Intrigas de palacio y drama amoroso. Mayores. El ambicioso Príncipe de Condé desea recuperar el favor del rey de Francia, Luis XIV. Para ello decide organizar grandes fiestas en su castillo de Chantilly a las que invita a toda la corte. La responsabilidad está en manos de Vatel, que trabaja de forma incesante para satisfacer al rey con los festejos. Pero éste se enamora de Ann de Montausier, dama de la Reina, que es cortejada por el abyecto Marqués de Lauzan y por el propio Rey Sol."Vatel" tiene demasiados triunfos en baraja como para no ser una buena película, pero podría haber sido mejor. Roland Joffé ya ha demostrado varias veces su valía como creador de puestas en escena complejas, históricas, y de grandes vuelos. Además contaba con el apoyo de la música de Morricone y de "la Bella y la Bestia" del cine actual: la hermosa Uma Thurman y el rudo Depardieu, que han protagonizado una trama amorosa de fórmula ya empleada otras veces en el cine (la Bella que desaira a sus apuestos pretendientes para elegir al más tosco, pero más noble). La historia es una hermosa parábola sobre el hombre que anteayer era medieval y que se ha convertido en moderno: Vatel es un hombre que todavía busca el absoluto, pero que es esclavo de una forma de entender el trabajo. Cuando comprende que su amo no le valora todo lo que debiera, su vida deja de tener sentido. Esta relación entre ambos -una de las mejores tramas del film- pone de manifiesto cómo la mejor forma de dignificar la vida y el propio trabajo es darlos por la obra de Otro. Pero aquí, ese Otro es sustituido por uno en minúsculas, un Príncipe, y entonces el santo principio se vuelve contra el hombre. La historia de amor -un complejo triángulo de pasiones oscuras y amores sinceros- es lo más rico del argumento, y responde a los patrones más clásicos que hemos citado arriba. También es reseñable la denuncia que hace el film de una corte decadente y corrupta. Por supuesto no falta la alusión homosexual de turno con un ambiguo aderezo. Por último es imprescindible alabar la obra maestra del verdadero "Vatel" de la película, el diseñador de producción, Jean Rabasse, que ha llevado a cabo una de las direcciones artísticas más impresionantes de los últimos años. El film de Joffé logra combinar las intrigas de palacio y el drama amoroso, con una deslumbrante puesta en escena, que nos mete de lleno en lo que debieron de ser los fastos de la época del Rey Sol. Las ocupaciones de Vatel dan lugar a escenas muy bien coreografiadas, que se acompañan de la inspirada música de Ennio Morricone. Se entiende la candidatura al Oscar a la mejor dirección artística que logró la película. Al final de la primera jornada el Príncipe felicita a Vatel por la buena marcha de los festejos. Un poco antes aparecen -brevemente- unos ensayos de la fiesta de Neptuno, con un grupo de chicas, que se debe suprimir. Y un poco después aparece -también brevemente- Ann de Montausier sola en su habitación, también se puede suprimir. La altura moral de Vatel a lo largo de toda la película queda algo empañada con su final. (Pantalla 90- Almudí JR y CR).