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Unos cuantos principios que deberían regular la ética en el mundo económico, comercial y empresarial
Tiempo atrás un catedrático de la Universidad de Barcelona afirmó que a la crisis económica se había sumado una crisis de valores, importantes cambios geopolíticos en el mundo y, además, se había añadido un stock de políticos de bastante bajo nivel.
Hace pocos días, un manifiesto de la Escuela de Negocios del IESE recordó también unos cuantos principios que deberían regular la ética en el mundo económico, comercial y empresarial, lo que tiene muchas repercusiones políticas.
Pensamos que un país, una nación o un estado es como una gran empresa.
Los principios mencionados se pueden resumir —como hace el IESE— en los siguientes:
— Cualquier empresa debe ser entendida como una comunidad formada por personas y no hay que verla como una máquina de ganar dinero.
— Los empleados de una empresa no son meros instrumentos de productividad. Son personas a las que se las ha de reconocer unos derechos fundamentales, que no pueden ser nunca olvidados.
— Debemos alejarnos del concepto mecánico e instrumental del ser humano. Por eso el mejor activo de una empresa son los trabajadores y por este motivo hay que invertir en ellos.
— Toda empresa debe estar al servicio de las personas: directivos, operarios, clientes, etc., con los que hay una interacción.
— La empresa debe humanizar. Las personas que trabajan deberían ser los primeros en ser valorados y no se las debe relegar a un segundo o tercer plano.
— Tenemos que propiciar un sistema compartido de valores que fomente la amistad, la lealtad, la identificación y el entusiasmo dentro de la empresa. Entre los valores que se deben tener en cuenta está el de la confianza mutua entre todos los que forman la familia empresarial. Este sencillo hecho es esencial para crear una comunidad en torno a un sistema de valores éticos.
— Se ha de fomentar el aprendizaje dentro de la empresa. Siempre cabe una mejora.
— Hay que asumir que la racionalidad es limitada y no debemos creer que los directivos son omniscientes. Hay que superar la adicción a las estadísticas absurdas, que algunos se sacan gratuitamente de la manga.
— Es imprescindible la sensatez a la hora de gestionar y tomar medidas. Esto es racionalizar.
— Tenemos que llenar la empresa de personas pro-activas y que vayan más allá de su propio interés. Por eso hay que huir de los imitadores, de la pasividad, del narcisismo y del individualismo.
— La empresa debe estar pendiente de los motivos extrínsecos (dinero, éxito comercial) y de los motivos intrínsecos (satisfacción con el propio trabajo) y, por ello, debe atender tanto las necesidades de los clientes como las de los empleados.
Josep Vall i Mundó
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