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Big bad wolves

Big bad wolves

Big bad wolves
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2014
  • Dirección: Aharon Keshales y Navot Papushado

Contenidos: Imágenes (varias X, varias V+: torturas muy desagradables), Ideas (sadismo F)

Dirección y guion: Aharon Keshales y Navot Papushado. País: IsraelAño: 2013. Duración: 110 min.  Género: Thrillercomedia negraInterpretación: Lior Ashkenazi (Micki), Rotem Keinan (Dror), Tzahi Grad (Gidi), Doval’e Glickman (Yoram). Producción: Leon Edery, Moshe Edery, Tami Leon, Chilik Michaeli y Avraham Pirchi. Música: Haim Frank Ilfman. Fotografía:Giora Bejach. Montaje: Asaf Korman. Dirección artística: Arad Sawat. Vestuario: Michal Dor. Distribuidora: FilmaxEstreno en Israel: 15 Agosto 2013. Estreno en España: 21 Mayo 2014.

Reseña:

   Una pequeña localidad de Israel se horroriza cuando aparecen los cadáveres decapitados de varias niñas que han sido secuestradas, violadas y brutalmente asesinadas. Estos espeluznantes hechos entrecruzan las vidas de tres hombres: Gidi (Tzahi Grad), el padre de la última víctima, sediento de venganza; el temperamental policía Micky (Lior Ashkenazi), que siempre opera más allá de los límites de la ley, y Dror (Rotem Keinan), un profesor de religión, principal sospechoso de los crímenes.

   Con ecos del cuento clásico “Caperucita Roja”, y un planteamiento similar al de “Prisioneros”, de Denise Villaneuve, este sangriento thriller de venganza con toques de comedia negra fue calificado por Quentin Tarantino como la mejor película de 2013 y ganó los premios a mejor dirección y banda sonora (Haim Frank Ilfman) en el Festival de Sitges 2013. Inicialmente, su cóctel de sórdida intriga criminal, tragedia paternal y humor grotesco depara varias secuencias sugerentes, bien interpretadas y filmadas con un vigoroso estilo visual, que sus directores y guionistas, los israelíes Aharon Keshales y Navot Papushado, ya habían mostrado en “Kalevet” (“Rabies”), su primer largometraje, también de terror.

   Sin embargo, conforme avanza el metraje y los personajes se encierran en un sótano, la sombra de “Reservoir Dogs” crece demasiado, se espesa con dispersos homenajes a los hermanos Coen —sobre todo a través de un solitario jinete árabe— y se extrema en unas reiterativas secuencias de torturas muy desagradables, donde ya el humor más que negro resulta patológico. El plano final confirma la potencia narrativa y formal de Keshales y Papushado, pero no salva este cuento demasiado macabro y gamberro.(Cope J. J. M.)