Homilía de en Santa Marta
Hay un momento favorable para acoger el don gratuito de la gracia de Dios, y ese momento es ahora: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación(2Cor 6,2). El cristiano debe ser consciente y tener el corazón preparado para recibir ese don, el corazón limpio del ruido mundano, del ruido del diablo.
En la primera lectura de la Misa, San Pablo nos exhorta a no recibir en vano la gracia de Dios (2Cor 6,1), que se da —afirma el Apóstol— ahora (2Cor 6,2). Eso significa que en todo tiempo el Señor nos dará su gracia, que es un don gratuito. Acojámoslo prestando atención al resto que dice San Pablo: A nadie damos motivo alguno de escándalo (2Cor 6,3). Es el escándalo del cristiano que se llama cristiano, que acude a la iglesia y va los domingos a Misa, pero no vive como cristiano, sino como mundano o como pagano. Y si una persona es así, ¡escandaliza! Cuántas veces habremos oído: Mira ese o esa: todos los domingos a Misa y luego hace eso y aquello… La gente se escandaliza. Es lo que dice San Pablo: No recibáis en vano. ¿Y cómo hemos de acoger? Lo primero es el tiempo favorable (2Cor 6,2), dice. Hay que estar atentos para entender el tiempo de Dios, cuando Dios pasa por nuestro corazón.
Y esa atención el cristiano la alcanza si se pone en condición de proteger su corazón, alejándolo de todo ruido que no venga del Señor, alejando las cosas que nos quiten la paz. Un corazón libre de pasiones, de las que Jesús sintetiza en el Evangelio con el ojo por ojo (Mt 5,38) dándole la vuelta con el ofrécele la otra mejilla (Mt 5,39), con las dos millas recorridas juntos a quien te fuerce a hacer una (cfr. Mt 5,41). Estar libre de pasiones y tener un corazón humilde, un corazón manso. El corazón debe protegerse con la humildad, con la mansedumbre, pero nunca con las luchas, con las guerras. ¡No! Ese es el ruido: ruido mundano, ruido pagano o ruido del diablo. ¡El corazón en paz! A nadie damos motivo alguno de escándalo, para que no sea desacreditado nuestro ministerio (2Cor 6,2) dice Pablo, y habla también del ministerio del testimonio cristiano, para que no sea criticado.
Proteger el corazón para ser siempre de Dios o, como señala San Pablo, en tribulaciones, necesidades y angustias; en azotes, prisiones y tumultos; en fatigas, desvelos y ayunos(2Cor 6,4-5). Pero todas esas son cosas feas, ¿y tengo que proteger mi corazón para acoger la gratuidad y el don de Dios? ¡Sí! ¿Y cómo lo hago? Continúa San Pablo: con pureza, con ciencia, con longanimidad, con bondad… con caridad sincera(2Cor 6,6). La humildad, la benevolencia, la paciencia, que solo mira a Dios, y tiene el corazón abierto al Señor que pasa.