La sal de este mar

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Reseña:

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Dirección: Annemarie Jacir
Intérpretes: Suheir Hammad, Saleh Bakri, Riyad Ideis, Shelly Goral, Yahya Barakat, Ismael Dabbag.
Guión: Annemarie Jacir
Música: Kamran Rastegar
Fotografía: Benoît Chamaillard
Distribuye en Cine: Altafilms
Duración: 109 min.
Género: Drama

Retorno a Ramala 

    Soraya (Suheir Hammad), de 28 años, nacida y criada en Brooklyn, decide volver a instalarse en Palestina, de donde su familia se exilió en 1948. Desde su llegada a Ramala, Soraya intenta recuperar el dinero que sus abuelos tenían en un banco de Jaffa, pero tropieza con la negativa del banco. 

    Su camino se cruza entonces con el de Emad (Saleh Bakri), un joven palestino que, a diferencia de ella, sólo desea una cosa: irse de allí para siempre. Para escapar de las tensiones ligadas a la situación del país, pero también para sentirse libres, Soraya y Emad deberán tomar su destino en sus manos, con riesgo de transgredir las leyes, y en ese camino que emprenden nos llevarán tras las huellas de su historia en la Palestina perdida.

    Curiosa coproducción de Palestina con varios países, entre otros España a través de Mediapro. Sin duda que las intenciones de la guionista y directora palestina Annemarie Jacir son muy nobles y respetables a la hora de retratar las condiciones de vida de su pueblo y defender su causa. Además hay cierto equilibrio, no se carga la mano ni se cae en la caricatura en los personajes israelíes. 

    Y tiene mérito afrontar el rodaje de una película así, que puede molestar a las partes en conflicto, o al menos despertar suspicacias. Pero dicho lo anterior, hay que señalar con honradez que su película es un tanto plúmbea. Esa morosidad con que se detiene en el interrogatorio en la aduana nada más comenzar el film, o lo prolijo de la descripción de las gestiones en el banco, por citar dos ejemplos, tal vez pretendan documentar la realidad, pero cansan y carecen de intensidad dramática. 

    Los actores son muy naturales, tanto Suheir Ammad, la americana que bucea en sus raíces, como el israelí palestino Saleh Bakri, visto en La banda nos visita. Y sin embargo, están un tanto desdibujados: la radical decisión de Soraya de cortar con lo que ha sido su vida hasta entonces, para volver a Palestina, no está bien explicada, las razones sentimentales no parecen suficientes para sustanciarla.

    Su reacción explosiva en la casa del abuelo, ocupada por una judía, parece desproporcionada, y no casa con el carácter que hasta ese momento ha exhibido; en cuanto a Emad, su personaje es muy elemental, el hombre quiere dejar su país, se supone que ha sufrido lo suyo, pero poco más se nos dice de él. No hay sorpresa en el desenlace, y la decisión de Soraya se diría poco realista, reveladora de la ingenuidad de la directora. (Decine21 / Almudí)