Dirección: André Téchiné
Intérpretes: Michel Blanc, Emmanuelle Béart, Sami Bouajila, Julie Depardieu, Johan Libéreau, Constance Dollé.
Guión: Laurent Guyot, André Téchiné, Viviane Zingg
Música: Fred Chichin, Philippe Sarde
Fotografía: Julien Hirsch
Distribuye en Cine: Vértigo
Duración: 115 min.
Género: Drama
Guardando el equilibrio
En la interesante El filo de la duda, de 1993, Roger Spottiswoode ofrecía un amplio mosaico de las reacciones de la población ante la llegada del sida en los 80. También dibuja aquel trágico momento, de forma completamente diferente, este drama de André Téchiné, que incide en la temática homosexual, tratada antes en películas como Los juncos salvajes y Los ladrones.
El protagonista es Manu, un jovencísimo homosexual que procede de un pueblecito de los Pirineos, y acude a París, donde se instala en casa de su hermana, cantante de ópera. Deseoso de experimentar la desinhibición con la que se puede conocer a otros gays en la gran ciudad, al contrario de lo que ocurre en su pueblecito, Manu acude a un parque público donde se citan todos aquellos que buscan compañía.
Allí conoce a Adrien, un médico de mediana edad que se enamora de él. Aunque Adrien no es correspondido inicia con Manu una amistad y le presenta a su amiga Sarah. Ésta es una escritora de cuentos infantiles emparejada con Mehdi, policía de antivicio que acabará manteniendo una tórrida relación sexual con Manu. Éste descubre con el paso del tiempo que sufre los síntomas de una enfermedad de la que poco se sabe, salvo que ataca sobre todo a los homosexuales y drogodependientes.
El argumento tiene interés humano, pues reconstruye la trágica llegada de la cruel enfermedad y advierte sobre sus consecuencias. Y sin embargo, pese a la calidad de los actores, a Téchiné le falta entidad dramática en los momentos en que supuestamente debería conmover. Aunque el director plantea temas de calado, como el sufrimiento, la cercanía de la muerte y el sentido de la vida, parece pasar por ellos un poco de lado o de forma poco convincente, como ocurre en el caso de la infidelidad, cuyas consecuencias pasa por alto.
El innecesario epílogo minimiza los daños causados por el sida, mostrando a unos personajes que no parecen afectados por los tristes acontecimientos de los que han sido testigos. Imágenes. No merece la pena verla (decine21 / Almudí ER-JD)