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Sweeney Todd. El diabólico barbero de la calle Fleet

Sweeney Todd. El diabólico barbero de la calle Fleet

Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Tim Burton
Dirección: Tim Burton
Intérpretes: Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Timothy Spall, Sacha Baron Cohen, Jayne Wisener.
Guión: John Logan
Música: Stephen Sondheim, Hugh Wheeler
Fotografía: Dariusz Wolski
Distribuye en Cine: Warner
Duración: 115 min.
Género: Drama, Musical, Romántico

Locuras de amor 

    Inspirada adaptación burtoniana del sangriento musical de Stephen Sondheim y Hugh Wheeler, basado a su vez en una criminal leyenda urbana, de la que algunos aseguran que tiene cierta conexión con la realidad, cosa poco clara. La trama se ambienta en el Londres contemporáneo de Jack el Destripador y demás facinerosos de esa ralea.
 
    Allí Benjamin Barker llevaba una feliz vida de hombre casado y padre de una niña, pero el desalmado juez Turpin puso sus lujuriosos ojos en la esposa; de modo que se las arregló para condenar injustamente a Barker, y robarle a su familia. Pasados los años Barker, ayudado por un joven marinero, regresa a Londres bajo otro nombre, el de Sweeney Todd; la única idea que ocupa su cabeza es la de venganza, acrecentada cuando le comunican la trágica muerte de su esposa, y que su hija es la pupila de Turpin. 

    Traza entonces el plan de poner una barbería encima del garito de empanadas asquerosas que regenta la señora Lovett; la idea es rebanar el pescuezo a su mortal enemigo, y antes irá tomando práctica con los incautos que acudan a solicitar sus servicios; para deshacerse de los cuerpos, nada mejor que incorporar nuevos y sabrosos "ingredientes" a las empanadas de la señora Lovett. 

    Esta macabra película encaja muy bien en el cine de Tim Burton por su conjunción de elementos feístas con componentes exacerbadamente románticos. A lo largo de una trama trufada de bellas canciones, que han debido ser convenientemente adaptadas y a veces recortadas con respecto al original, hay muchas historias de amor. 

    Por supuesto la truncada de Barker-Todd con su esposa, pero también la de la señora Lovett por Todd, la del marinero por Johanna, la hija de Todd, o esa suerte de amor maternofilial entre la señora Lovett y el niño ayudante del barbero Pirelli; por no referirnos a la degradación del amor a que apunta Turpin. Y se trata sobre todo de una nostalgia de amor, de un deseo más que de algo verdaderamente logrado. 

    En ese sentido resulta curioso que Burton haya contado de nuevo con Johnny Depp y Helena Bonham Carter, los protagonistas animados de La novia cadáver. A pesar de que la película que nos ocupa está recorrida por un sentido más trágico, existen puntos de conexión, por las dificultades del amor, por el componente musical, e incluso por la paleta de colores, esos tonos oscuros y apagados, que sólo son negados en los pasajes en que la señora Lovett imagina una imposible vida familiar con Todd y el niño, un esquema semejante a la confrontación mundo de los vivos-mundo de los muertos del film citado. 

    Burton cada vez tiene un mayor dominio del oficio de cineasta. Esta película se prestaba a los excesos, pero logra mantener cierto equilibrio. Parece claro que no le interesa la violencia por la violencia. Aunque desde luego, tiene un toque "gore", sobre todo en la primera "faena" de Todd, donde carga la mano tal vez para que nadie le pueda tachar de blando. 

    Hay una magnífica dirección artística, una fotografía excelente, un cuidado vestuario y reconstrucción de Londres, también con ordenador. Los actores cantan todos, y están muy bien en sus diferentes papeles. Johnny Depp exhala todo el tiempo en su rostro la tragedia que le ha carcomido el alma, un papel en las antípodas de su Jack Sparrow, por poner un poner; Helena Bonham Carter sabe conjugar algunos momentos cómicos con su despertado deseo de maternidad, y su conciencia de prestarse a un horror. 

    Los villanos, Alan Rickman y Timothy Spall, hacen lo que cabe esperar de ellos, con gran profesionalidad; mientras que Sacha Baron Cohen tiene un personaje que le va al pelo, de opereta. (Decine21 /Almudí JD-AG)