Permitidme que os recuerde –cada uno de vosotros sois conscientes de ello– que la vida es una gran aventura en la que no importa quién acumula más riqueza ni quién llega más lejos, sino quién ama más
No tengo palabras para agradecer a los jóvenes participantes de la JMJ la extraordinaria lección que nos han dado estos días. No solo por vuestra alegría y fortaleza, por vuestro entusiasmo y generosidad, por vuestra capacidad de hacer del limón limonada; sino porque con vuestro saber estar nos habéis demostrado que la vida de fe, esperanza y buen hacer vale la pena. ¡Habéis estado a la altura de lo que se esperaba de vosotros! ¡Os habéis currado nuestro respeto!
«Vuestra fuerza —como os dijo anoche Benedicto XVI con su sonrisa tierna y socarrona—, es mayor que la lluvia». Y añadió: «Conservad la llama (del Amor) que Dios ha encendido en vuestros corazones: procurad que no se apague, aunque vengan más lluvias… Dios saca bien de todo!».
Queridos jóvenes, permitidme que os recuerde, cada uno de vosotros sois conscientes de ello, que la vida es una gran aventura en la que no importa quién acumula más riqueza ni quién llega más lejos, sino quién ama más. La gente espera de vosotros que seáis hombres y mujeres fuertes, virtuosos, para luchar por cosas grandes, para mantenerse y resistir a todo tipo de presiones, con generosidad, justicia y prudencia. Sin miedo, sin temor, con coraje, y con mucha, muchísima alegría.
Sintiéndoos protagonistas de vuestra vida, y en parte, de la nuestra, y después de vivir a tope, como solo vosotros sabéis hacer, estas jornadas; volveréis a vuestros lugares de origen, rebosantes de fe, esperanza y amor con la que descubriréis la bondad del corazón humano.
Una nueva etapa empieza para cada uno de vosotros. «¡No os guardéis a Cristo para vosotros mismos!» os exhorta el Santo Padre, «No se puede seguir a Jesús en solitario».
¡Gracias por vuestro ejemplo! ¡Gracias a todos porque llenáis nuestro corazón de esperanza! No olvidéis nunca que vosotros sois el futuro de la Iglesia, de la familia, de la sociedad. El mañana está en vuestras manos. «Las cuentas sobre el hombre, como muy bien ha señalado el cardenal S. Rylko, sin Dios no cuadran». Os corresponde a vosotros dar testimonio de ello con vuestra vida cristiana, respondiendo con generosidad a lo que Dios quiere para cada uno de vosotros. ¿¡No defraudéis al Señor!
Vuestra aventura, como esa perla preciosa de la que nos habla el Evangelio (Mt 13, 43-46), y por la que vale la pena dejarlo todo, es extraordinaria, es fantástica, es un privilegio. Lo expresa muy bien esta canción de Fondo Flamenco:
…Y es fantástico
Dar gracias cada día
Fantástico es dar sin recibir esperar
Vivir enamorado
Dejar el luego para luego
Y es fantásticoooo
Que nunca volveremos a vivir este momento
Y es fan-tas-ti-co
Vivir sin miedo
Sin peros
Sin escusas para quedarse en el suelo
Cuando too está oscuro
Se busca, se encuentra, un motivo
Se empieza de nuevo
Olvida tus pesadillas
Porque es fantástica esta vida
¡Ánimo y adelante!
Remedios Falaguera
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