Eduardo Ortiz de Landázuri: Supernumerario en proceso de Canonización
Video testimonio de una supernumeraria de Canarias
Vicente, joven supernumerario de Valencia, responde preguntas sobre el Opus Dei
Palabras de San Josemaría sobre la vocación matrimonial
Testimonio de una supernumeraria mexicana: Martha Orozco
Testimonio de un supernumerario barcelonés: Jaume Pujol
Breve explicación
La mayoría de los fieles del Opus Dei son los miembros supernumerarios: se trata por lo general de hombres o mujeres casados, para quienes la santificación de los deberes familiares forma parte primordial de su vida cristiana.
Explicación más larga de la vocación de supernumerario del Opus Dei
Se llaman Supernumerarios (o Supernumerarias) los fieles de la Prelatura casados o solteros, pero en todo caso sin compromiso de celibato que, con la misma vocación divina que los demás, participan plenamente en el apostolado del Opus Dei.
Su disponibilidad, por lo que se refiere a las actividades apostólicas, es la que resulta compatible con el cumplimiento de sus obligaciones familiares, profesionales y sociales.
Tienen la misma vocación que los numerarios y los agregados: están llamados a la plenitud de la vida cristiana, santificando su trabajo profesional y haciendo apostolado entre sus familiares y amigos.
Eduardo Ortiz de Landázuri: Supernumerario en proceso de Canonización.
Segovia, 1910 - Pamplona, 1985.
Médico y catedrático, puso toda su ciencia al servicio de Dios y de los enfermos que acudían a su consulta. La dedicación a sus pacientes y a su familia -tuvo siete hijos- era consecuencia de su amor a Dios y a la Virgen.
Más información sobre la vida de Eduardo Ortíz de Landázuri
Video testimonio de una supernumeraria catequista de las Canarias
Vicente, joven supernumerario de Valencia, responde preguntas sobre el Opus Dei
Página institucional del Opus Dei, en la que se explica la vocación de supernumerario.
Página sobre el Siervo de Dios Ernesto Cofiño, supernumerario guatemalteco del Opus Dei.
Blog no oficial con respuestas sobre la vocación de supernumerario.
Artículo en memoria de Álvaro Domecq, supernumerario del Opus Dei.
Palabras de San Josemaría sobre la vocación matrimonial
Camino, 27:
- ¿Te ríes porque te digo que tienes "vocación matrimonial"? -Pues la tienes: así, vocación.
Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del camino, como a Tobías.
Es Cristo que pasa, 24:
El amor puro y limpio de los esposos es una realidad santa que yo, como sacerdote, bendigo con las dos manos. La tradición cristiana ha visto frecuentemente, en la presencia de Jesucristo en las bodas de Caná, una confirmación del valor divino del matrimonio: fue nuestro Salvador a las bodas -escribe San Cirilo de Alejandría- para santificar el principio de la generación humana.
Conversaciones, 91:
El secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en el trabajo de todos los días, en el que colabora la familia entera; en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento también de todos los adelantes que nos proporciona la civilización, para hacer la casa agradable, la vida más sencilla, la formación más eficaz.
Transmitimos un testimonio de la pintora mexicana Martha Orozco, quien ha combinado su amor por la pintura y las enseñanzas de san Josemaría Escrivá.
50 años pintando transcurren rápidamente, tan rápido como la vida. En este periodo he realizado más de 600 retratos.
Nací en la Ciudad de México en familia de tradición artística. Dada mi inclinación hacia la pintura y gracias al apoyo de mis padres, pude tomar clases con dos grandes maestros: Orellana y Bardasano.
En 1955 me casé. Pronto mi marido, Pepe, presentó una afección cardiaca que poco a poco fue limitando sus actividades, lo que hizo necesario que yo fuera compaginando la dedicación a mi hogar con la pintura profesional. Hemos tenido siete hijos.
Dentro de esa difícil situación, en los años 70 conocí el Opus Dei. Desde entonces las enseñanzas de su Fundador -ahora san Josemaría- han iluminado mi vida y la de toda mi familia.
Siempre he tenido el taller de pintura en mi casa, lo que me ha permitido atender a los míos y trabajar haciendo retratos. En este espacio donde se hojean libros de arte, se recorta, se modela, se construye, en un ambiente cordial -con luz adecuada, orden, limpieza y un profundo respeto a la libertad personal-, se fueron formando mis hijos. Crecieron en talento y virtudes, y aprendiendo a santificar el trabajo ordinario, tratando de realizarlo con la mayor perfección posible para ofrecérselo a Dios.
Soy miembro de la American Society of Portrait Artists y de la Sociedad Mexicana de Acuarelistas, y he obtenido reconocimientos y premios importantes, sin embargo mi mayor alegría es que mis siete hijos llevan una vida limpia cara a Dios.
Cuatro de mis hijas son supernumerarias del Opus Dei, como yo, y el resto son cooperadores de la Obra y, por supuesto, de la Iglesia entera. Todos manejan los pinceles con más o menos maestría y tratan de transmitir a sus hijos -¡mis 18 nietos!- el amor a la belleza y la búsqueda de la verdad.
Testimonio de un supernumerario barcelonés: Jaume Pujol.
Jaume Pujol es padre de siete hijos y tiene cinco nietos. Este barcelonés, supernumerario del Opus Dei.
Hace ya muchos años, hacia 1959 o 1960, cuando fui por primera vez por un centro del Opus Dei, el Palau, me dijeron: "Mira Jaume: tú verás lo que haces, porque aquí nadie te va llamar para que sigas viniendo para formarte". Y es curioso: aunque hasta aquel momento yo no había sido constante en nada, comencé a ir regularmente por allí a los medios de formación cristiana, sin que nadie me lo recordara, especialmente a las meditaciones que predicaba un sacerdote ya fallecido, don Remigio Abad, que tenían lugar los sábados por la tarde.
Poco después me eché novia y comencé a salir con la que ahora es mi esposa. Al principio no sabía qué hacer, porque yo deseaba seguir asistiendo a las meditaciones de las tardes de los sábados, y las novias suelen pedir esas tardes "en exclusiva". Se solucionó cuando ella comenzó a ir a Pineda, un centro para chicas, donde también tenían meditación los sábados por la tarde.
Durante ese tiempo nos planteamos los dos por nuestra cuenta la posibilidad de ser del Opus Dei. Hablamos del asunto y quedamos en que cada cual decidiría lo que quisiera y que no hablaríamos más del tema hasta que nos hubiéramos casado. Y aunque ese tipo de acuerdos entre novios no suelen cumplirse casi nunca, en nuestro caso se cumplió. En otros temas no; y nos pasó como a tantos novios, que hablan de todo menos de lo más importante... Pero a eso me referiré más adelante.
La vida es así. Por ejemplo, nosotros no queríamos un noviazgo largo y por unas cuestiones y otras, estuvimos seis años esperando a casarnos. Y aunque hablamos de mil cosas durante ese tiempo –porque seis años dan para mucho-, no hablamos nunca, por ejemplo, de temas tan vitales como sobre si deseábamos tener muchos hijos o pocos.
Durante el viaje de novios pasamos por Roma, donde nos recibió San Josemaría. Fue un encuentro decisivo para los dos. Nos preguntó de forma muy cariñosa por nuestros padres y por nuestro viaje de novios, y nos comentó que se conocía Europa como los pasillos de su casa, porque había viajado por muchos países por razones apostólicas. Luego nos estuvo hablando del matrimonio con una claridad inusitada, con gran sencillez y profundidad.
Cuando nos despedimos de él, recordé en lo que habíamos quedado siendo novios y le pregunté a mi mujer: - Oye, por cierto, ¿y tú qué? Y ella me dijo: - Pues sí, yo soy del Opus Dei, ¿y tú?. - Yo, no -le respondí. Y seguimos hablando de otro asunto.
Ahora me doy cuenta de lo decisivo que fue aquel encuentro con san Josemaría, porque colaboro con cursos de orientación familiar desde hace años, y no he olvidado nunca sus palabras.
Pero en el Fert, entidad donde colaboro, no sólo hablamos de los hijos: los hijos son importantes y la vida conyugal también; porque hay muchos casados que desean que les hablen del matrimonio de forma clara, realista, y al mismo tiempo, positiva.
En esos cursos de orientación familiar animo a los matrimonios a que dialoguen mucho entre ellos, porque a algunos les sucede como a nosotros cuando éramos novios: no hablan a fondo de las cuestiones verdaderamente importantes. Yo, por ejemplo, me sorprendí cuando éramos padres de cuatro hijos -que a mí me parecían muchísimos- y mi mujer me dijo que deseaba tener más. Tuvimos siete, y uno de ellos se nos murió muy joven, en un accidente de tráfico. Es algo muy duro para unos padres, algo muy difícil de entender.
A mí me ayudan mucho esas palabras de san Josemaría, cuando comentaba que durante esta vida sólo vemos la parte trasera del tapiz, llena de nudos. En el Cielo, veremos la otra parte, las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida sin que nos demos cuenta y comprenderemos por qué las ha querido o las ha permitido; porque todo es para bien.
Cuando nos casamos nos fuimos a vivir a la Guineueta, en Nou Barris, donde está Brafa, una obra corporativa del Opus Dei con la que toda mi familia ha tenido mucho contacto. En Brafa he recibido aliento y estímulo para sacar adelante una familia numerosa como la mía, que en los tiempos que corren no es fácil, pero no es algo imposible: ¡no exageremos!
Algunos conocidos me dicen: "pero, hombre, ¡siete hijos! eso es imposible, eso no puede ser"; y yo les digo: "mira, no me digas que es imposible y que no puede ser, porque en mi casa, que es un piso de 75 metros cuadrados con un único cuarto de baño, ha sido; y hemos vivido nueve personas durante muchos años muy contentos y sin ningún tipo de crisis especial. Y somos gente bastante normal".
En la última comida familiar nos juntamos diecisiete, y un hijo mío nos dijo que estaban esperando un hijo. Nos hizo muchísima ilusión. Ya tengo cinco nietos y pronto serán siete. Estoy, por lo que me dicen, en la fase A de los abuelos. Mis amigos con nietos hablan de una primera fase, en la que aún te puedes tirar al suelo para jugar con los nietos; y la fase B, en la que tienes la misma disposición de siempre, pero la edad te va pasando factura y al cabo de dos horas con ellos acabas agotado...
Yo al principio no lo entendía, pero ahora lo voy comprendiendo, porque no son lo mismo sesenta que setenta. Esos diez años se notan. Mientras pueda, procuraré estar todo lo posible con mis nietos, porque eso es muy bueno para la familia.
En cuanto a mi familia, es una familia cristiana normal, en la que hemos procurado educar a los hijos en un clima de libertad. Por eso, hay temas que no se tocan, como a quién votan o a quién dejan de votar. Y procuramos que todos se respeten entre sí, incluso en cuestiones como el fútbol, que en Barcelona levanta pasiones. Ahora un hijo mío está saliendo con una chica que es muy, muy del Español, mientras que su hermano es acérrimo del Barça. No sé que vamos a hacer.
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Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
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El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
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El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |