Las palabras del Papa tienen la frescura de un párroco del mundo que habla a feligreses poco enrevesados
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Las palabras de Papa nos ayudan a entender la necesidad de la vida sacramental para que la Iglesia sea una realidad viva: la celebración de la Misa, la Comunión eucarística, la práctica de la Confesión para recibir dignamente la Comunión
Las palabras del Papa Francisco tienen la frescura de un párroco del mundo que habla a feligreses poco enrevesados:
«Y por esto es importante tomar la comunión; es importante que los niños sean bautizados pronto; es importante que sean confirmados. ¿Por qué? Porque ésta es la presencia de Jesucristo en nosotros, que nos ayuda. Es importante, cuando nos sentimos pecadores, ir al Sacramento de la reconciliación. “No, Padre, ¡tengo miedo, porque el sacerdote me bastoneará!”. No, no te bastoneará, el sacerdote. ¿Tú sabes que encontrarás en el Sacramento de la reconciliación? A Jesús, Jesús que te perdona. Es Jesús que te está esperando allí, y esto es un Sacramento. Y esto hace que crezca toda la Iglesia».
¿Podría darse esa realidad que es la Iglesia, sin Sacramentos? La respuesta la ha dado la misma Iglesia. Sobre la base de la fe y del Bautismo pueden darse (e históricamente se dan) auténticas comunidades cristianas. Pero, propiamente no son Iglesias si les faltan los demás Sacramentos, como es el caso de las comunidades cristianas surgidas partir de la Reforma protestante.
En cambio, las comunidades cristianas que continúan una tradición apostólica anterior a su ruptura con Roma, conservando todos los Sacramentos (y, en especial la Eucaristía) son verdaderas Iglesias, como es el caso de los ortodoxos y de las Iglesias orientales separadas. Les falta, sin embargo, la plena comunión con el Sucesor de Pedro, con el Papa; son verdaderas Iglesias pero con un déficit importante de catolicidad.
La plenitud y la integridad de la Iglesia Una querida por Jesucristo se dan en la Iglesia Católica. El Papa Francisco en su catequesis del pasado 6 de noviembre, enseñaba:
«Los Sacramentos expresan y realizan una eficaz y profunda comunión entre nosotros, porque en ellos encontramos a Cristo Salvador, y por él, a nuestros hermanos en la fe. Los Sacramentos no son apariencias, no son ritos; los Sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo, en los Sacramentos. Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía está Jesús vivo, Él, vivo, que nos reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre. Cada uno de nosotros, de hecho, mediante el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se incorpora a Cristo y se une a toda la comunidad de los creyentes. Por lo tanto, si bien, por un lado, es la Iglesia que “hace” los sacramentos, por otro, son los sacramentos que “hacen” la Iglesia, la edifican, generando nuevos hijos, agregándolos al pueblo santo de Dios, consolidando su membresía».
Así podemos entender la necesidad de la vida sacramental para que la Iglesia sea una realidad viva: la celebración de la Misa, la Comunión eucarística, la práctica de la Confesión para recibir dignamente la Comunión.