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País: EE.UU. Dirección: Darren Lynn Bousman Guión: Leigh Whannell, Darren Lynn Bousman
Fotografía: David. A. Amstrong Montaje: Kevin Greuter Música: Charlie Clouser Intérpretes: Donnie Wahlberg, Shawnee Smith, Tobin Bell, Franky G, Glenn Plummer, Beverly Mitchel, Dina Meyer, Emmanuekke Vaugier, Erik Knudsen Distribuidora: DeAPlaneta
Es poco más o menos como Saw: la misma situación y el mismo sitio. Un maníaco depravado, asesino en serie, ha encerrado a unas personas en un lóbrego y nauseabundo sótano. Su voz en una casete propone a los presos un juego de adivinanzas para que se puedan salvar en un tiempo límite o morir cruelmente asesinados.
Todo es oscuro. Con frecuencia la cámara recurre obsesivamente a visiones vertiginosas y acumulativas, a lo repugnante y vomitivo; son constantes los destemplados gritos e insultos de los personajes.
El realizador -es el primer largo de este chico de Kansas de 26 años- ha pasado una nota a los críticos pidiéndonos que no revelemos el final: puedo asegurar y aseguro que si lo revelara daría igual. Toda la película es un pufo sanguinolento, pero hay además varios pufos capitales en el guión que ni vale la pena indicar: pues, sin empujarlo, el relato ya se viene abajo él solito. Hace un año, Saw, dirigida por el malayo James Wan, costó 1'2 y recaudó 55. La secuela ha costado 4 y ha hecho 80 en la taquilla norteamericana. Vivir para ver (para ver, entre otras cosas, la cuenta corriente del australiano Leigh Whannell, guionista de las dos películas y productor ejecutivo de la segunda). (Filasiete / Almudí)