Drama. Violencia. Algunos diálogos soeces. Jóvenes y mayores. La película relata el drama de un chaval de 13 años, católico y de sangre irlandesa, que vive con su hermano pequeño y sus padres en el Illinois de 1931. El muchacho admira a su padre, Michael Sullivan, hasta que descubre que es un despiadado matón de John Rooney, un mafioso irlandés que adoptó a Michael de niño cuando quedó huérfano. Accidentalmente, Michael Jr. es testigo de un asesinato cometido por Connor Rooney, el cruel hijo de John. Esto provoca una trágica espiral de sangre entre los Rooney y los Sullivan, en la que incluso interviene Frank Nitty, el temido lugarteniente de Al Capone. Desde el primer momento, guión y realización llenan de resonancias bíblicas y shakespeareanas esta tragedia sobre la paternidad, la violencia, la venganza, la culpa y la redención. Esta acertada opción dota de una poderosa presencia a todas las interpretaciones, inmejorables en el caso de Paul Newman y Tom Hanks, este último en las antípodas de sus papeles habituales. La realización es muy cuidada en todos sus aspectos. Se evita presentar toda la crudeza de la violencia mafiosa. El director afronta varios de sus conflictos morales con la parcialidad y la ambigüedad que ya mostró en American Beauty. Es el caso del catolicismo de los personajes: superficial, doble y desesperanzado. Gran película que gustará mucho a los amantes del género y que presenta como valores principales: el rechazo a la mafia y a la violencia y el afán de un padre, sumergido en ella, para que su hijo no entre en ese trágico mundo.