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Dirección: Nabil Ayouch. Países:Marruecos, Francia y Bélgica. Año: 2012. Duración: 115 min. Género:Drama. Reparto: Abdelhakim Rachid, Abdelilah Rachid, Hamza Souidek, Ahmed El Idrissi El Amrani. Guion: Jamal Belhami. Producción: Nabil Ayouch, Pierre-Ange le Pogam, Eric van Beuren, Patrick Quinet. Música: Malvina Meinier. Fotografía: Hichame Alaouie. Montaje: Damien Keyeux. Distribuidora: Wanda Visión. Estreno en España: 3 Julio 2015.
Reseña:
Basado en la novela 'Les Étoiles de Sidi Moumen', de Mahi Binebine. Yashin tiene 10 años, vive con su familia en el barrio de chabolas de Sidi Mumen en Casablanca. Su madre, Yemma, lleva a la familia de la mejor manera que puede. Su padre sufre una depresión, uno de sus hermanos está en el ejército, otro es casi autista y el tercero, Hamid de 13 años, es el jefe del barrio y protector de Yashin. Cuando Hamid es enviado a la cárcel, Yashin se dedica a hacer numerosos trabajos para olvidarse de la violencia, la miseria y las drogas.
Al salir de prisión, Hamid, que ahora es ya un fundamentalista islámico, convence a Yashin y sus amigos para que se unan a sus “hermanos”. El imán, Abu Zubeir, su líder espiritual, comienza a dirigir su larga preparación física y mental, hasta que un día les dice que han sido elegidos para convertirse en mártires. La película está inspirada en los ataques terroristas el 16 de mayo de 2003 en Casablanca.
Una dificultad objetiva del film que dirige Nabil Ayouch, consiste en explicar de un modo racional actitudes irracionales, y hacer justicia a las múltiples variables que afectan al modo en que una persona decide encauzar su existencia. De modo que acaba quedando en el espectador una sensación de que no se entienden las decisiones de los protagonistas, simplemente se nos muestran y debemos aceptarlo. En cualquier caso, se atrapa la inocencia infantil original, pero también cómo un entorno social y familiar de pobreza y exclusión puede conducir a una vida criminal y carente de alicientes; y se apunta a que ese nihilismo que va estrechando los horizontes vitales puede encontrar un agarradero en las cárceles, verdadero caladero de potenciales yihadistas.
La visión trascendente de la vida que proporciona el islam, a la que se suman unas prácticas piadosas relativamente sencillas, la promesa del paraíso en la otra vida y una suerte de camaradería y de combate a las injusticias de los infieles, encuentra un poderoso caldo de cultivo para que justifiquen sus actos violentos los mencionados jóvenes sin fortuna. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ