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El molino y la cruz
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El molino y la cruz

The Mill and the Cross
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2012
  • Dirección: Lech Majewski
.Contenidos: Imágenes (algunas S),  Ideas (leyenda negra antiespañola F)

Dirección: Lech Majewski. Países: Polonia y Suecia. Año: 2011. Duración: 92 min. Género: Drama, histórico. Interpretación: Rutger Hauer (Pieter Bruegel), Michael York (Nicolaes Jonghelinck), Charlotte Rampling (María), Joanna Litwin (Marijken), Dorota Lis (Saskia). Guion: Michael Francis Gibson y Lech Majewski. Producción: Lech Majewski. Música: Lech Majewski y Józef Skrzek. Fotografía: Lech Majewski y Adam Sikora. Montaje: Eliot Ems y Norbert Rudzik. Diseño de producción: Marcel Slawinski y Katarzyna Sobanska. Vestuario: Dorota Roqueplo. Distribuidora: Surtsey Films. Estreno en Polonia: 18 marzo 2011. Estreno en España: 14 Diciembre 2012.

Reseña:

Lección de arte
El polaco Majewski aprovecha un cuadro de Brueghel para ofrecer una reflexión metafísica –conseguida– e histórica –menos lograda–

   Asombrosa y fascinante película del polaco Lech Majewski (1953), que además de guionista y director, ejerce de compositor y fotógrafo y da muestras de ser un artista pleno de singularidad, con todo lo que eso conlleva de genialidad creativa y anomalía comercial. La atracción confesa de Majewski por la obra del pintor flamenco Pieter Bruegel se concretó en película al leer un ensayo sobre el cuadro “El camino al Calvario”, de Michael Francis Gibson. Tal fue su admiración por lo que leyó que decidió trasladar a la pantalla las ideas recogidas en ese libro. Gibson le dio su aprobación y ambos se pusieron manos a la obra. El molino y la cruz tardó cuatro años en estar acabada.

   El film es como un fresco vivo del propio lienzo de Bruegel, que data de 1564.  De modo insólito Majewski convierte en relato fílmico las escenas estáticas del cuadro, de modo que ofrece prodigiosamente una pintura que respira a través de sus personajes, amantes, matrimonios, mercenarios, niños que juegan, mercaderes, banqueros, ajusticiados etc., mientras el propio Bruegel (Rutger Hauer) se pasea por esa tierra, que es la suya y va concibiendo su creación. Esa puesta en escena adquiere en El molino y la cruz una inusitada perfección, de belleza subyugante, que hace al espectador vivir y sentir el cuadro milagrosamente, como si fuera uno más entre los que se pasean por las verdes colinas, las casas de madera, las calles de piedra, bajo el cielo nublado y los chillidos de los cuervos que comen los ojos de los cadáveres.

   Pero el resultado hipnótico de El molino y la cruz tiene mucho que ver con dos aspectos fundamentales. Por un lado, el carácter trascendente que desprende y, por otro, el excepcional acabado visual. El centro del cuadro de Bruegel, y del film de Majewski (como explica el título elegido), es la pasión y muerte de Cristo –Jesús encarcelado, flagelado, cargando con la cruz y crucificado ante los ojos de su madre, la Virgen María–, mientras allá en lo alto, en el molino sobre la roca, su padre –Dios Padre– hace girar la rueda de los acontecimientos humanos y los dirige bajo su divina providencia. El propio Majewski explica que cualquier forma de arte sería algo vacío sin ese eje vertical que lleva desde Dios al hombre. Palabras mayores. En cuanto a la propuesta formal de Majewski, no queda sino rendirse a la evidencia de su brutal y epatante belleza (Decine21 / Almudí JD) LEER MÁS

   En ambos casos, se trate de un cuadro religioso o político, los españoles representan la brutalidad del poder y la intolerancia de un catolicismo fanático, los clásicos ingredientes de la Leyenda Negra. De hecho, la película en su conjunto, tremendamente maniquea, gira en torno a una demonización histórica de España, que parece ser la motivación principal de Brueghel y de su mecenas, Nicolaes Jonghelinck (interpretado por Michael York). Los aspectos religiosos del cuadro son metáforas de una denuncia política. La absolutización de este aspecto es el gran lastre de una película que se queda a las puertas de la obra maestra por su incapacidad de ir más allá de un ajuste de cuentas nacido del odio a lo católico y español. No se trata de justificar lo injustificable que hubo en la actuación de la Corona en aquellas circunstancias, sino de abrir un horizonte mayor, que es precisamente lo que trata de hacer el arte.

   Ciertamente Brueghel, en la fase de bocetos del cuadro, nos explica en la película una intención mucho más metafísica, cercana a la mirada de Dante: pintar un teatro del mundo, a modo de telaraña, en cuyo centro estaría la pasión de Cristo, arriba el molino que mueve el mundo y que es alegoría de Dios, y alrededor toda la actividad humana, marcada por la banalidad y el olvido de Dios, la distracción radical. Si el filme hubiera caminado por este sendero más que por el de la venganza histórica, hubiera traspasado ese umbral y estaríamos ante una obra maestra. Porque desde el punto de vista formal es una obra portentosa, que utiliza la tecnología digital para ofrecernos un cuadro flamenco viviente, en sus luces, en sus fondos, en sus texturas, vestuarios, en sus rostros…; una delicia visual que merece un sitial en el coro de las grandes conquistas visuales del séptimo arte.(Cope, Juan Orellana)

Pieter Bruegel

El belga Pieter Bruegel (1525-1569), llamado el Viejo, es considerado uno de los mejores pintores flamencos de la historia, junto con El Bosco, Rubens y Van Eyck. Viajó por Francia e Italia y a partir de 1555 se estableció en Amberes, en donde trabó relación con diversos mecenas de arte. Bruegel es conocido sobre todo por sus pinturas paisajísticas, llenas de significados religiosos y alegóricos. Además de “El camino al Calvario”, entre sus obras más celebres están “La parábola de los ciegos”, “La Torre de Babel” y “El triunfo de la muerte”.