Dirección y guion: Fernando Guzzoni. Países: Chile, Francia y Alemania. Año: 2012. Duración: 81 min. Género: Drama. Interpretación: Alejandro Goic, Amparo Noguera, María Gracia Omegna, Alfredo Castro, Sergio Hernández, Daniel Alcaíno, Roberto Farías, Cristián Carvajal. Producción: Adrián Solar. Fotografía: Bárbara Álvarez. Montaje: Javier Estévez. Diseño de producción: Bernardita Baeza. Distribuidora: Wanda Visión. Estreno en España: 12 Julio 2013.
Reseña:
Solitario, desequilibrado, obsesivo e impredecible, Alejandro (Alejandro Goic) es un taxista chileno de 55 años, que malvive atormentado por su oscuro pasado. Hasta el punto de que parece un demente. Seguramente, le pesa la separación de su esposa y su hija, y el suicidio de un colega de trabajo. Pero el caso es que no encuentra consuelo en una iglesia católica a la que acude, se irrita porque tardan en arreglar su coche en el taller, se pelea con su jefe sindical, piensa que todos van contra él… Y, sobre todo, siente extrañas fijaciones y ansiedades, que le llevan a distorsionar totalmente su percepción de la realidad. Hasta que su camino se cruza con el de un perro…
En esta morosa y repetitiva película —injusto Premio Nuevos Directores en el Festival de San Sebastián 2012—, el chileno Fernando Guzzoni (“La Colorina”) retrata con desolador detallismo la desintegración moral de un torturador de la dictadura de Pinochet que intenta sin éxito encontrar un nuevo sentido a su penosa existencia. Su contundente hiperrealismo saca ciertos brillos trágicos a la lacónica interpretación de Alejandro Goic, casi siempre mostrado en enfáticos primeros planos. Pero la evolución de su patético personaje se ve artificiosamente determinada por un pesimismo radical, en el que el arrepentimiento, la reconciliación, el perdón, la redención no tienen cabida, o sólo la tienen por la estrecha rendija del irónico y ambiguo desenlace. Es como si el Chile actual fuera incapaz de cerrar las cicatrices causadas por el antiguo Chile. Parece una conclusión excesiva.(Cope J. J. M.)