Anuncio, intercesión y esperanza

Homilía del papa Francisco en Santa Marta

Las lecturas de hoy nos señalan tres dimensiones de la vida cristiana: anuncio, intercesión y esperanza. Es el trinomio que debe distinguir la vida de un creyente. El corazón del anuncio para un cristiano es que Jesús murió y resucitó por nosotros, para nuestra salvación.

¡Jesús está vivo! Ese es el anuncio de los  Apóstoles a los judíos y a los paganos de su tiempo y ese anuncio fue testimoniado incluso con sus vidas, con su sangre. Cuando Juan y Pedro fueron llevados al Sanedrín, tras la curación del cojo, y los sacerdotes les prohibieron que hablasen del nombre de Jesús, de su Resurrección, ellos con toda valentía, con toda sencillez decían: No podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,20), el anuncio. Y los cristianos, por la fe, tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos hace ver y escuchar la verdad de Jesús, que murió por nuestros pecados y resucitó. Ese es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! Cristo está entre nosotros en la comunidad, nos acompaña en el camino. Muchas veces cuesta recibir ese anuncio, pero Cristo resucitado es una realidad y es necesario dar testimonio de eso, como afirma Juan.

Después de la dimensión del anuncio, la intercesión. Durante la Cena del Jueves Santo los Apóstoles estaban tristes, y Jesús les dice: No se turbe vuestro corazón, confiad. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Voy a prepararos un sitio (cfr. Jn 14,1-6). ¿Qué quiere decir? ¿Cómo prepara el sitio Jesús? Con su oración por cada uno de nosotros. Jesús reza por nosotros y esa es la intercesión. Jesús trabaja desde ese momento con su oración por nosotros. Igual que una vez le dijo a Pedro: ‘Pedro yo he rogado por ti’, antes de la pasión, pues así ahora Jesús es el intercesor entre el Padre y nosotros. ¿Y cómo reza Jesús? Yo creo que Jesús muestra sus llagas al Padre, porque las llagas se las llevó consigo, después de la Resurrección: muestra las llagas al Padre y nombra a cada uno de nosotros. Esa es la oración de Jesús. En este momento Jesús intercede por nosotros: esa es la intercesión.

Finalmente, la tercera dimensión del cristiano: la esperanza. El cristiano es una mujer, un hombre de esperanza, que espera que el Señor vuelva. Toda la Iglesia está a la espera de la venida de Jesús: Jesús volverá. Y esa es la esperanza cristiana.

Podemos preguntarnos, cada uno: ¿Cómo es el anuncio en mi vida? ¿Cómo es mi relación con Jesús que intercede por mí? ¿Y cómo es mi esperanza? ¿Me creo de verdad que el Señor ha resucitado? ¿Creo que reza por mí al Padre? Cada vez que yo lo llamo, él está rezando por mí, intercede. ¿Creo de verdad que el Señor volverá, vendrá? Nos hará bien preguntarnos esto sobre nuestra fe: ¿Creo en el anuncio? ¿Creo en la intercesión? ¿Soy un hombre o una mujer de esperanza?