jugando a las cartas.
Podría solucionar los problemas económicos de estos hermanos su tío Howard (Tom Wilkinson), que se ha convertido en millonario. Ayudar a la familia es para él lo primero, pero exige el mismo trato por parte de sus sobrinos, a quienes pide a cambio un gran favor. Deberán asesinar a un contable que conoce sus trapos sucios y que está a punto de testificar contra él. Ian y Terry, asustados, le dicen que no, en un principio, pero están tan agobiados por las deudas que poco a poco deciden cruzar la línea sin retorno del crimen
Es un tópico a estas alturas señalar la buena mano para los actores de Allen, que se ha rodeado de un elenco envidiable. Ha vuelto a contar con el director de fotografía de Melinda y Melinda, Vilmos Zsigmond, que se luce sobre todo con sus llamativas postales del puente de Londres y diferentes localizaciones de la rivera del Támesis. Llama la atención el hecho de que Allen haya encargado esta vez una partitura de Philip Glass, en lugar de recurrir a sus temas de jazz habituales.
El film está plagado de referencias de distinto origen, desde Bonnie and Clyde, que como es bien sabido está protagonizada por dos delincuentes que acabaron tiroteados, a los clásicos griegos, pero sobre todo parece que desde hace algún tiempo, Woody Allen no puede sacarse de la cabeza la temática de Crimen y castigo, la novela de Fiodor Dostoievski que leía uno de sus personajes de Match Point.
Ya aparecían allí los remordimientos que sufría un personaje, y sin embargo este tema se plantea aquí con mayor profundidad, preocupándose incluso uno de los personajes por la trascendencia de sus actos, sin que esto venga acompañado como siempre de un chiste típico del hombrecillo de gafas.
En el film están muy presentes la cara y la cruz de este genial autor, que da vueltas una y otra vez a los mismos temas, parece mantener una jugosa guerra interior y ha sabido madurar con el tiempo.
"He tenido la posibilidad de trabajar con tres actores que ya son grandes estrellas y de los cuales admiraba su trabajo, a pesar de no haberles conocido nunca", ha señalado Allen sobre el casting.
Es un apunte muy revelador porque Ewan McGregor, Colin Farell y Tom Wilkinson se encargan de mantener a flote una película que de lo contrario se hundiría. Y es que la cinta es discursiva en el retrato paralelo de la vida de los hermanos, con tramos aburridos y anodinos. Una vez más (y ya van varias) cabe decir que es como si Allen se pusiese el traje de Dostoievski y las ropas le viniesen grandes.
La fotografía del húngaro Vilmos Zsigmond (su segunda colaboración con Allen, después de Melinda y Melinda) realza el protagonismo de la climatología y sabe establecer diferencias entre los ambientes familiar y laboral.
En resumen, a pesar de no ser una película brillante, tiene cierto interés y un final que no dejará a nadie indiferente. Para acérrimos del septuagenario director neoyorquino.
En la película se plantea la opción entre el bien y el mal, la existencia de Dios en las decisiones morales, la responsabilidad por los propios actos, el remordimiento
Imagen a suprimir (min): 2100 a 2133; Imagen (valorar si hay que suprimir) (min): 2250 a 2315; diálogo (valorar si hay que suprimir) (min): 1440 a 1555 . El tono S de fondo intermitente lleva a desaconsejarla. (decine21 / Filasiete / Almudí ME y JAG)