El Papa respondió a las preguntas de los periodistas que lo acompañaron en su viaje a Tailandia y Japón
Fue una comparecencia larga en la que Francisco habló de distintos temas. Fue de nuevo contundente con la cuestión de las armas y la energía nuclear al rememorar su visita a Hiroshima y Nagasaki.
Matteo Bruni: Buenos días a todos, buenos días Santo Padre. Ha sido un viaje intenso, exigente −para los periodistas seguro y también para Usted−; un viaje bonito, con tantos actos altísimos y tantas cosas que decir, muchos discursos. Y ahora este momento de encuentro con la prensa. Si quiere Usted decir unas palabras para empezar…
Agradezco vuestro trabajo, porque es cierto que ha sido un viaje intenso y también con un cambio de categorías, porque una cosa era Tailandia y otra Japón. No se pueden valorar las cosas con la misma categoría; las realidades deben valorarse según las categorías que provienen de la misma realidad. Y estas eran dos realidades totalmente diversas. Por eso hace falta doble trabajo: gracias a vosotros, y también a las jornadas tan intensas, creo que el trabajo ha sido fuerte. Lo agradezco. Yo me he sentido cercano a vosotros en ese trabajo. Gracias.
Padre Makoto Yamamoto, “Catholic Shimbum”: Buenas tardes, Santo Padre. Le agradecemos de corazón que haya venido a Japón desde tan lejos. Soy sacerdote diocesano de Fukuoka, cerca de Nagasaki. Querría preguntarle: Usted visitó Nagasaki e Hiroshima. Santo Padre, ¿cómo se sintió? Y otra cosa: ¿la sociedad y la Iglesia occidental tienen algo que aprender de la sociedad y de la Iglesia oriental?
Empiezo por la última. Hay una cosa que me ha iluminado mucho, un dicho: “Lux ex Oriente, ex Occidente luxus”: La luz viene del oriente, el lujo, el consumismo viene del Occidente. Es precisamente esa sabiduría oriental, que no es solo sabiduría de conocimiento, es sabiduría de tiempos, sabiduría de contemplación. A la sociedad occidental −siempre demasiado apresurada− ayuda mucho aprender un poco de contemplación, detenerse, mirar también poéticamente las cosas. ¿Sabes? Pensando esto −y es una opinión personal−, creo que al Occidente le falta un poco de poesía. Hay cosas poéticas bellísimas, pero el Oriente va más allá. El Oriente es capaz de mirar las cosas con ojos que van más allá; no quiero usar la palabra “trascendente”, porque algunas religiones orientales no mencionan la trascendencia, pero ciertamente sí una visión más allá del límite de la inmanencia, sin decir trascendencia, más allá. Por eso hablo de “poesía”, de lo que es gratuidad, buscar la propia perfección en el ayuno, en las penitencias y también en la lectura de la sabiduría de los sabios orientales. Creo que a los occidentales pararnos un poco y dar tiempo a la sabiduría nos vendría bien. La cultura de la prisa necesita la cultura del “párate un poco”. Detente. No sé si sirve esto para aclarar la diferencia y los que nosotros necesitamos.
La primera pregunta: Nagasaki e Hiroshima. Ambas sufrieron la bomba atómica, y eso las hace semejantes. Pero hay una diferencia. Nagasaki no solo tuvo la bomba, sino también cristianos. Nagasaki tiene raíces cristianas, un cristianismo antiguo. La persecución de los cristianos existía en todo Japón, pero en Nagasaki fue muy fuerte. El secretario de la Nunciatura me ha regalado un facsímil en madera donde está el wanted de aquel tiempo: “¡Se buscan cristianos! Si encuentras uno, denúncialo y cobrarás tanto, si encuentras un sacerdote, denúncialo y cobrarás tanto”. Una cosa así irá al museo. Sorprende esto: han sido siglos de persecuciones. Eso es un fenómeno cristiano que “relativiza”, en el sentido bueno de la palabra, la bomba atómica, porque son dos cosas. Si uno va a Nagasaki pensando solo: “Sí, está bien, era cristiana… Pero hubo la bomba atómica”, y se queda ahí, descuida una parte de su historia. En cambio, ir a Hiroshima es solo por la bomba atómica, porque no es una ciudad cristiana como Nagasaki. Por eso quise ir a ambas. Es verdad, en ambas hubo el desastre atómico.
Hiroshima fue una auténtica catequesis humana sobre la crueldad. La crueldad. No pude ver el museo de Hiroshima, porque tenía el tiempo justo −ese día fue tremendo−, pero dicen que es terrible, terrible: cartas de Jefes de Estado, de generales que explicaban cómo se podía hacer un desastre más grande. Para mí fue una experiencia mucho más impactante que la de Nagasaki. En Nagasaki fue el martirio: luego vi un poco el museo del martirio −de paso−; pero la de Hiroshima, muy impactante. Y allí repetí que el uso de las armas nucleares es inmoral −eso debe ir en el Catecismo de la Iglesia Católica−, y no solo el uso, también la posesión, porque un accidente, o la locura de algún gobernante, la locura de uno puede destruir la humanidad. Pensemos en aquel dicho de Einstein: “La cuarta guerra mundial se hará con palos y con piedras”.
Shinichi Kawarada, “The Asahi Shimbum”: Buenos días, Santo Padre. Me gustaría hacerle una pregunta sobre el tema nuclear. Como justamente indicó, una paz duradera no es realizable sin desarme. Japón es un país que goza de la protección nuclear de los USA, y es también productor de energía nuclear, lo que comporta un gran riesgo para el ambiente y para la humanidad, como demostró trágicamente el accidente de Fukushima. ¿Cómo puede Japón contribuir a la realización de la paz mundial? ¿Deberían apagarse las centrales nucleares? Gracias.
Vuelvo a la posesión de industrias nucleares. Siempre puede haber un accidente. Vosotros lo habéis experimentado, incluso el triple desastre, que destruyó tanto. Lo nuclear está al límite. Excluyamos las armas, porque eso es destrucción. Pero el uso de la energía nuclear está muy al límite, porque aún no hemos logrado la seguridad total. No hemos llegado. Tú podrías decirme: “Sí, pero también con la electricidad se puede hacer un desastre por una falta de seguridad”. Pero es un desastre pequeño. Un desastre nuclear, de una central nuclear, será un desastre grande. Y todavía no se ha perfilado la seguridad. Yo −pero es una opinión personal− no usaría la energía nuclear hasta que no haya una total seguridad de su uso. Pero yo soy profano en esto y solo digo una idea. Algunos dicen que la energía nuclear es contraria a la custodia de la creación, que la destruirá y que se debe parar. Está en discusión. Yo me quedo en la seguridad. No tiene la seguridad para impedir un desastre. Sí, es uno en el mundo en diez años, pero luego incide en la creación: el desastre de la potencia nuclear en la creación, y también en la persona.
Aún dura el desastre nuclear en Ucrania, después de tantos años. Distingo de la guerra, de las armas. Pero aquí digo que debemos investigar en seguridad, tanto en desastres como en el ambiente. Y del ambiente creo que hemos ido más allá del límite, nos hemos pasado: en la agricultura, por ejemplo los pesticidas, en la cría de pollos −los médicos dicen a las madres que no den de comer pollos de cría, porque son cebados con hormonas y a los niños les harán daño a la salud−; tantas enfermedades raras que hay hoy a causa del uso no bueno para el ambiente. Son enfermedades raras. Los cables eléctricos y muchas otras cosas... La custodia del ambiente es algo que debe hacerse hoy o nunca. Pero volviendo a la energía nuclear: construcción, seguridad y custodia del ambiente.
Elisabetta Zunica, Kyoto News: Hakamada Iwao es un japonés condenado a muerte, en espera de la revisión del proceso. Estaba presente en la Misa de Tokio, pero no pudo hablar con Usted. ¿Nos podría confirmar si estaba programado o no un breve encuentro con él? Porque el tema de la pena de muerte en Japón es muy discutido. Poco más de un mes antes del cambio del Catecismo sobre este tema, fue ejecutada la condena de 13 detenidos. Sobre este tema no hay una referencia en sus discursos de esta visita. ¿Por qué no se ha querido pronunciar en esta ocasión, o hablarle al Primer Ministro Abe?
Sobre el caso de la pena de muerte, lo he sabido después, no sabía de esa persona: no lo sabía. Con el Primer Ministro he hablado en general de tantos problemas: de procesos de condenas eternas que nunca acaban, tanto con la muerte como sin muerte. Pero de eso hablé como de un problema general, que existe también en otros países: las cárceles hacinadas, la gente que espera con una prisión preventiva, sin presunción de inocencia… Espera allí, espera, espera… Hace quince días intervine en el congreso internacional de derecho penal y hablé de ese tema: el tema de las cárceles, el tema de la custodia cautelar y luego de la pena de muerte, de la que se ha dicho claramente que no es moral, no se puede hacer. Creo que esto va junto a una conciencia que se desarrolla cada vez más. Por ejemplo, algunos países no se atreven a la abolición por problemas políticos pero la suspenden: es un modo de declarar, sin declarar: la cadena perpetua, por ejemplo. Pero el problema es que la condena debe ser siempre para la reinserción: una condena sin “ventanas” de horizonte no es humana. También la cadena perpetua: se debe pensar cómo un condenado de por vida puede reinsertarse, dentro o fuera. Pero siempre hace falta el horizonte, la reinserción. Usted me dirá: “pero hay condenados locos, por un problema de enfermedad, de locura, de incorregibilidad genética, por así decir…”. Pues hay que buscar el modo de que al menos puedan hacer cosas que les hagan sentirse personas. Hoy, en tantas partes del mundo las cárceles están superpobladas, son depósitos de carne humana, que en vez de crecer en salud, tantas veces se corrompe por eso. Debemos luchar contra la pena de muerte, a poco a poco… Hay casos que me dan alegría porque hay Estados, países que dicen: nos detenemos. Hablé con el gobernador de un Estado, el año pasado, y antes de dejar el puesto hizo esa suspensión casi definitiva. Son pasos, pasos de una conciencia humana. En cambio, otros países aún no han logrado meterlo en la línea de la humanidad.
Jean-Marie Guénois, “Le Figaro”: Buenos días, Santo Padre. Ha dicho que la verdadera paz puede ser solo una paz desarmada. ¿Pero qué pasa con la legítima defensa, cuando un país es atacado por otro? En este caso, ¿existe aún la posibilidad de una “guerra justa”? Pequeña pregunta: se ha hablado de una encíclica sobre la no violencia: ¿está todavía en proyecto esa encíclica sobre la no violencia? Dos preguntas. Gracias, Santo Padre.
Sí, el proyecto está, pero la hará el próximo Papa, porque apenas tengo tiempo… Hay proyectos que están en los cajones…: uno sobre la paz, por ejemplo, está ahí, está madurando, y cuando sea el momento lo haré. Pero hablo bastante de esto: por ejemplo, el problema del bullying con los niños en las escuelas, es un problema de violencia, hablé precisamente a los jóvenes japoneses del tema. Es un problema que con tantos programas educativos estamos intentando ayudar a resolver. Es un problema de violencia, y los problemas de violencia se deben afrontar... Pero una encíclica sobre la no violencia aún no la siento madura, debo rezar más y buscar el camino.
Sobre la paz y las armas: hay aquel dicho romano “Si vis pacem, para bellum”. Ahí no hemos madurado. Las Organizaciones internacionales no lo logran, las Naciones Unidas no lo logran… Hacen muchas cosas, muchas mediaciones, es digno. Países como Noruega, por ejemplo: siempre dispuestos a mediar, a buscar una salida para evitar las guerras… Esto se está haciendo y a mí me gusta. Pero es poco, todavía se debe hacer más. Piense −sin ofender− en el Consejo de Seguridad: hay un problema con las armas, todos de acuerdo en resolver el problema de evitar un incidente bélico, todos votan sí, uno con derecho de veto vota no y todo se para. He oído −yo no soy capaz de juzgar si es bueno o no, es una opinión que he oído− que quizá las Naciones Unidas deberían dar un paso adelante renunciando en el Consejo de Seguridad al derecho de veto de algunas naciones. No soy técnico en esto, pero lo he oído como una posibilidad. No sé qué decir, pero sería bueno que todos tuviesen el mismo derecho.
En el equilibrio mundial hay temas que en este momento no soy capaz de juzgar. Pero todo lo que se puede hacer para detener la producción de armas, para parar las guerras, ir a la negociación, también con la ayuda de facilitadores, eso se debe hacer siempre, siempre. Y da resultados: algunos dicen pocos, pero empecemos con pocos, luego iremos más allá con los resultados de la negociación para intentar resolver los problemas. Por ejemplo, en el caso de Ucrania-Rusia: no se habla de armas, ha sido la negociación para el intercambio de prisioneros, eso es positivo. Es siempre un paso para la paz. Ahora ha habido un encuentro para pensar la planificación de un régimen de gobierno en el Donbass, diferente, y están discutiendo: eso es un paso adelante para la paz.
Pasó, hace poco tiempo, una cosa bonita y otra fea. La fea es −debo decirlo− la hipocresía “armamentista”. Países cristianos −al menos de cultura cristiana−, países europeos −se dice “Europa culta”− que hablan de paz y viven de las armas: eso se llama hipocresía. Es una palabra evangélica: Jesús la dice muchas veces en el capítulo 23 de Mateo. Hay que terminar con esa hipocresía. Que una nación tenga el valor de decir: “Yo no puedo hablar de paz, porque mi economía gana mucho con la fabricación de armas”. Sin insultar ni manchar ese país, pero hablar como hermanos, la fraternidad humana: ¡detengámonos, chicos, parémonos, porque la cosa está fea! A un puerto −ahora no lo recuerdo bien− llegó de un país una nave llena de armas que debía entregar a una nave más grande directa a Yemen. Sabemos qué pasa en Yemen. Y los trabajadores del puerto dijeron “no”. ¡Fueron valientes! Y la nave volvió a su casa. Es un caso, pero nos enseña cómo nos debemos comportar en esto. La paz hoy es muy débil, muy débil, pero no hay que desanimarse. Y con las armas favorecemos esa debilidad.
La hipótesis de la legítima defensa siempre está. Es una hipótesis que también en la teología moral se contempla, pero como último recurso. Último recurso con las armas. La legítima defensa se hace con diplomacia, con mediaciones. Último recurso la legítima defensa con las armas. Pero subrayo: ¡último recurso! Estamos yendo adelante en un progreso ético que a mí me gusta, al poner en cuestión todas esas cosas. Eso es bueno: dice que la humanidad va adelante también para el bien, no solo para el mal. Gracias a usted.
Cristiana Caricato, TV 2000: La gente lee en los periódicos que la Santa Sede ha adquirido inmuebles por cientos de millones en el centro de Londres, y se queda un poco desconcertada por ese uso de las finanzas vaticanas, en particular cuando implica también el Óbolo de San Pedro. ¿Usted conocía esas operaciones financieras? Y sobre todo, según Usted, ¿es correcto el uso que se hace del Óbolo de San Pedro? Usted ha dicho a menudo que no se debe hacer dinero con el dinero, frecuentemente ha denunciado ese mal uso de la finanza, pero luego vemos que estas operaciones involucran también a la Santa Sede, y eso escandaliza. ¿Cómo ve todo este asunto?
Gracias. Ante todo, la buena administración normal: llega la suma del Óbolo de San Pedro, ¿y qué hago? ¿La meto en el cajón? No. Esa es una mala administración. Intento hacer una inversión, y cuando necesito dar, cuando tengo necesidades durante el año, se coge el dinero, y ese capital no se devalúa, se mantiene o crece un poco. Esa es una buena administración. En cambio, la administración “del cajón” es mala. Y se debe buscar una buena administración, una buena inversión: ¿está claro esto? También una inversión… nosotros decimos “una inversión de viudas”, como hacen las viudas: dos huevos aquí, tres aquí, cinco allá. Si cae uno, está el otro, y no se arruinan. Y siempre en algo seguro, siempre en algo moral. Si haces una inversión del Óbolo de San Pedro en una fábrica de armas, el Óbolo ahí ya no es el Óbolo. Si haces una inversión y estás años sin tocar el capital, no va. El Óbolo de San Pedro del año se debe gastar durante un año, un año y medio, hasta que llegue la otra colecta, la que se hace a nivel mundial. Esa es buena administración: en algo seguro. Y sí, se puede también comprar una propiedad, alquilarla, y luego venderla, pero en cosas seguras, con todas las seguridades por el bien de la gente y del Óbolo. Esto es un aspecto.
Luego ha pasado lo que ha pasado: un escándalo, han hecho cosas que no parecen limpias. Pero la denuncia no ha venido de fuera. Esa reforma de la metodología económica que ya había comenzado Benedicto XVI ha ido adelante, y ha sido el Revisor interno de las cuentas quien dijo: aquí hay algo feo, aquí hay algo que no funciona. Vino a mí y le dije: “¿Está usted seguro?” −“Sí”, me respondió, y me enseñó los números. “¿Qué debo hacer?” −“Está la justicia vaticana: vaya y ponga la denuncia al Promotor de Justicia”. Y con eso me quedé contento, porque se ve que la administración vaticana ahora tiene los recursos para aclarar las cosas feas que suceden dentro, como este caso que, si no es el caso del inmueble de Londres −porque aún no está claro−, sin embargo ahí había casos de corrupción. El Promotor de Justicia ha estudiado el asunto, ha hecho las consultas y ha visto que había un desequilibrio en el presupuesto. Luego me pidió permiso para hacer las pesquisas. Le dije: “¿Es claro ese estudio?” −“Sí, hay una presunción de corrupción y en estos casos debo hacer pesquisas en esa oficina, en esta otra…”. Y yo firmé la autorización. Se hizo la pesquisa en cinco oficinas y al día de hoy −aunque haya presunción de inocencia− hay capitales que no están bien administrados, incluso con corrupción. Creo que en menos de un mes comenzarán los interrogatorios de las cinco personas que han sido detenidas porque había indicios de corrupción. Usted podrá decirme: “¿esos cinco son corruptos?”. No, la presunción de inocencia es una garantía, un derecho humano. Pero hay corrupción, se ve. Con las pesquisas se verá si son culpables o no. Es algo feo, no es bueno que pase esto en el Vaticano. Pero se ha aclarado por los mecanismos internos que comienzan a funcionar, que el Papa Benedicto había empezado a hacer. Por eso doy gracias a Dios. No doy gracias a Dios porque haya corrupción, sino que le doy gracias porque el sistema de control vaticano funciona bien.
Philip Pullella, de Reuters: Si me permite quería seguir con la pregunta que ha hecho Cristiana, con más de detalles. Hay mucha preocupación en las últimas semanas por lo que está pasando en las finanzas del Vaticano, y según algunos hay una guerra interna sobre quién debe controlar el dinero. La mayor parte de los miembros del consejo de administración del AIF ha dimitido. El grupo Egmont, que es el grupo de las autoridades financieras, ha suspendido al Vaticano de las comunicaciones seguras tras la redada del 1 de octubre. El director del AIF aún está suspendido, como ha dicho Usted, y todavía no hay un Revisor general. ¿Qué puede hacer o decir Usted para garantizar a la comunidad financiera internacional y a los fieles en general, que están llamados a contribuir al Óbolo, que el Vaticano no volverá a ser considerado un “paria” excluido, del que no fiarse, y que las reformas continuarán y que no se volverá a las costumbres del pasado?
Gracias por la pregunta. El Vaticano ha dado pasos adelante en su administración. Por ejemplo el IOR hoy es aceptado por todos los bancos y puede actuar como los bancos italianos, normalmente, cosa que hace un año aún no lo era. Ha habido progresos. Luego, respecto al grupo Egmont. El grupo Egmont es una cosa no oficial, internacional; es un grupo al que pertenece el AIF. Y el control internacional no depende del grupo Egmont; el grupo Egmont es un grupo privado, que tiene su peso, pero es un grupo privado. Monyeval hará la inspección: la ha programado para los primeros meses del año próximo y la hará. El director del AIF está suspendido porque había sospechas de no buena administración. El presidente del AIF se ha aliado con el grupo Egmont para recuperar la documentación, y eso la justicia no puede hacerlo. Ante esto hice la consulta con un magistrado italiano, de nivel: ¿qué debo hacer? La justicia ante una acusación de corrupción es soberana en un país, es soberana, nadie puede inmiscuirse dentro, nadie puede dar los papeles al grupo Egmont y decir: “Vuestros papeles está aquí”. No. Deben ser estudiados los papeles que hacer surgir eso que parece una mala administración en el sentido de un mal control: fue el AIF −parece− quien no controló los delitos de los demás. Su deber era controlar. Yo espero que se pruebe que no es así, porque aún está la presunción de inocencia; pero por el momento el magistrado es soberano y debe estudiar cómo ha ido; porque al contrario un país tendía una administración superior que dañaría la soberanía del país. El presidente del AIF expiraba el 19 de noviembre; yo le llamé unos días antes y él no se dio cuenta de que lo estaba llamando: así me dijo. Y anuncié que el 19 lo dejaba. Ya he encontrado un sucesor: un magistrado de altísimo nivel jurídico y económico nacional e internacional, y a mi regreso asumirá el cargo en el AIF y continuará así. Habría sido un contrasentido que la autoridad de control fuese soberana sobre el Estado. Es algo no fácil de entender. Pero el que ha perturbado un poco es el grupo Egmont, que es un grupo privado: ayuda mucho, pero no es la autoridad de control de Moneyval. Moneyval estudiará los números, estudiará los procedimientos, estudiará cómo ha actuado el Promotor de Justicia y cómo el juez y los jueces han determinado la cosa. Sé que en estos días comenzará −o ha empezado− el interrogatorio de algunos de los cinco que han sido suspendidos. No es fácil, pero no debemos ser ingenuos, no debemos ser esclavos. Alguien me dijo −pero yo no lo creo−: “Sí, con esto que hemos tocado al grupo Egmont, la gente se asusta…”. Y se está haciendo un poco de terrorismo psicológico. Pero dejémoslo de lado. Nosotros vamos adelante con la ley, con Moneyval, con el nuevo presidente del AIF. Y el director está suspendido, pero ojalá fuese inocente, yo lo querría, porque es bueno que una persona sea inocente y no culpable. Pero se ha hecho un poco de ruido con este grupo, que quería que se tocasen los papeles que pertenecen al grupo.
Philip Pulella: ¿Es para garantizar a los fieles que las cosas van bien?
¡Es para garantizar eso! Mira, es la primera vez que en el Vaticano la olla se abre desde dentro, no desde fuera. Desde fuera, ha pasado muchas veces. Nos han dicho: “Mira…”, y nosotros con tanta vergüenza… Pero en esto el Papa Benedicto fue sabio: comenzó un proceso que ha madurado, ha madurado y ahora están las instituciones. Que el Revisor haya tenido el valor de hacer una denuncia escrita contra cinco personas…: está funcionando el Revisor. De verdad que no quiero ofender al grupo Egmont, porque hace mucho bien, ayuda, pero en este caso la soberanía del Estado es la justicia. La justicia es más soberana también que el poder ejecutivo. Más soberana. No es fácil de entender, pero os pido que entendáis esta dificultad. Gracias a usted.
Roland Juchem, CIC de la prensa alemana: Santo Padre, en el vuelo de Bangkok a Tokio mandó un telegrama a la Señora Carrie Lam de Hong Kong. ¿Qué piensa de la situación allí, con las manifestaciones y después de las elecciones comunales? ¿Y cuándo podremos acompañarle a Pekín?
Los telegramas se mandan a todos los jefes de Estado, es algo automático: son un saludo y también un modo cortés de pedir permiso para sobrevolar su territorio. No tiene un significado ni de condena ni de apoyo. Es algo mecánico que todos los aviones hacen: cuando técnicamente entran, avisan que están entrando, y nosotros lo hacemos con cortesía. Saludamos. No tiene ningún valor en el sentido que usted pregunta, solo un valor de cortesía.
Lo otro que me pide es qué pienso de la situación de Hong Kong. Pero no es solo Hong Kong: piense en Chile, piense en Francia, la democrática Francia: un año de “chalecos amarillo”. Piense en Nicaragua, piense en otros países latinoamericanos, Brasil, que tienen problemas del género, y también en algún país europeo. Es algo general. ¿Qué hace la Santa Sede con esto? Llama al diálogo, a la paz… Pero no es solo Hong Kong, hay varias realidades que tienen problemas que yo en este momento no soy capaz de valorar. Yo respeto la paz y pido la paz para todos esos países que tienen problemas. Problemas así hay también en España... Conviene relativizar las cosas y llamar al diálogo, a la paz, para que se resuelvan los problemas.
Roland Juchem, CIC: ¿Y cuándo irá a Pekín?
Ah, me gustaría ir a Pekín. Amo China...
Valentina Alazraki, Televisa: Papa Francisco, América Latina está en llamas. Hemos visto después de Venezuela y Chile imágenes que no pensábamos ver tras Pinochet. Henos visto la situación en Bolivia, Nicaragua y otros países: revueltas, violencia en las calles, muertos, heridos, incluso iglesias quemadas, violadas. ¿Cuál es su análisis de lo que está pasando en esos países? ¿La Iglesia y Usted personalmente, como Papa latinoamericano, están haciendo algo?
Alguno me ha dicho eso: “Se debe hacer un análisis”. La situación hoy en América Latina se parece a la del 1974-1980, donde en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay con Strössner, y creo que también Bolivia, con Lidia Gueiler, tenían la operación Cóndor en aquel momento. Una situación en llamas, pero no sé si es un problema similar o de otro género. De verdad, en este momento no soy capaz de hacer el análisis total de esto. Es verdad que hay declaraciones no precisamente de paz. Lo que pasa en Chile me asusta, porque Chile está saliendo de un problema de abusos que ha hecho sufrir mucho y ahora tiene un problema del género que no entendemos bien. Pero está en llamas, como usted dice, y se debe buscar el diálogo y también el análisis. Aún no he encontrado un análisis bien hecho sobre la situación en América Latina. Y hay también gobiernos débiles, muy débiles, que no son capaces de poner orden y paz dentro. Y por eso se llega a esa situación.
Valentina Alazraki, Televisa: Evo Morales ha pedido su mediación, por ejemplo. Cosas concretas…
Sí, cosas concretas. Venezuela ha pedido la mediación y la Santa Sede siempre ha estado dispuesta. Hay una buena relación; estamos allí presentes para ayudar cuando es necesario. Bolivia ha hecho algo del estilo, aún no sé bien por qué camino, debo ver, pero también ha hecho una petición a las Naciones Unidad que han enviado delegados, y también algún país de la Unión Europea. Chile, no sé si ha hecho alguna demanda de mediación internacional. Brasil seguro que no, pero también allí hay problemas. Es algo un poco extraño, no quisiera decir una palabra más porque soy incompetente, porque no he estudiado bien y sinceramente no entiendo bien el problema.
Pero aprovecho su pregunta: habéis hablado poco de Tailandia, y Tailandia es otra cosa, diferente de Japón, otra cultura, totalmente diversa, una cultura de la trascendencia, una cultura también de la belleza, diversa de la belleza de Japón: una cultura con tanta pobreza y tantas riquezas espirituales. Pero hay también un problema que hace daño al corazón y que nos hace pensar en “Grecia y las otras” [libro di Valentina Alazraki]: usted es una maestra en ese problema de la explotación, usted lo ha estudiado bien, y su libro ha hecho mucho bien. Y Tailandia, algunos lugares de Tailandia son duros, son difíciles en esto. Pero está Tailandia del Sur, está también la bella Tailandia del Norte, donde no he podido ir, la Tailandia tribal, como está la India del Nordeste tribal, que tiene otra cultura. He recibido a una veintena de personas de aquella zona, los primeros cristianos, primeros bautizados, que vinieron a Roma, con otra cultura diversa, esas culturas tribales, que en India se conocen bien, pero en Tailandia todavía no se conocen bien; está en el Norte. Y Bangkok, hemos visto, es una ciudad modernísima, es una ciudad fuerte, grande, pero tiene problemas diversos que los de Japón y tiene riquezas diversas que las de Japón. Esto es importante. Pero el problema de la explotación he querido subrayarlo, y le agradezco a usted su libro.
Como también quería agradecer el “libro verde” [El alfabeto verde del Papa Francisco] de Franca Giansoldati… ¿dónde está? Ah, está ahí. Dos mujeres que vienen en el vuelo y que han hecho cada una un libro que toca problemas de hoy: el problema ecológico, el problema de la destrucción de la madre tierra, del ambiente; y el problema de la explotación humana, que usted ha tocado. Se ve que las mujeres trabajan más que los hombres y son capaces: gracias. Gracias a vosotras, ambas, por esa contribución. Gracias. Y todavía llevo en el corazón la camiseta de Rocío [se refiere a la camiseta de una joven mexicana asesinada, que Valentina Alazraki dio al Papa durante una reciente entrevista].
Y a todos vosotros, gracias por haber hecho preguntas directas, gracias. Esto hace bien, siempre hace bien. Rezad por mí. Buen provecho. Gracias.
Fuente: vatican.va / romereports.com
Traducción de Luis Montoya
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