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Dirección y guion: James DeMonaco. País: USA. Año: 2013. Duración: 85 min. Género: Thriller, terror. Interpretación: Ethan Hawke (James Sandin), Lena Headey (Mary Sandin), Max Burkholder (Charlie), Adelaide Kane (Zoey), Edwin Hodge (la presa), Rhys Wakefield (el extraño educado). Producción: Michael Bay, Jason Blum, Andrew Form, Sébastien Kurt Lemercier y Bradley Fuller. Música: Nathan Whitehead. Fotografía: Jacques Jouffret. Montaje: Peter Gvozdas. Diseño de producción: Melanie Jones. Vestuario: Lisa Norcia. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en USA: 7 Junio 2013. Estreno en España: 12 Julio 2013.
Reseña:
En 2022, las cosas han cambiado en Estados Unidos. Para acabar con la delincuencia, los Refundadores de la Patria, han declarado legal que una noche al año se puedan cometer cualquier tipo de crímenes. Es el día de La Purga, que sirve para canalizar el odio y la violencia contenidos durante todo un año. Compuesta por James (Ethan Hawke) y Mary (Lena Headey), y sus hijos, la adolescente Zoey (Adelaide Kane) y el preadolescente Charlie (Max Burkholder), la familia Sandin no siente la necesidad de matar a nadie, y esa noche se protegen en su casa fuertemente blindada. Todo parece ir sobre ruedas hasta que un indigente (Edwin Hodge) pide protección a las puertas de su casa.
Claramente inspirada en cintas ya clásicas como “La naranja mecánica” o “Fanny Games”, esta violentísima película del neoyorquino James DeMonaco (“Staten Island”) quiere plantear la irreductibilidad de la conciencia moral frente a una concepción instintiva del ser humano. El bien es el bien y el mal es el mal, diga lo que diga el Estado. Sin embargo, da la sensación de que la reflexión ética y antropológica es una excusa para construir una película de género desmedidamente gore, que busca precisamente la connivencia instintiva con el aterrado espectador. Esta sensación de trampa atraviesa toda la película, descarada en sus referentes, tópica en sus desarrollos y muy poco verosímil en el planteamiento de muchas de sus escenas. Este artificio obliga a sus excelentes intérpretes a forzar su trabajo, tratando de extremar el contenido emocional de la cinta, sin conseguirlo.
A pesar de todo, se agradece la claridad de la exposición ética, aunque desgraciadamente epidérmica, y se echa de menos una fundamentación de las convicciones de Mary, que encarna la integridad. En cualquier caso, la opción por la explicitud de la violencia hace que la película la puedan digerir muy pocos estómagos. (Cope J. O.)