Serbia (Optimisti) Dirección: Goran Paskaljevic Guión: Vladimir Paskaljevic, Goran Paskaljevic Fotografía: Milan Spasic Montaje: Petar Putnikovic Música: Aleksandar Simic Intérpretes: Lazar Ristovski, Bojana Novakovic, Petar Bozovic, Glogova, Nebojsa Milovanovic, Danica Ristovski, Mira Banjac, Lazar Milosevic Distribuidora: Nirvana Duración: 98 minutos Público Adecuado: Adultos VSX Espiga de Oro en el reciente Festival de Valladolid, Optimistas es la última película del realizador serbio Goran Paskaljevic, un viejo conocido de la Seminci (donde ya fue galardonado por La otra América y ha sido objeto de una retrospectiva) y de San Sebastián (premio especial del Jurado 2004 por Sueño de una noche de invierno). Con esta cinta, Paskaljevic (Belgrado, 1947) completa su trilogía sobre la Serbia de la última década, construida con un pesimismo demoledor. Iniciada en 1998 con El polvorín, en torno a la violencia existente en el seno de la sociedad serbia durante la dictadura de Milosevic, le siguió en 2004 por la citada Sueño de una noche de invierno, una metáfora sobre el autismo en el que quedó inmersa una parte de la antigua Yugoslavia tras el asesinato de su primer ministro, Zoran Djindjic. Ahora con Optimistas Paskaljevic vuelve a ajustar las cuentas con la Serbia de nuestros días, a la que considera sumida en la falsa esperanza de un falso cambio. Su película hace un retrato coral de unos personajes sometidos a ilusionistas-locos, de violadores poderosos, de personas humilladas, de estafadores sin escrúpulos, que permanecen fieles al lema del Cándido de Voltaire: "Optimismo es la manera de sostener que todo va bien cuando todo va mal". Con una sólida realización y un ajustado (menos de 500.000 euros) presupuesto, el director serbio construye su sátira en cinco episodios, unidos por la línea ideológica que los recorre y por un intérprete común, el excelente Lazar Ristovski, habitual de su cine y que, en la reciente Seminci, se hizo con el galardón al mejor actor. Cinco relatos turbadores, narrados con soltura y concisión, sin piedad. Algunos surrealistas, siempre impregnados de humor negro, sarcasmo y desesperación. El realizador, muy descontento con la situación de su país, hurga en la herida de la irresponsabilidad y de las terribles consecuencias de no enfrenarse a la realidad más palpable e inmediata. "El cine debe molestar y no pasa nada por mover un poco al público en la silla, ya que lo importante es darle ideas buenas e imágenes verdaderas", declaró Paskaljevic en Valladolid, después de dejar temblando al personal. (Filasiete / Almudí)