Director: Joel Schumacher. Guión: Joel Schumacher y Andrew
Lloyd Webber. Intérpretes: Gerard Butler, Emmy Rossum, Patrick
Wilson, Minnie Driver, Miranda Richardson. 145 min.
CONTENIDOS: VSF
A la modesta novela gótica El fantasma de la ópera,
de Gaston Leroux, le ocurre lo que a la mayoría de
los relatos de misterio de aquella época: no funcionan
bien en un mundo tecnificado y lleno de luz eléctrica y
teléfonos móviles. Hoy no cabe un ser oscuro que reina
indetectado entre las bambalinas y subterráneos de la imaginaria
Opera Populaire de París. Ni conmueve el dilema
de esa inocente cantante de ópera, que se debate entre la
fascinación hacia el fantasmal profesor de canto y el amor
hacia un noble idílico.
De todas formas, esa ópera de París y esa trágica criatura
son elementos suficientes para una buena película, y
no han faltado versiones totales o parciales desde los más
lejanos tiempos del cine mudo. El genial Lon Chaney hizo
maravillas en la época en que la Hammer seducía a las
masas con sus películas de terror. El advenimiento del sonoro
supuso un terrible desafío, sobre todo por la banda
sonora que debía satisfacer las expectativas de los que
habían leído la novela. Tal vez por ello una de las versiones
más logradas fue la adaptación libre dirigida por
Brian de Palma en 1974. En 1986 el compositor inglés
Andrew Lloyd Webber (Jesucristo Superstar, Evita, Cats)
convirtió la novela de Leroux en un musical de éxito.
Esta nueva versión fílmica de El fantasma de la ópera
no es una adaptación de la novela de Leroux, sino un simple
volcado al celuloide del musical de Lloyd Webber,
con sus ventajas e inconvenientes. La película está escrita
y producida por el propio Lloyd Webber, quien eligió al
director y supervisó personalmente a la orquesta y a los
actores en su faceta de cantantes.
Se podría convertir la novela en un guión más dramático,
y sobre todo mucho más cinematográfico, conocidas
las posibilidades de París y su ópera en el XIX. Asimismo,
se podrían componer otras melodías, e incluso una
auténtica ópera. Pero todo eso nos llevaría a una crítica de
lo que no es esta película. Joel Schumacher (El cliente,
Última llamada, Veronica Guerin) ha filmado un musical
determinado, y el resultado es una obra notable, aunque
no sobresaliente. Pretenciosa, tremenda, relamida y teatral,
en ella reina lo barroco y el fasto –donde Schumacher
se siente a sus anchas–, y está saturada de una música
que impone, a lo largo de 145 minutos, todas las condiciones
al director. Detalles S sin especial relevancia.
La música es grandilocuente pero poco variada en formas. Los
dos temas principales son muy bonitos y hasta pegadiizos. Gustará
a quien no pueda resistirse a los musicales. Por lo que se ve en
las votaciones populares, gusta, y mucho, a los adolescentes.
(Aceprensa / Almudí CGB-MEG)