Publicamos tuits, le damos al «Me gusta» y compartimos contenidos, pero ¿cuáles son las consecuencias de nuestra cada vez mayor dependencia de las redes sociales? A medida que las plataformas digitales se convierten en un cordón umbilical con el que estamos siempre conectados, unos expertos de Silicon Valley revelan lo que se oculta al otro lado de la pantalla para mostrar cómo están reprogramando la civilización las redes sociales.
Cuando leí el guión de Enola Holmes, tres palabras me vinieron a la cabeza, y terminaron en un post-it en la pared de nuestra oficina de producción: Excentricidad, Energía y Emoción. Todo fue muy particular, muy inglés y muy vivo. Había algo emocionante en que la trama te tomara por la nuca y fueras arrastrado a finales del siglo XIX por esta joven con una convicción que saltó de la primera página.
Una interesantísima mirada a cómo internet y más concretamente las redes sociales y los algoritmos que hay detrás de ellas han cambiado el mundo, alterando los hábitos de sus usuarios. La utopía deviene en distopía, como también advierte la popular serie Black Mirror.
El documental dirigido por Jeff Orlowski, ágil y de ritmo vivo, recoge muchas declaraciones de antiguos responsables de empresas como Google, Facebook, Twitter, Pinterest o Instagram. Lleva la voz cantante, por así decir, Tristan Harris, confundador del Centro para una Sociedad Humana, que fue experto en ética para Google, pero hablan muchos expertos que han reflexionado sobre lo que está ocurriendo, entre ellos el inventor del botón Like, Me Gusta, de Facebook, quien afirma que lo creó para dar positividad, y nunca imaginó que podía deprimir a adolescentes que no consiguiera un número satisfactorio de Likes.
La película aporta elementos para el debate, y pone el acento en dos cuestiones importantes: las adicciones, especialmente preocupantes en los adolescentes, que limitan su vida social en el mundo real, les vuelve pasivos y generan frustraciones, incluso empujando al suicidio; y la retroalimentación de las ideas de las personas, que solo leen lo que un algoritmo les sugiere, que coincide con su pensamiento previo, y que a veces son bulos generados al efecto, evitando el intercambio enriquecedor con el que tiene ideas diversas, lo que conduce a la polarización y a la crispación. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ