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  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2008
  • Dirección: Brian De Palma
Dirección: Brian De Palma
Intérpretes: Rob Devaney, Izzy Diaz, Patrick Carroll, Daniel Stewart Sherman, Kel O'Neill, Mike Figueroa, Ty Jones.
Guión: Brian De Palma
Fotografía: Jonathon Cliff
Distribuye en Cine: On Pictures
Duración: 90 min.
Género: Drama, Bélico

La guerra en vídeo 

    A la “nueva ola” de películas sobre la guerra de Irak se suma Brian De Palma con un título rodado con cámaras digitales de alta definición, y escrito y dirigido por él, que se basa en un caso real de violación de una adolescente local por soldados estadounidenses; una idea que no es nueva en el cineasta, quien ya abordó una trama semejante en Corazones de hierro, situada en la guerra de Vietnam. 

    Lo que varía, y de modo sustancial, es el modo de contar la historia al estilo documental. Pues toda la trama la componen imágenes tomadas por distintas cámaras: la del soldado Salazar, aspirante a cineasta; las de unos reporteros franceses; las cámaras de seguridad de la base estadounidense; las cámaras de los terroristas, que graban sus brutales acciones violentas; videoconferencias; videoclips colgados en internet; el vídeo grabado por un amigo cuando uno de los soldados vuelve a casa… 

    De Palma arroja así una idea sugerente: que vivimos en una era audiovisual sin precedentes, donde multitud de hechos son susceptibles de ser grabados por multitud de cámaras, de modo que si existiera un montador capaz de reunir y editar ese material, podría ofrecer historias como la que cuenta esta película. 

    Dicho lo anterior, De Palma nunca oculta su posición rabiosamente contraria a la intervención de su país en Irak. De modo que con inteligencia, pero con parcialidad, cuenta una historia terrible y violenta, donde se llevan la palma dos soldados, auténticos cafres, que sólo piensan, tras una primera incursión, en el modo de violar una jovencita iraquí. 

    Quizá este par de personajes sería tan cafre en Irak como en Arkansas, por poner un poner, pero el caso es que están en Irak, con lo cual el cineasta puede acusar a la administración Bush, al menos, de exportar fuera de su país a semejante chusma. 

    El resto de compañeros son humanos, aunque no falta ese morbo, clásico “voyeurismo” De Palma, del soldado que lo filma todo sin intervenir ante una acción injusta, y en general una “parálisis” colectiva que lleva a “cerrar los ojos” e inhibirse, aunque la “procesión” del remordimiento en varios casos va por dentro. 

    Quizá entre los americanos -sometidos a una fuerte presión psicológica, se nos dice con honradez-, sólo se salva en honestidad el duro sargento, militar de carrera cuya principal preocupación es que sus chicos vuelvan a casa sanos y salvos. 

    Cuando De Palma se muestra más desequilibrado es a la hora de hablar de los terroristas. Aunque muestra sus acciones terribles, atentados y una decapitación, están insertadas en un contexto de insurgencia que, si no justifica, sí al menos excusa el mencionado salvajismo. 

    La idea que parece querer transmitir el director es que Estados Unidos no pinta nada en Irak, por lo que se pueden entender las acciones del rival encaminadas a expulsarles de allí. Aunque el film parece presentarse como si hubiera sorteado mil obstáculos para ver la luz, por la oposición gubernamental, el hecho es que ahí está para quien quiera verlo, lo que dice mucho acerca de la libertad de expresión en EE.UU. 

    De Palma (Nueva Jersey, 1940) ha usado un formato de falso documental, que sorprende en un director caracterizado por el barroquismo de sus planos secuencias interminables, sus pretenciosos montajes, su empleo abusivo de la stedy. Muchas veces criticado por ser demasiado pretencioso, entrega una cinta áspera que utiliza imágenes de Youtube, Messenger ó Skype junto con formatos de video-aficionado, logrando una meritoria unidad. 

    Con actores desconocidos su película transmite el embrutecimiento y la abyecta conducta de unos soldados deseosos de volver a casa con un estilo cercano al Dogma 95 y a títulos recientes como Jarhead. Si no fuera por el final (un power point con música de ópera, más propio de un mitín que de una película), la película sería más eficaz por menos maniquea. 

    Lo molesto es que cuando entrevistan o filman la vida de soldados continuamente hay posters detrás con imágenes: valorar: 14:43 a 15:30/22:55 a 23:17. En el minuto 39 juegan a cartas y los motivos de las cartas son imágenes. Imagen a suprimir: 51:45 a 52.(decine21 / Filasiete / Almudí SC-JD)