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Blancanieves
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Blancanieves

Blancanieves, de Pablo Berger
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2013
  • Dirección: Pablo Berger
Contenidos: Imágenes (varias S), Ideas (erotismo F)

Dirección: Pablo Berger. Países: España y Francia. Año: 2012. Duración: 90 min. Género: Drama. Interpretación: Maribel Verdú (Encarna, la madrastra), Daniel Giménez Cacho (Antonio, el padre), Pere Ponce (Genaro, el chófer), Ángela Molina (doña Concha), José Maria Pou (don Carlos), Inma Cuesta (Carmen de Triana), Macarena García (Carmen / Blancanieves), Sofía Oria (Carmencita), Ramón Barea (don Martín). Guion: Pablo Berger; inspirado en el cuento de los hermanos Grimm. Producción: Pablo Berger, Ibon Cormenzana y Jérôme Vidal. Música: Alfonso de Vilallonga. Fotografía en B/N: Kiko de la Rica. Montaje: Fernando Franco. Diseño de producción: Alain Bainée. Vestuario: Paco Delgado. Distribuidora: Wanda Visión. Estreno en España: 28 Septiembre 2012.

Reseña:

El cuento se hace realidad

   “Blancanieves”, de Pablo Berger, es una adaptación muy libre del popular cuento de los hermanos Grimm, ambientada en los años 20 en el sur de España. Blancanieves es Carmen (Macarena García), una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra, Encarna (Maribel Verdú). Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de enanos toreros. Con un final inesperado y sorprendente, “Blancanieves” nos descubrirá que la vida no es como en los cuentos, sino como en un melodrama gótico.

   Película muda, y en blanco y negro. Basada en Blancanieves, el clásico de los hermanos Grimm. Pese a que todo suene, no hablamos de The Artist, la gran triunfadora de los Oscar 2012, ni tampoco de las dos versiones hollywoodienses del cuento que han protagonizado Julia Roberts y Charlize Theron, sino de Blancanieves, de Pablo Berger, una joyita con Maribel Verdú. Sin duda la mejor Blancanieves del trío, que se atreve a llevar un poco más lejos la propuesta de Michel Hazanavicius.

   Porque la cosa funciona, lejos de ser una ocurrencia exótica, todo está perfectamente insertado en Blancanieves, de Pablo Berger, y resulta muy visual, piénsese en el blanco vestido de primera comunión convertido en ropa de duelo. Hay emociones genuinas, risas, tono sombrío... La madrastra, los enanos, la manzana, etcétera, se introducen sin fantasía para sorpresa de propios y extraños, y nada chirría, dando pie a una historia nueva y perenne, en que bastan las imágenes fotografiadas por Kiko de la Rica y la estupenda banda sonora de Alfonso Vilallonga para contar la historia. Pablo Berger (Torremolinos 73) demuestra ser un director a tener muy en cuenta, que tiene muy en cuenta a los clásicos del cine mudo, Griffith o Murnau (Decine21 / Almudí JD). LEER MÁS

   El primer atractivo de la cinta es formal, pues su impecable ambientación, la sensacional fotografía de Kiko de la Rica, la memorable y variadísima banda sonora de Alfonso de Vilallonga, el impresionante montaje de Fernando Franco y, sobre todo, una puesta en escena de gran potencia narrativa y emocional llevan en volandas a este realista cuento de cuentos —como lo ha definido el propio Berger— por todos los grandes géneros del cine, de la comedia disparatada a la tragedia griega, pasando por la aventura, y recalando especialmente en el melodrama costumbrista. Y siempre, desafiando la capacidad de sorpresa del espectador y haciendo vibrar sus fibras más sensibles.

   A este apabullante despliegue estético —nunca visto en el reciente cine español—, responde el sobresaliente reparto con unas interpretaciones magníficas, que suplen la ausencia de diálogos con una enorme riqueza gestual, de gran eficacia dramática. Todos están muy bien, pero cabe destacar la oxigenante frescura de Macarena García —que explota en sus vibrantes escenas taurinas, maravillosamente rodadas—, el patético desamparo del mexicano Daniel Giménez Cacho y la desbordante crueldad de Maribel Verdú, que compone una madrastra de antología, también por el modo en que luce el precioso vestuario que le ha diseñado Paco Delgado.

   Quizás los cómicos devaneos sado-maso de la madrastra y su chófer (Pere Ponce) resulten demasiado grotescos. Quizás el guión sufra un cierto desmayo narrativo a mitad de metraje. Quizás habría ganado con un desenlace más luminoso. En todo caso, son defectos menores de una grandísima película, de una verdadera lección de buen cine —ese homenaje a “La parada de los monstruos” (“Freaks”), de Tod Browning…—, emocionante hasta la lágrima, divertida hasta la carcajada, nada ideológica y siempre respetuosa con la cultura y las tradiciones españolas y, en concreto, con la sincera religiosidad católica de muchos de los personajes. Una joya, en fin, que marca un camino a seguir (Cartelera de Cope J. J. M).