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Los Borgia

Los Borgia

 Dirección: Antonio Hernández Guión: Piero Bodrato Fotografía: Javier García Salmones Montaje: Iván Aledo Música: Ángel Illarramendi Intérpretes: Lluis Homar, María Valverde, Sergio Peris-Mencheta, Paz Vega, Ángela Molina, Antonio Dechent, Antonio Hernández, Antonio Valero, Beneddetta Valanzano, Diego Martín, Eloy Azorín, Enrique Villén, Eusebio Poncela Distribuidora: DeAPlaneta. Los historiadores honrados, los verdaderos profesionales se acercan con respeto a la figura de relevancia pública, cuya personalidad, vida y obra estudian. A pesar de los muchos trabajos realizados sobre una persona, quedan siempre hechos controvertidos, hechos que la duda oscurece, que la falta de datos deja en una situación incompleta, o abierta a nuevas investigaciones y búsquedas... En esta película no se han andado con melindres sobre la verdad o la probabilidad o la duda, y han ido a la cama y a la aventura y al asesinato sin preocupación ninguna por la veracidad. Sin interés por dejar un retrato más o menos completo de las personas de que hablan, aunque hayan muerto hace cinco siglos no son un trapo para que los desgarre un perro. Rodrigo Borja (1430-1500) y su familia son el trapo elegido. A los Borja de Valencia, por estar en Italia de toda la vida se les transforma el apellido en Borgia. Rodrigo, a pesar de ser sacerdote y de ir alcanzando títulos clericales y obispados y..., después de tener un par de hijas de madres no conocidas hoy, a los treinta y tres años fija su relación amorosa y familiar con Vanozza Cattanei, de la que tendrá varios hijos (los Borgia): Pedro Luis, I Duque de Gandía (éste no sale en la película), del que su hermano Juan hereda el título y la prometida, Mª Enríquez, sobrina de Fernando el Católico, con la que se casó (la película presenta a Juan como un putañero insensato y soltero). Juan es asesinado a los veintitrés años (dudan los historiadores si por instigación de su hermano César; pero la película lo asegura). De César, un año mayor, se conserva un retrato al óleo: un hombre airado, violento, como visionario, elegante... (no como el que muestra la película, que además también lo deja soltero), y casó con Carlota de Albret. Muerto su padre (la película inventa para él un final de lobo solitario acosado en las montañas), muere en guerra defendiendo a su cuñado Albret, en una emboscada. Lucrecia, que es casada con un Sforza, y su matrimonio anulado por falta de descendencia. Luego la casan con Alfonso de Aragón, hijo natural del Rey de Nápoles, del que tiene un hijo. Por razones de estado (Vaticano) se asesina a Alfonso. Y al fin la casan con Alfonso D'Este, duque de Ferrara (se inventa la película un embarazo y un hijo con un joven poeta). Y al último hijo de Rodrigo y de Vanozza, Godofredo, le casan con la hermana de Alfonso, Sancha (una increíble devoradora de hombres que regala sus favores a todo el que toca el timbre). Llegados al año 1492, Rodrigo Borja es elegido Papa, Alejandro VI. Cambia de conducta; pero la película no distingue el antes y el después de haber sido elegido Papa, e incluso asegura que Giulia Farnesio es su amante de diario, y nos lo muestra, ¡ah, claro!, hecho al que los historiadores no dan crédito; e inventa además unas bacanales desaforadas en las mismas estancias del Vaticano. En la película, sin más matices, Rodrigo Borja/Alejandro VI va de la mesa a la cama sin descanso. También que con su hijo César quieren hacer Italia, unificarla, quitando las tierras a los nobles, matando, mintiendo y traicionando. Alejandro VI, Papa, hizo mucho más, llevó a cabo grandes y nobles obras, pero a una película con aires de telefilm ameno y frívolo eso no le interesa. ¿Por qué se elige a una persona real, para deformarla? Sería mejor inventar, pero sin base histórica. Hay más falsedades y omisiones, pero basta. Basta con decir que es una película correcta desde el punto de vista técnico, muy irregular en las interpretaciones, demasiado larga y muy condicionada por estar concebida como miniserie de televisión. Una película, en fin, casi de ciencia ficción, con unos personajes que si coinciden con la realidad es por pura coincidencia. Julio II (Eusebio Poncela, cómo no) no fue elegido Papa a la muerte de Alejandro VI (1500), sino a la muerte de Pío III (1503). Gran acierto -a la vista de lo que acabamos de exponer- del gobierno valenciano, en su encomiable apoyo a una delicada y honda película, que deja en magnífico lugar a los Borja, naturales del bello solar mediterráneo. Habría que proponer un premio para los muchachos de la cosa cultural valenciana, menudos fieras. Primero Tirante el Blanco y luego esto. Menuda temporada. Ni el Madrid, en sus peores momentos. (Filasiete / Almudí)