Entrevista al obispo de San Bernardo y miembro del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
El Papa Francisco ha pedido a los obispos chilenos que hablen “con claridad” y “firmeza” de algunos temas: el aborto como “pecado gravísimo”; la ideología de género, que “intenta sustituir la visión cristiana de la persona, la familia y la sociedad”; y la Exhortación ‘Amoris Laetitia’, que ha recomendado leer “desde el inicio hasta el final”. La familia “requiere de todos un nuevo dinamismo apostólico”.
Mons. Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo y miembro del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, ha participado con los prelados de Chile en la visita al limina al Santo Padre, que se realiza cada cinco años.
¿Puede comentar los temas que hablaron con el Papa Francisco?
En realidad, de alguna manera, los temas los fuimos poniendo nosotros, al preguntárselos con toda sencillez al Papa.
Uno de ellos fue el aborto y su discusión en Chile. Dijo textualmente que el aborto es un pecado gravísimo, un asesinato, y que más allá de las cuestiones filosóficas o teológicas, hay una realidad biológica, que es −dijo− la eliminación de su ser humano que no se puede defender. Nos pidió hablar con completa claridad, con “un lenguaje concreto, que toca”, señaló.
Creo que los obispos de Chile lo hemos hecho así. Un obispo le hizo presente que este proyecto, si llega a concretarse, será por el apoyo en el Congreso de parlamentarios católicos. Sobre eso también nos dio orientaciones concretas, que cada obispo debe luego asumir en su propia realidad.
¿Se trató del Sínodo de la juventud y de las vocaciones?
Sí, naturalmente. El Papa nos recordó que los jóvenes tienen muchas inquietudes, y agregó: “Hay que tener capacidad de oreja”, escucharlos, ellos no quieren liderazgos apocados.
Hay que hacer una Pastoral Juvenil en “movimiento”, con propuestas concretas, que deben tener un elemento de servicio al prójimo y un aspecto espiritual; que les presentemos propuestas de colaboración concreta en obras de servicio a los más necesitados. Creo que es una línea que intentamos seguir, pero que debemos acelerar.
En otra ocasión el Papa nos habló con mucha esperanza de la fuerza que significa el voluntariado de servicio de los jóvenes y del bien que les hace y que hacen. Los seminaristas de esta diócesis acompañan a los jóvenes a los trabajos de invierno y veranos del Duoc, y es una gran experiencia (Duoc es una institución educativa superior creada por la Pontificia Universidad Católica de Chile).
Y a ustedes, obispos, ¿qué les dijo?
Buena pregunta. Muchas cosas, pero las resumiría, al menos para mí, en dos frases. La primera: “El pueblo necesita tocar al Obispo”, es decir, no tener miedo a estar y meterse con la gente y en las realidades del mundo donde se debe anunciar a Cristo; la cercanía.
Otra frase corta que me llegó fue decirnos “los grises se nos escapan”. Se refería a la sabiduría para apreciar todos los matices de cada cosa, situación o problema. Sugerentes ambas, animantes.
En su opinión ¿cuáles son actualmente los principales desafíos para la Iglesia católica en este país?
Como en todas partes del mundo, un tema de preocupación es cómo evangelizar una cultura que ha cambiado. Esta realidad del cambio cultural estuvo siempre presente en el diálogo con el Papa y sus colaboradores.
El primer tema del que el Papa nos habló con total claridad fue la ideología de género, que ha invadido ya muchos ambientes. Lo presentó como una ideología que intenta sustituir la visión cristiana de la persona, de la familia y de la sociedad, a la que hay que oponerse con la verdad, pero con firmeza. El tema central de la Iglesia es siempre el mismo, el anuncio del Evangelio y la mejor manera de hacerlo en cada momento y lugar.
En la reciente discusión en el Senado sobre el proyecto de ley de aborto, a Ud. Le correspondió hablar en representación de los obispos.
Aún pueden cambiar muchas cosas en el texto del proyecto de ley. Queda la discusión en particular en el Senado, luego otros trámites, porque el proyecto de la Cámara de Diputados es diferente al del Senado. Y si somos personas de fe y oramos al Señor, incluso podría detenerse el avance del proyecto. Ha sido esencial el despertar de la opinión pública, especialmente en las redes sociales. Algo que tendrá consecuencias sociales y políticas en el futuro, especialmente frente a la próxima elección presidencial y parlamentaria.
Y naturalmente, habrá una o varias presentaciones (recursos) ante el Tribunal Constitucional, porque los estudiosos estiman que el texto del proyecto va en contra de la Carta Fundamental. Lo que las personas deben comprender bien es que este proyecto permite una acción directa de aborto en los casos previstos, y nunca se puede hacer un mal para conseguir un bien.
‘Amoris Lætitia’ propone reforzar la preparación del sacramento del Matrimonio. En su diócesis, ¿cómo abordarán la pastoral matrimonial y familiar?
Como es lógico, en el rico diálogo con el Papa salió el tema de Amoris Laetitia (AL), en particular lo relativo a la comunión de los que tienen situaciones matrimoniales no concordes con la enseñanza de la Iglesia. El Papa fue claro. Nos dijo que lo primero era leer AL desde el inicio hasta el final, porque toda ella es como una especie de catecumenado para el matrimonio.
Nos recordó los cuatro principios en que se funda: acoger, acompañar, discernir e integrar, recalcando que tras ella, y como fundamento, está la enseñanza de Santo Tomás y la moral del Catecismo de la Iglesia Católica, rescatando dos elementos: la conciencia y la inimputabilidad que puede presentarse en algunos casos. Y recalcó textualmente: “Sin moral de situación”.
A mí me ayudó −ya lo dije−, una frase suya: “Los grises se nos escapan”. Puso ejemplos, y nos pidió tener “olfato pastoral” y acompañar hasta donde se pueda, pero acompañar. Muchas veces no se podrá dar la absolución a una persona en la Confesión −precisó−, pero siempre se puede dar la bendición, y continuar adelante, hasta que el Señor muestre sus caminos. Sobre estas bases estamos trabajando, porque todos sabemos que la Iglesia está hecha de hombres y mujeres pecadores, pero que a nadie le falta Dios. Fue animante, luminoso, oírle hablar con fuerza y claridad.
En los seminarios chilenos ha tenido lugar una disminución del número de seminaristas. ¿Cuáles son las principales causas?
Lo primero que nos dijo el Papa es orar: “Oración, pedir y pedir, que el Señor siempre escucha”. Luego, que cuidáramos las vocaciones para que haya un ambiente espiritual profundo, que sea el fundamento del camino vocacional. En varias ocasiones se nos hizo ver la esperanza que debemos tener en el próximo Sínodo, que tratara este tema.
Sobre este tema, recuerdo lo que nos dijo el cardenal Farrell, del Dicasterio de Familia, Laicos y Vida: que en estos tiempos de cambio hay que tener mucha esperanza, señalando que la Iglesia ha pasado por momentos difíciles muchas veces a lo largo de su historia. Lo repito aquí, porque un tema esencial en lo relativo a las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, también a la vocación matrimonial, es la crisis de la familia, en nuestro caso aumentada por políticas públicas y leyes nefastas que han disgregado a la familia fundada en un hombre y una mujer.
También han influido los casos de abuso sexual, pero en mucha menor medida. En todo el mundo occidental se está sufriendo una crisis en las vocaciones, porque en todas partes la familia está en crisis. Esta es una de las tareas más difíciles, de más largo plazo y requiere de todos un nuevo dinamismo apostólico.
¿Pero, entonces, de qué manera se puede ilusionar y acompañar a los jóvenes que quizá tienen temor a un compromiso?
Estando cercanos a los jóvenes, poniendo oreja a sus problemas y preocupaciones, gastando nuestro tiempo en el acompañamiento espiritual sin desmayos. Quizá debemos priorizar cada uno para dar tiempo a este empeño pastoral. Nosotros estamos en eso. Llevamos años orando como diócesis por las vocaciones. Y llegarán cuando Dios quiera. Pero sobre todo, mostrando que el seguimiento total de Cristo es, verdaderamente lo único que llena nuestro corazón completamente. Debemos saber plantear con nueva fuerza el significado que tiene para las personas y para el mundo el sacerdocio y la vida religiosa, que no es sólo un servicio, es una vocación, vocare, en latín, llamada. Y hay muchos llamados: hemos de descubrirlos.
Entrevista de Pablo Aguilera, Santiago de Chile.
Fuente: Revista Palabra.
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