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Centro histórico

Centro histórico

Histórias do Cinema
  • Público apropiado: Jóvenes-adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2013
  • Dirección: Pedro Costa, Manoel de Oliveira, Víctor Erice y Aki Kaurismáki
Contenidos: Imágenes (algunas S)

Dirección y guion: Pedro Costa, Manoel de Oliveira, Víctor Erice y Aki Kaurismáki. País: Portugal. Año: 2012. Duración: 90 min. Género: Drama. Interpretación: Judite Araujo, Maria Fatima Braga Lima, Marco Carreira, Arlindo Fernandes . Producción: Rodrigo Areias y Aki Kausmäki. Música: Pedro Santos. Fotografía: Pedro Costa, Timo Salminen, Leonardo Simões y Valentín Álvarez. Montaje: Aki Kaurismäki y Valérie Loiseleux. Distribuidora: Splendor Films. Estreno en España: 20 Diciembre 2013.

Reseña:

   Esta película de episodios surgió en 2012, cuando la ciudad fundadora de Portugal, Guimarães, fue Capital Europea de la Cultura. Y en ella, cuatro destacados realizadores la retratan desde perspectivas muy diversas. En “El tabernero”, el finlandés Aki Kaurismäki (“Nubes pasajeras”, “Un hombre sin pasado”, “El Havre”) —que vive habitualmente en Portugal—, describe el drama de un camarero solitario (Ilkka Koivula) en el centro histórico de Guimarães. Por su parte, el lisboeta Pedro Costa (“Juventude Em Marcha”) ancla su cámara en “Dulce exorcista” frente al anciano Ventura, que se pierde en el bosque mientras los jóvenes capitanes hacen la revolución en las calles. “Vidrios partidos” se titula el fragmento escrito y dirigido por el vizcaíno Víctor Erice (“El espíritu de la colmena”, “El sur”), que rememora la rica historia de la Fábrica de Hilados y Tejidos de Río Vizela, fundada en 1845, cerrada en 2002 y ahora en ruinas. Finalmente, el maestro portugués Manoel de Oliveira (“La carta”, “Palabra y utopía”, “Vuelvo a casa”) —nacido en Oporto hace 105 años— prueba la comedia turística en “El conquistador, conquistado”, en torno a una famosa estatua de bronce de Guimarães.

    Aunque todos los fragmentos de esta película están muy bien rodados e interpretados, en realidad sólo tiene entidad propia el de Víctor Erice, que confirma su maestría entrelazando entrevistas e imágenes de un modo muy sugerente con el fin de indagar en la fugacidad del tiempo y en los grandes temas que mueven a los seres humanos, incluida la religión, de la que ofrece una visión positiva. Por lo demás, el mudo episodio de Kaurismäki resulta divertido y entrañable; el de Manoel de Oliveira es demasiado anecdótico; y el de Pedro Costa se pierde en un críptico surrealismo entre poético y discursivo. (Cope J. J. M.)