Contenidos: Imágenes (varias X), Diálogos (varios D), Ideas (amoralidad, erotismo, adulterio F)
Dirección: Diego Kaplan. País: Argentina. Año: 2012. Duración: 103 min. Género: Comedia. Interpretación: Adrián Suar (Diego), Julieta Díaz (Emilia), Juan Minujín (Richard), Carla Peterson (Betina), Alfredo Casero (Pablo). Guion: Juan Vera y Daniel Cúparo. Producción: Juan Pablo Galli, Juan Vera y Alejandro Cacetta. Música: Iván Wyszogrod. Fotografía: Félix Monti. Montaje: Pablo Barbieri. Dirección artística: Mercedes Alfonsín. Vestuario: Patricia Conta. Distribuidora: Alta Classics. Estreno en Argentina: 16 Agosto 2012. Estreno en España: 1 Mayo 2013.
Reseña:
De Argentina nos llega una singular película que refleja duramente las consecuencias de una sociedad hipersexualizada, construida con los utópicos ideales de la liberación sexual sesentera. El director Diego Kaplan (Igualita a mí), curtido en las series de televisión, con un guión de Juan Vera y Daniel Cúparo, nos cuenta la historia de un matrimonio burgués bonaerense, Diego (Adrián Suar) y Emilia (Julieta Díaz). Ambos tienen un hijo preadolescente (Tomás Wicz), y están pasando por una fase de rutina y pérdida de pasión. Un día, un matrimonio de amigos, Richard (Juan Minujín) y Betina (Carla Peterson), les hacen una revelación que, según ellos, les ha mejorado la vida de pareja, y les invitan a probarlo: el intercambio de parejas. Tras un primer shock, Emilia se entusiasma con la idea y trata de convencer a su marido, que se niega en redondo. Pero el que juega con fuego… se acaba quemando.
Esta película bucea en esa mentalidad que ve en el sexo sólo un juego inocente sin mayores consecuencias, y sin implicaciones morales especiales. Describe perfectamente la arquitectura ideológica del “abatamos los prejuicios medievales, arrasemos los tabúes atávicos”, esos ingenuos ideales hippies que veían en la pareja monogámica un resabio del poder patriarcal y machista de la burguesía. El guión deja que los personajes se entreguen conscientemente a esa ilusión, que vayan hasta el fondo de ese espejismo de falso paraíso en la tierra, y descubran por sí mismos su mentira. Que descubran que no somos ángeles, que existe la conciencia inalienable, que las heridas duelen, y en definitiva… que la realidad es testaruda, y aunque se intente esquivar con coartadas intelectuales, pasa por encima como la 1ª división Panzer sobre Polonia. Por eso, tras probar las hieles del “No pasa nada, estamos por encima, todo vale, somos como dioses”, los personajes se enfrentaran a su conciencia, al dolor de las consecuencias, al sentimiento de traición y de haber roto las cosas más importantes de la vida. No se trata de una reflexión moralizante y mucho menos cristiana —la religión no aparece ni de lejos en la película—, sino del reconocimiento honesto de cómo funciona la realidad, cómo es el ser humano. Una película sin asomo de ideología, y que la ataca frontalmente con la mejor arma: la realidad. Incluso, de refilón, le lanza dardos a la ideología de género.
Desde el punto de vista de la puesta en escena, se agradece que a pesar de tratar un argumento cien por cien sexual, no se regodee en las escenas de sexo, sea lo más púdica posible y nunca muestre explícita genitalidad. Aún así, obviamente, se trata de una cinta exclusivamente para adultos. Los actores están magníficamente dirigidos.(Cope J. O.)