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Reseña:
Marga, una mujer de casi setenta años, anuncia a sus tres hijos que tiene la firme intención de vender la casa de verano familiar- un caserón en algún lugar de la costa española- con el propósito de emprender un largo y misterioso viaje. Los emplaza a pasarse por allí lo antes posible para elegir muebles, enseres o recuerdos que quieran conservar antes de que la venta se lleve a cabo.
Héctor, el hermano mayor, propone aprovechar el mismo fin de semana en el que deshagan la casa entre todos para celebrar en familia su boda con la mujer con la que lleva más de quince años viviendo y de la que todos esperaban que se separara. La familia vivirá un fin de semana dividido entre: qué ha pasado, qué te pasa, no me puedo creer que esto esté pasando, eso nunca debió pasar y ha pasado lo que tenía que pasar... una típica reunión familiar.
La cinta sigue la complicada relación entre los miembros de una familia, los Ponte Alegre, que se diría son víctimas de las célebres Furias, hijas de Urano, de la mitología griega, tantas vicisitudes envenenan el trato entre unos y otros.
A modo de intensa tragedia griega, conviven en Las furias las libres decisiones de los personajes con cierto fatalismo, no escogemos a los miembros de nuestra familia, ni las enfermedades que padecemos, y podemos aconsejar a otro pero no sustituirle en lo que hace.
Miguel del Arco consigue reunir un reparto de lujo para contar una historia familiar de indudable intensidad dramática. El problema es que la película, que se supone una relectura de las tragedias griegas, carece de un hilo narrativo y moral claro (algo clave en este género). La cinta termina siendo una acumulación de conflictos, en algunos casos absolutamente impostados –como la relación lésbica de la abuela– que terminan estrellándose contra la nada. Mucha furia desatada con muy poco sentido. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ