Domingo de Pascua; ciclo B

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva
Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

(Hch 10,34a. 37-43) "Dios lo resucitó al tercer día"
(Col 3,1-4) "Buscad los bienes de allá arriba"
(Jn 20,1-9) "Vio y creyó"

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II.

Mensaje pascual del Domingo de Resurrección (19-IV-1981)

--- Gloria a la Trinidad Santísima
--- Espíritu Santo
--- Aborto

--- Gloria a la Trinidad Santísima

“Creo en Jesucristo...nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen...”.

Todos los domingos hacemos esta profesión de fe.

Hoy queremos hacerlo de manera especialmente solemne porque Aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen ha resucitado. ¡Resucitó al tercer día!

En la liturgia de este día nos dice San Pedro: “Sabéis lo acontecido..., esto es, cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10,37-38). Con este mismo poder, Aquél que “fue crucificado, que murió y fue sepultado”, resucitó al tercer día.

Nosotros damos gloria en el día de hoy a Cristo -Víctima pascual- como vencedor de la muerte. Y damos gloria hoy a ese poder que ha logrado la victoria sobre la muerte y ha completado el Evangelio de las obras y de las palabras de Cristo con el testimonio definitivo de la vida.

--- Espíritu Santo

Y glorificamos hoy al Espíritu Santo, en virtud del cual Cristo fue concebido en el seno de la Virgen; y con el poder de la unción de ese Espíritu pasó a través de la pasión, la muerte y el descenso a los infiernos; con la fuerza del mismo Espíritu vive y “la muerte ya no tiene dominio sobre Él” (Rm 6,9).

Damos gloria al Espíritu Santo “que es el Señor y dador de vida”... Profesamos nuestra fe en el Espíritu Santo “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”; y glorificamos el poder de este Espíritu “que es Señor y dador de vida”, poder manifestado plenamente en la resurrección de Cristo.

Cristo resucitado pasará a través de la puerta cerrada del Cenáculo, donde estaban reunidos los Apóstoles, se detendrá en medio de ellos y dirá: “La paz sea con vosotros... Recibid el Espíritu Santo”.

Con estas palabras, con este aliento divino, inaugurará los tiempos nuevos: tiempos de la venida del Espíritu Santo, tiempos del nacimiento de la Iglesia. Será el tiempo de Pentecostés, que dista de la solemnidad de hoy cincuenta días, pero inscrito ya con toda plenitud en esta solemnidad pascual y radicado en ella.

--- Aborto

Venzan los pensamientos de paz. Y venza el respeto a la vida.

La Pascua trae consigo el mensaje de la vida liberada de la muerte, de la vida salvada de la muerte. Venzan los pensamientos y los programas que tutelan la vida humana contra la muerte, y no las ilusiones de quien ve un progreso del hombre en el derecho a infligir la muerte a la vida apenas concebida.

DP-107 1981

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Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva

Celebramos hoy la cumbre del misterio de nuestra Salvación y que cada uno de los 52 domingos del año conmemoramos también. La verdad nuclear del Cristianismo. El triunfo de Cristo sobre la muerte y el comienzo de una Vida Nueva para Jesús y para nosotros. La consumación del proyecto salvador de Dios. "Nosotros somos testigos", dirán los Apóstoles en su primera predicación (1ª lect).

Por eso la Iglesia rompe a cantar en la Vigilia Pascual: "Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo...Goce también la tierra inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del Rey Eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero". (Pregón Pascual). Nuestra alegría es grande porque entendemos que, incorporándonos a esa "Vida Nueva" que nos llega por los Sacramentos, resucitaremos también con Jesucristo.

La Resurrección de Jesús es no sólo un hecho histórico sino un acontecimiento absolutamente único. Un suceso que los discípulos del Señor comprendieron que estaba llamado a cambiar la vida humana. Jesús no regresó a nuestro tiempo y a nuestra condición terrestre actual como Lázaro, el hijo de la viuda de Naím o la hija de Jairo. Jesús entró corporalmente en la eternidad y abrió definitivamente las puertas a todo el que crea en El y viva su vida. Su Resurrección no es un retroceso a nuestra forma de vida, es una promoción hacia adelante y ya irreversible: Cristo Resucitado ya no muere, vive glorioso en el Cielo.

La Resurrección de Cristo es la prueba más clara de que El es la Vida, una vida que se reveló más fuerte que la muerte. Ella nos recuerda que el amor siempre puede más que el odio; la verdad que la mentira; la entrega y el servicio desinteresado a los demás sobreviven a todos los egoísmos; que el bien y la buena conciencia triunfan al final sobre los que extorsionan a los demás.

El consuelo que esta gozosa verdad ofrece a la hora de la muerte no oculta lo terrible de ella, pero, a su luz, el dolor que este trance provoca en nosotros, permite al cristiano ver más allá de él la vida eterna. Esa Vida que los testigos de la Resurrección pudieron ver y palpar y que nos anuncian para que nuestra alegría sea completa (Cfr 1 Jn 1,4).

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Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

"Celebramos al verdadero Cordero, que muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida"

Hch 10,13-34a.37-43: "Hemos comido y bebido con Él después de su resurrección"
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23: "Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo"
Col 3,1-4: "Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo"
Jn 20,1-9: "Él había de resucitar de entre los muertos"

Es de notar el énfasis que pone san Pedro en su discurso: "Nosotros somos testigos" y "nos encargó predicar al pueblo". Los oyentes tenían que ver la tarea apostólica como consubstancial con el seguimiento del Maestro Resucitado.

La intención de san Pablo al hablar de las cosas de "arriba" en contraste con las de "aquí abajo", va más allá de lo puramente ascético. Parece pensar en lo radicalmente nuevo que ha aparecido por la resurrección, la aceptación por la fe y la adhesión a Jesucristo sería lo "de arriba". Lo relacionado con la ley vendría a ser lo de "aquí abajo".

¿Puede haber contradicción entre el relato "Bienaventurados los que crean sin haber visto" y la frase de hoy "vio y creyó"? No solamente no hay contradicción, sino que hay reafirmación, porque cree no por lo que ha visto sino por lo que no ha visto.

Lo nuevo siempre apasiona, interesa, atrae. Pero compromete, y entonces hay muchos que prefieren dejarlo para otra ocasión. Lo grande del Evangelio es que ofrece un proyecto nuevo para todos. Cristo pensó en todo lo del hombre y en todos los hombres.

— "El sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres, después de Pedro.  «El discípulo que Jesús amaba» (Jn 20,2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir  «las vendas en el suelo» (Jn 20,6)  «vio y creyó» (Jn 20,8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro" (640; cf. 641-644).

— Al tercer día resucitó de entre los muertos:

"Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13,32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz" (638).

— La misión de los apóstoles:

"En el encargo dado a los apóstoles hay un aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay también un aspecto permanente de su misión. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos" (860; cf. 862-864).

— "Así como el pan que viene de la tierra, después de haber recibido la invocación de Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucaristía, constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, así nuestros cuerpos que participan en la eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la esperanza de la resurrección" (San Ireneo de Lyon, haer. 4, 18, 4-5) (1000).

Cristo es el germen de lo renovado, la meta de todos los esfuerzos, la ilusión de quienes, desde la fuerza del Misterio Pascual, llenan el mundo de esperanza.

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