Intérpretes: Ismail Ghaffari, Allah-Morad Rashtian, Hedye Tehrani, Golshifteh Farahani.
Guión: Bahman Ghobadi
Música: Hossein Alizadeh
Fotografía: Nigel Bluck, Crighton Bone
Distribuye en Cine: Golem
Duración: 114 min.
Género: Drama
En concierto
El director iraní-iraquí Bahman Ghobadi ganó la Concha de Oro hace un par de años con Las tortugas también vuelan. El tipo resultó ser un hombre agradecido, pues reservó también Media luna para competir en el Festival de San Sebastián. No se ha equivocado Ghobadi, que volvió a repetir galardón, aunque esta vez exaequo con Mon fils à moi.
La cosa va de música. El anciano Mamo se ha hecho un nombre como músico kurdo afincado en Irak; y emprende un viaje con sus diez hijos adultos para participar en un concierto en el Kurdistán iraquí. La trama conecta con el anterior film de Ghobadi en algunos pasajes oníricos, y en un peculiar sentido del humor. Hay menos tragedia, pero a cambio algo de la frescura y el equilibrio logrados en Las tortugas se ha perdido.
Aunque no faltan cierta humanidad y ternura en los personajes que aparecen, y se muestra con naturalidad la fe musulmana sencilla de esa gente, o una decidida reivindicación de los derechos de la mujer. Apuntes políticos hay pocos, pero Ghobadi no deja de decir que en Irak se está mucho mejor sin Sadam Husseim, y hace una referencia, levísima, a los estadounidenses, que sufren emboscadas y disparan sin saber adónde.
Hay mucho que admirar en el estilo formal de Ghobadi. El impacto visual que logra, apoyado en la impecable fotografía de Nigel Bluck, a través de planos generales del escarpado paisaje kurdo, está al alcance de muy pocos directores hoy en día. De vez en cuando algunas de sus imágenes también alcanzan tal nivel de trascendencia y lirismo que no queda más que levantarse y aplaudir (atención a un momento en el que el protagonista llega a una aldea en la que viven 1.300 mujeres cantantes en el exilio: simplemente espectacular).
El problema que tiene su cine -muy presente en este filme- es el poco interés que muestra el realizador iraní en aportar una estructura sólida a la historia que pretende contar. Lo cómico y lo trágico, lo real y lo onírico, lo político y lo poético, confluyen en muchas ocasiones sin ton ni son en esta extraña road movie, a la que un metraje algo más contenido y un ritmo menos reiterativo, especialmente en su segunda mitad, la hubieran convertido en una obra de mayor entidad.
Con todo, estamos ante una cinta bastante estimable, aunque no contenga la misma fuerza emocional ni llegue a conmover de la misma manera que Las tortugas también vuelan. (decine21 / Filasiete / Almudí AG-ER)