Homilía del papa Francisco en Santa Marta
La puerta, el camino, la voz. El Evangelio de hoy (Jn 10,1-10) —que es como un eco del pasaje del Buen Pastor— nos recuerda esas tres realidades determinantes para la vida del cristiano.
En primer lugar, Jesús advierte que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido. Él es la puerta: no hay otra. Jesús siempre hablaba a la gente con imágenes sencillas y todas esas personas sabían cómo era la vida de un pastor, porque los veían todos los días. Y comprendieron que solo se entra por la porta del aprisco de las ovejas. En cambio, los que quieren entrar por otros sitios, por la ventana o por otra parte, son delincuentes.Así de claro habla el Señor. No se puede entrar en la vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, que no sea Jesús. Es la puerta de nuestra vida y no solo de la vida eterna, sino también de nuestra vida diaria. ¿Esta decisión, por ejemplo, yo la tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o la tomo un poco —digámoslo en un lenguaje sencillo— de contrabando? ¡Solo se entra en el aprisco por la puerta, que es Jesús!
Jesús habla luego del camino. El pastor conoce a sus ovejas y las saca fuera. Camina delante de ellas y las ovejas le siguen. El camino es precisamente ese: seguir a Jesús por el camino de la vida, de la vida de todos los días. No nos podemos perder; él va delante y nos indica el camino.¡Quien sigue a Jesús no se equivoca! Alguno puede que diga: Bueno, sí, pero las cosas no son tan fáciles… Muchas veces no veo claro qué hacer… Me han dicho que había allí una vidente y he ido a verla; o he ido que me echen las cartas… Si haces eso, ¡no sigues a Jesús! Sigues a otro que te da otro camino distinto. Jesús va delante e indica el camino. No hay otro que pueda indicar el camino. Jesús nos ha avisado: porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Más no vayáis en pos de ellos… (Lc 21,8) ¡No los escuchéis! No les oigáis. ¡El camino soy Yo! (cfr. Jn 14,6). Jesús es puerta y también camino. Si le seguimos no nos equivocaremos.
Finalmente, la voz del Buen Pastor. Las ovejas le siguen porque conocen su voz. Pero, ¿cómo podemos conocer la voz de Jesús y defendernos de la voz de los que no son Jesús, de esos que entran por la ventana, que son bandidos, que destruyen, que engañan?Yo te daré una receta sencilla. Primero: encontrarás la voz de Jesús en las Bienaventuranzas. Quien te enseñe un camino contrario a las Bienaventuranzas, es uno que ha entrado por la ventana: ¡no es Jesús! Segundo: ¿conoces la voz de Jesús? Puedes conocerla cuando nos habla de las obras de misericordia, por ejemplo en el capítulo 25 de San Mateo. Si alguien te dice lo que Jesús dice allí, es la voz de Jesús. Y tercero: puedes conocer la voz de Jesús cuando te enseña a decir Padre, o sea, cuando te enseña a rezar el Padrenuestro.
Así de fácil es la vida cristiana: Jesús es la puerta; nos guía en el camino y nosotros conocemos su voz en las Bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir Padre. Acordaos: la puerta, el camino y la voz. Que el Señor nos haga entender esta imagen de Jesús, este ejemplo: el pastor, que es puerta, indica el camino y nos enseña a escuchar su voz.