El huracán Mitch “nos había llevado” a Nicaragua. El terremoto de Pisco “nos reclamó” a Perú. Una docena de personas nos embarcamos rumbo a Lima el día 8 de julio. El equipo estaba formado por dos sacerdotes, un seminarista y nueve jóvenes.
En el aeropuerto nos esperaban ya las primeras gratas sorpresas: el cariño con que siempre nos reciben al otro lado del Atlántico. Allí estaba el Padre Alejandro Zelada, Director Espiritual del Seminario Mayor de Cañete, y Marvin, un seminarista que acababa de regresar de Pamplona, donde había terminado sus estudios de teología.
En San Vicente de Cañete saludamos al Señor Obispo, Mons Ricardo García García. Nos acogió con gran cariño y comenzaron unos días de estancia en los que realmente estábamos en nuestra casa.
Residíamos en Cerro Alegre. El Padre Jorge y el Padre Armando se preocupaban continuamente de nosotros. Al Padre Federico lo veíamos poco. Coincidimos más en Lunahuaná, donde se lesionó y no pudimos verle más. La lesión, grabada en vídeo, habría que narrarla con más detalle, pero sería largo. Lo que sí hacemos es, desde aquí, desearle que pronto se recupere.
Todos los días comíamos en el Seminario Mayor. Lo pasamos en grande con las tertulias, los partidos –aunque no celebramos el definitivo encuentro para ver si los Eurocampeones nos volvíamos con la Intercontinental- y tantos momentos pasados en común.
Atendimos particularmente Playa Hermosa. Primero la recepción oficial, con bandera peruana y canto del himno del Perú; parlamentos de todos los presentes. También tuvimos visiteo por las casas para invitarles a la catequesis y diversos campeonatos.
En el día a día, a parte de los campeonatos de futbito, en los que participaron grande y chicos, se tenían las catequesis y la celebración de la Santa Misa. Hubo sesiones para niños, para los que iban a recibir el Bautismo y la Primera Comunión, para los novios prontos a casarse, para adultos…. Todos los días habían varios grupos en la iglesia o en sus alrededores. También vinieron los de Aguadulce. Insistieron en que fuéramos a celebrar en la capilla que tienen al Cristo de Cachuy y allí que fuimos: esa noche hubo confesiones, celebración de la Santa Misa, bendición de vehículos y de imágenes y…. “sopa seca” para todos los presentes. Fue realmente nuestra primera comida peruana cien por cien. Quieren que volvamos y me parece que lo van a lograr…
Cuando nos despedimos de Playa Hermosa ya habíamos compartido con ellos tantas horas y tantas cosas. Fue particularmente entrañable. La Iglesia llena como nunca. Hubo Santa Misa con bautizo. Luego nos invitaron a comer. En el porche de la iglesia se entregaron los premios. Luis siguió lanzando a voleo caramelos. No había forma de marchar. Quedamos en que todos los domingos, a las 19,30 horas de España nos acordaríamos de rezar por los de Playa Hermosa: en ese momento estarían comenzando su Misa dominical. Al párroco, Padre Thomas se le veía muy contento. Parecía que con su sonrisa nos decía que había valido la pena todo los esfuerzos que había hecho para que nuestra estancia en Perú fuera muy fructífera.
Capítulos de varios asombrosos.
No todo era Playa Hermosa. El Padre Thomas tenía todo previsto y, gracias a Dios, logró que todos trabajáramos a tope, procurando cada uno dar lo mejor de sí mismo. ¿En cuántos colegios dimos clase? Me parece que son incontables. Especialmente, se dieron clase en secundaria. Recorrimos todos los centros escolares, incluso lejanos como los de Asia (sí, Asia, una urbanización cercana a San Vicente de Cañete; también, para los elegidos para dar las clases, el asombro inicial fue grande) y cercanos como todos los que rodean la Catedral de San Vicente. Muchas fueron las clases. Algunos se reafirmaron como excelentes profesores, como ya lo habían demostrado en Nicaragua: Juan y los dos Gustavos. De otros, se esperaba que fuesen de altura y no defraudaron las expectativas: Pablo y Luis. Otros, fueron la gran revelación de la temporada: Esteban, Enrique, Juan Pablo, José María y Jesús. Todos aprendimos mucho de los alumnos de las diversas escuelas.
Junto con los colegios estuvieron las visitas al hospital y al penal. Al hospital se “escapaba” D. Juan Antonio cuando “la organización” le dejaba un hueco. Siempre solía ir acompañado. Mucho bien les hicieron estas visitas.
Al penal fueron acompañando al Padre Federico. Además, por la lesión tuvieron que sustituirle un domingo. Se confesaron bastantes y participaron en la Santa Misa. La visita a los presos españoles fue particularmente emocionante para ambas partes.
¿A dónde habrá ido a parar D. Juan Antonio?
Esta era una pregunta habitual. D. Juan Antonio, párroco ducho (por algo es el párroco de Los Infiernos, cerca de Cartagena) era el comodín para el Padre Thomas. Donde había un hueco, allí enviaban a D. Juan Antonio y allí que se lucía. Misa en San Luis, en Arona, en Girasoles, en… Catequesis, clases, etc. Administró casi todos los sacramentos. Para él han sido verdaderamente unas vacaciones “bien trabajadas”. Acabó conociéndose prácticamente toda la Prelatura. Esperemos que se anime a escribir un buen testimonio. Hay gran expectación con ello.
Lunahuaná
En el lugar de la eterna primavera y sol de todo el año. De Lunahuaná dicen las guías:
El pisco, los camarones, el pan caliente de las 3 de la mañana, los dulces, buganvillas, las parras, el río, el gran valle, las ruinas, los paseos a caballo, los puentes, la historia, la calidez y la belleza; eso es Lunahuaná, un valle ubicado en Cañete a 38 Km. al este de San Vicente y a 182 Km. al Sureste de Lima a casi dos horas de ésta. Tras un rápido recorrido por la panamericana sur, nuevas sensaciones, aventuras y sabores se abren paso en medio de ese mar verde que nos ofrece Lunahuaná con sol todo el año y un aroma a naturaleza espectacular. (Lunahuná)
Lo que las guías no dicen es lo que realmente nos llevó a ese lugar el IX Congreso Internacional de Teología, que organizado por la Prelatura de Yauyos, se desarrolló en el hotel Villasol desde el 15 al 18 de julio. Los temas que se trataron este año fueron “Cristo y la Biblia”, a cargo del Dr. P. Josemaría Monforte y “Nuevas Tecnologías al servicio de la Evangelización”, a cargo del Dr. P. Carlos Cremades y del informático Prf. Gustavo Mollá. Los tres ponentes venían de Valencia, España.
El curso contó con la asistencia del presbiterio de la Prelatura y otras jurisdicciones, religiosos, profesores de religión y público en general. Tuvo casi 250 asistentes. Este curso es parte de la formación permanente para el clero de la Prelatura de Yauyos. Ha servido para profundizar en la teología Bíblica con miras a la Gran Misión que nos invita la V Conferencia del CELAM en Aparecida.
A todos nos enriqueció considerablemente. Pasamos unos días muy entrañables en los que pudimos tomar el pulso más directamente a la realidad pastoral de la Prelatura de Yauyos. Todos salimos bien contentos, aunque algunos perdieron al fútbol y el Padre Federico se lastimó cuando volando dio un mal paso.
Operación Pachachaca’08
Así denominábamos el viaje a Perú. Era la cota más alta a la que íbamos a llegar y el lugar emblemático de nuestro voluntariado.
El lunes 21 salimos en la “combi” todo el equipo de españoles, encabezados por el Padre Alejandro, al que acompañaban dos seminaristas de Cañete: José María y Pepe.
Como se verá, las protagonistas fueron las Misioneras de Jesús, Verbo y Víctima, fundadas por Mons. Federico Kaiser, primer Obispo de laPrelatura de Caraveli, Perú.
Estas religiosas prepararon todo el viaje, facilitando que se llevara a cabo una evangelización extensa durante esos días. Las Misioneras, como parte de su carisma específico, trabajan en lugares a los que no llegan los sacerdotes. Desean aliviar el abandono de los fieles y mitigar su hambre de Dios, ofreciendo la atención religiosa con la mayor entrega posible. Saben que no pueden sustituir al sacerdote, pero preparan su camino. De todos modos, ya dan a las gentes un notable alivio: enseñándoles las verdades religiosas; administrándoles el bautismo; celebrando servicios religiosos con sermón, cantos, lecturas, oraciones y procesiones; asistiendo a los matrimonios; atendiendo a los enfermos y moribundos; realizando funerales y entierros; formando y guiando a los catequistas; actuando como notarios eclesiásticos, llevando los libros parroquiales y extendiendo actas de bautismo. Realizan este trabajo con el deseo, cuando es posible, de que un sacerdote visite esas comunidades al menos cuatro veces al año. Ante esta gran labor se entiende que cuando llegáramos nosotros el terreno estuviese muy preparado.
La primera parada fue en San Jerónimo. El colegio en pleno, con sus profesores, nos esperaban a la entrada del pueblo. Bendijimos la imagen de la Virgen Cholita que volvía a su pequeña ermita. La había robado y se restauraron los daños, se puso una puerta de metal y se compró la imagen de Nuestra Señora del Amor Hermoso.
Después tuvo lugar la Santa Misa. Antes, confesiones y tomar nota de quiénes iban a recibir el bautismo, la primera comunión y la confirmación. El Padre Alejandro bendijo después una zona que las religiosas han habilitado detrás de la iglesia como lugar de esparcimiento para los niños. Alguno, ya no tan niño, estrenó el tobogán…. Después de comer nos fuimos para Villafranca.
En Villafranca tuvimos el recibimiento más entrañable. Nos conmovieron de modo especial dos regalos que pasaron casi imperceptibles. Una chica joven entregó a un sacerdote una manzana. Una señora mayor unas granadillas cuando estábamos a punto de partir. Realmente nos dieron lo que tenían para ellos.
Podríamos ir relatando pueblo por pueblo, pero sería interminable. Resumimos. Se hicieron dos grupos. El primero salió para Tana, donde pasó la noche del lunes. De allí salieron al día siguiente de madrugada a pie y con caballerías a Chacamarca en donde, después de atender pastoralmente a esa buena gente, pasaron allí la noche. Al día siguiente partieron para Lincha, donde permanecieron dos días. El viernes de madrugada salieron para Pachachaca. Después de atender a todos, pernoctaron. A esas horas ya se habían hecho, con la bandera española, la foto tan deseada de la coronación de la gran meta: ¡los primeros españoles que llegan a Pachachaca! El sábado regresaron hasta Tana, donde encontraron al otro grupo.
Este segundo equipo durmió el lunes en Villafranca, el martes en Tana, el miércoles, el jueves y el viernes en Hongos, de donde regresaron el sábado por la mañana a Tana. Se desplazaban con una “movilidad”, manejada por la Madre Narcisa, a la que, por su gran habilidad en manejar el vehículo por esos caminos y la gran labor pastoral que desarrolla, la apodaron cariñosamente “sor Toyota”. En todos los sitios se realizaban unas tareas similares, pero muy entrañables y que dejan huella en cada uno: agradecer el recibimiento, visitar a las familias para invitarles a las celebraciones, confesar los sacerdotes, celebración de bautismos, primeras comuniones, confirmaciones. Atender a los enfermos. Rezar en el cementerio. Erigir los Via crucis que nos habían regalado para esta ocasión y compartir con ellos el campo de fútbol y la comida. A veces, también presidir los desfiles patrios, izando previamente la bandera patria.
Como es sabido los tres más altos se tuvieron que bajar por el soroche (mal de altura). Eso sirvió para que realizaran una gran labor en Catahausi y en Cerro Alegre. Hubo clases sobre el buen uso de Internet, tanto para los alumnos como para padres. También Luis y Pablo pudieron estar largo tiempo con los catequistas. Presenciaron el concurso de cocina típica peruana con papas y presidieron, como no, los desfiles patrios.
Nuestra aventura llegaba a su término. El último domingo celebramos en el penal y en el Santuario de Nuestra Señora del Amor Hermoso: no se sabe qué celebración fue la más emocionante. Luego pudimos gozar de nuestras andanzas por Perú con una sesión de fotos en el seminario. El señor Obispo pasó a despedirnos, pidiéndonos que volvamos el año que viene: ¡habrá que hacerle caso!
El lunes, Lima de despedida. Dormimos en Chaclacayo. Pudimos contemplar el Santuario que han levantado las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús y estar con algunas de las pequeñas que viven en el Hogar: Luis nos transmite su testimonio.
Llegó la hora de partir. Los sentimientos eran contrapuestos. A todos nos dolía la partida. Gustavo hizo una foto en la que se ve a Juan Pablo, a Juan, a Luis y al otro Gustavo sentados en el aeropuerto; cansados y... cosas de la vida, al fondo se lee un lema comercial: “llegamos a donde otros no llegan”. La memoria se escapaba a tantas vivencias de estos días, en particular a Yauyos.
El día que yo pedí la Admisión en el Opus Dei uno de aquel Centro, mientras me felicitaba dándome un abrazo, me dijo: ¡Vas a vivir la aventura más maravillosa de tu vida! No me imaginaba entonces la de capítulos, a cual más interesantes, como este de Perú, que iba a tener esa aventura.
Carlos Cremades
Valencia, 14 de agosto de 2008
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