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Dirección y guion: Hany Abu-Assad. País: Palestina. Año: 2013.Duración: 97 min. Género: Drama, thriller. Interpretación: Adam Bakri (Omar), Leem Lubany (Nadja), Waleed F. Zuaiter (agente Rami), Samer Bisharat (Amjad), Eyad Hourani (Tarek). Producción: Hany Abu-Assad, Waleed F. Zuaiter y David Gerson. Fotografía:Ehab Assal. Montaje: Martin Brinkler y Eyas Salman. Diseño de producción: Nael Kanj.Vestuario: Hamada Atallah. Distribuidora: Golem. Estreno en España: 4 Julio 2014.
Reseña:
Omar (Adam Bakri) es un joven palestino de los territorios ocupados de Cisjordania que está acostumbrado a esquivar las balas de los vigilantes cuando trepa por el muro de separación para ir a ver a Nadia (Leem Lubani), su amor secreto. Pero la Palestina ocupada no puede amar abiertamente ni hacer la guerra de frente.
Al otro lado del muro, el joven panadero llamado Omar se convierte en un guerrero de la libertad que deberá enfrentarse a dolorosas decisiones de vida o muerte. Cuando es capturado después del asesinato de un soldado judío, empieza un letal juego del gato y el ratón con la policía militar israelí. Las sospechas y la traición hacen peligrar la relación con sus dos amigos de infancia, Amjad (Samer Bisharat) y Tarek (Eyad Hourani), el hermano de Nadia. Los sentimientos de Omar acaban tan divididos como Palestina.
Sorprende un poco que este irregular melodrama con formato de thriller haya ganado tantos galardones —como el Premio Especial del Jurado en la sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes 2013— y fuera candidato al Oscar 2013 a la mejor película en habla no inglesa.
Ciertamente, el cineasta palestino Hany Abu Assad (“Paradise Now”, “Do Not Forget Me Istanbul”, “The Courier”) confirma en él su personalidad visual y sus cualidades como director de actores, dentro del áspero realismo de toda su filmografía, no exento de alguna brutal secuencia de violencia. Pero esta vez, quizás para potenciar la intriga, muestra poca claridad narrativa, de modo que a menudo resulta confusa —sobre todo en su desenlace— esta angustiosa historia de amor, amistad, lealtad y lucha por la libertad.
Por otra parte, aunque no carga la mano en su retrato de los policías israelíes, Hany Abu Assad mantiene una perspectiva parcial y demasiado fatalista respecto al conflicto palestino-israelí, un tanto artificiosa en su agobiante falta de oxígeno. Una película ambientada en Palestina es una película de locos. La solución no es fácil, exige toneladas de perdón y de generosidad, pero no es otra que convivir y respetarse. Esta película no lo ve así. Y sales hecho polvo. (Cope J. J. M.)