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País: Gran Bretaña Dirección: John Fawcett Guión: Paul Tamasy, Stephen Massicotte, sobre la novela "Sheep" de Simon Magín Fotografía: Christian Sebaldt Montaje: Chris Gill Música: Ed Butt Vestuario: Efion Elinor Intérpretes: Maria Bello, Sean Bean, Sophie Stuckey, Abigail Stone, Maurice Röeves Distribuidora: Aurum
Desde las imágenes iniciales de la isla de Man, perfectamente fotografiada por Christian Sebaldt, se crea una vaga inquietud, una especie de vértigo interior. El mar embravecido, las negras rocas, una luz fría... La madre y la niña van en coche por el camino del acantilado. Hay tensión y malestar entre ellas. Por un serio motivo, por una grave culpa, que queda en el secreto y que será una de las bases de la misteriosa tragedia. Pierden el camino, se hace oscuro, tienen que detenerse y pasar la noche en el automóvil. A la mañana siguiente llegan al fin a la inmensa casa, casi al borde del precipicio, donde está el padre. Un ganado de ovejas pasta en las verdes y onduladas colinas del acantilado.
La novela que la película recrea se titula Oveja. Cierto que no es un buen título ni para película ni para libro, pero el comportamiento de las ovejas llevará a conocer una terrible historia que allí tuvo lugar y que, gracias a los hilos del mal y de la libertad humana, engarza, más allá y más acá del tiempo, con la grave culpa secreta entre madre e hija, de la que el padre no es ajeno.
Es ciertamente una película de terror sobrenatural. Los elementos son males morales y males espirituales. El trágico destino de sus autores, los protagonistas, entra también en el área angustiosa del alma y de los sentimientos castigados, oprimidos, en un para siempre de tortura y desesperación. Es una ficción, es un terror imaginado, retorcido, es una rara pervivencia del mal activo fuera de los límites del mismo mal... Pero es ficción que aterra, porque juega con elementos bien reales: la culpa, el engaño, el crimen, la libertad...
No quiere esto decir que el casi nuevo John Fawcett (es su segunda película, aunque haya trabajado en TV) no recurra a la materialidad de un ambiente tenebroso y oscuro en ocasiones, a un ruido inquietante, a unos ojos vacíos, a una música que subraya y hasta provoca el efecto del susto y del miedo. Pero el miedo hondo, el verdadero terror, es sobrenatural. El más hondo, el más terrorífico.
Sean Bean y Maria Bello, sobre todo Maria por más protagonista, transmiten y hacen compartir la atenazadora ansiedad de unos padres que buscan a su hija, quizá muerta, más allá de lo posible... Y llevan a la opresora angustia de lo imposible realizado. Dos grandes interpretaciones que cooperan decididamente a una solidez en la historia que sin ellos no la tendría.
Pues hay que admitir que el guión hace a veces trampas, se escabulle otras veces con efectismos, deja cosas embarulladas, que el director filma con imágenes también embarulladas o efectistas... Pero lleva a la nave a puerto tras una bien acabada travesía. Imágenes. (Filasiete / Almudí)