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País: España Dirección: Daniel Cebrián Guión: Daniel Cebrián, Imanol Uribe Fotografía: Gonzalo Fernández Berridi Montaje: Búster Franco Música: Iván Miguélez Intérpretes: Darío Grandinetti, Álex González, Eva Marciel, Laura Aparicio, Maru Valdivielso Distribuidora: Warner Sogefilms
Daniel Cebrián acaba de obtener el Premio Pilar Miró al Nuevo Director en la Seminci de Valladolid. Éste es su segundo largo después de Cascabel (2000).
Cabría decir que es ésta una película romántica, a pesar de la buscada ambientación de barrio y personajes marginales. También cabría calificarse de film folletinesco, por cuanto quiere ser un relato humano, con emoción e intriga, con bondad y perversión (que no con buenos y malos), y un tanto inverosímil.
Una escuela de boxeo en Vallecas/Moratalaz (Madrid), barriadas tergiversadas hacia lo peor de sí mismas, y mugrientas. Un par de golfas trepadoras, unos cuantos golfos un poco más necios, salvo el que interpreta Darío Grandinetti, que hace de golfo de golfos, desvalijador de bancos, elegante triunfador, y de algún modo, heroico; y una madre sufridora, con dolor de espalda, bata gris de felpa y zapatillas...
El lenguaje cinematográfico es correcto, aunque los personajes -como está dicho- sean tópicos, repetidos, ya muy vistos... Sólo Grandinetti logra sacar con fuerza a su personaje de la plana vulgaridad. Es extraño que la fotografía, sobre todo al principio, no sea muy buena.
Esta historia parece rizar el rizo con el tópico, a sabiendas, como si pretendiera exprimir de él sus más suculentas gotas... Se quiere hacer ver un ambiente en el que la miseria aplasta (también es verdad que uno de los coleguis no quiere trabajar) y en el que se aspira y sueña en conseguir el lujo a cualquier precio; es propio de este clima humano que la moral corra veloz por los suelos. Se cede, reiteradas veces, a lo bajuno y soez, con un caprichoso naturalismo sucio en el retrato del sexo (¡cosa curiosa!, hay un muerto a tiros, y otro pierde una pierna con la consiguiente operación... pero no se muestra ni la pierna espachurrada ni vemos una gota de sangre...).
El relato tiene cierto interés, gracias a un guión aceptable que el director ha escrito con Uribe, con el que ya trabajó como ayudante de dirección en Días contados. Bien que, en sus breves diálogos, algunos personajes hacen declaraciones filosófico-teológicas o de fe poco coherentes. ¿Es debido a un intento de caracterizar la ignorancia de esos tipos, o eso es a causa de ciertos lapsus de los guionistas? Por ejemplo, uno dice algo así: "Con lo miserables, necios y malvados que somos, yo no puedo creer en un Dios bueno y sabio que nos haya creado. ¡Sería un dios estúpido! Somos un momento de la evolución de una materia que se conoce a sí misma". Y Grandinetti, como hace tan bien su personaje, se queda tan ancho: no considera su libertad de vivir desastradamente ni, menos, el pecado original. Y el cura en el entierro asegura que Jesucristo estaría de parte del muerto, porque Él estaba de parte de los vagos, drogadictos, lujuriosos, borrachos, ladrones... ¿Lo dice así sin matices? No hay matices. Dicho así parecería que el cristianismo ya no nos invita a la buena voluntad, al amor fraterno y a los semejantes, sino a la cuchipanda más orgiástica, desmesurada y descontrolada...
La película se deja ver. Está ordenada, tiene ritmo, hay cierto suspense... Y alguna escena, como la del Segundo asalto, está especialmente lograda. O sea que, salvo lo dicho en contra, que no es poco, por lo demás, bien... (Filasiete / Almudí) pend prev