Construir una comunidad consiste en ampliar y definir tanto como se pueda el área común entre los muchos y diversos grupos de la sociedad
Los diagramas de Venn son aquellos círculos superpuestos que nos enseñaban en la escuela para explicarnos la teoría de los conjuntos. Los círculos pueden ser dos o más, pero me parece que siempre tiene que existir una zona en la que se solapen, una zona común, aunque puede aparecer vacía si que ningún elemento de un conjunto coincide con el del otro. Se utilizan también para explicar conceptos. Lo digo porque David Brooks, que es el columnista conservador residente que tiene el New York Times para dárselas de pluralista y diverso, escribió su artículo de esta semana sobre el atrincheramiento de los dos electorados estadounidenses en sus respectivas posiciones, cada vez más marcadas, y lo cerró con dos frases durísimas: «El diagrama de Venn ha muerto. No hay área de solapamiento».
Construir una comunidad consiste en ampliar y definir tanto como se pueda el área común entre los muchos y diversos grupos de la sociedad. En eso deberían trabajar de manera especial los profesionales de la política y los del periodismo: en subrayar el bien común, lo que une, que a menudo representa también el sentido común. En caso contrario, cuando se trabaja con criterios de exclusión, de odio o de enfrentamiento, lo común adelgaza hasta casi desaparecer y hace imposible el entendimiento. Queda solo el conmigo o contra mí, o por seguir con los diagramas de Venn, quedan solo círculos cerrados y completamente aislados: el preludio de la violencia. Son ya muchos los que temen que la progresiva polarización de los electorados, que no ocurre solo en Estados Unidos, degenere en algo terrible. Periodistas y políticos deberíamos agudizar nuestro sentido de responsabilidad.