La compasión de Dios

Homilía en Santa Marta

Viernes, 30 de octubre de 2015*

Dios se compadece por cada uno de nosotros y por la humanidad,  y mandó a su Hijo, nuestro Señor Jesús, para sanarla, para regenerarla y para renovarla.

La compasión de Dios no tiene nada que ver con tener lástima. Es interesante que en la parábola, que todos conocemos, del hijo pródigo, se dice que cuando el padre –que es la figura de Dios que perdona– ve venir a su hijo, se compadeció. La compasión de Dios no es tener lástima; no tiene nada que ver una cosa con la otra. Puedo tener lástima de un perro que se está muriendo, pero la compasión de Dios es meterse en el corazón del otro, con su corazón de Padre. Por eso envió a su Hijo. Jesús curaba a la gente, pero no era un curandero. Curaba a la gente como signo; además de curarla en serio, era signo de la compasión de Dios por salvarnos, por volver a poner las cosas en su sitio: la oveja perdida, en el corral; la moneda que perdió aquella señora, en el monedero…

¡Dios se compadece! ¡Dios apuesta su corazón de Padre! ¡Apuesta su corazón por cada uno de nosotros! ¡Cuando Dios perdona, perdona como Padre! No como un empleado judicial, que lee un expediente y dice: sí, realmente puede ser absuelto, porque no hay materia… ¡Dios perdona desde dentro! ¡Perdona porque se mete en el corazón de esa persona!

Jesús fue enviado por el Padre para traer la Buena Nueva, para liberar al que se siente oprimido, para meterse en cada uno de nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males, y cargar con ellos.

Y eso es lo que hace un cura: conmoverse, comprometerse con la vida de la gente. Porque un cura es sacerdote, como Jesús es sacerdote. ¡Cuántas veces nos tuvimos que ir a confesar! Pero, ¡cuántas veces criticamos a los curas porque no les interesa lo que les pasa a sus feligreses, porque no se preocupan! No, no es un buen cura, decimos. Un buen cura es el que se mete. Un buen cura es el que se implica en todos los problemas humanos.

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Saludo al Cardenal Javier Lozano Barragán, que participa en esta Misa con ocasión de sus 60 años de sacerdocio. Agradezco su servicio, en particular su empeño en el dicasterio para los Agentes Sanitarios, el servicio que la Iglesia brinda a los enfermos. Demos gracias a Dios por estos 60 años de sacerdocio, que son un regalo que el Señor concede al Cardenal Barragán.


* El Santo Padre habló en esta ocasión en español. De todas maneras, como se sabe, estas homilías nunca son textuales por expreso deseo del Papa, sino un resumen de lo dicho.