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La niebla

La niebla

The Mist
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Frank Darabont
Dirección: Frank Darabont
Intérpretes: Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Laurie Holden, Andre Braugher, Toby Jones, William Sadler, Jeffrey DeMunn, Frances Sternhagen, Alexa Davalos.
Guión: Frank Darabont
Música: Mark Isham
Fotografía: Ronn Schmidt
Distribuye en Cine: Notro Films
Duración: 127 min.
Género: Terror

Mucho miedo 

    Un importante temporal produce numerosos daños en un pueblecito de Maine. Al día siguiente, se observa además una extraña niebla. Sin teléfono ni energía eléctrica, en la base militar cercana hay una inusitada actividad. Y muchos lugareños acuden al supermercado de la localidad, a hacer acopio de provisiones, por si acaso. 

    Entre ellos está David, un diseñador de carteles de cine, con su hijito. En éstas irrumpe en el local un tipo sangrando y afirmando que hay alguna criatura maligna ahí afuera. Al tiempo, la niebla se ha espesado, no se ve más allá de las propias narices. La gente comienza a tener miedo, nadie se atreve a salir del local. Más cuando un mozo del súper es atacado por algún tipo de bicho, que muestra unos poderosos tentáculos. 

    Continúa la frúctifera asociación de Frank Darabont y el escritor de best-sellers de terror Stephen King, tras Cadena perpetua y La milla verde. Contada la trama, suena a película de miedo barata, sin muchos alicientes. Si alguien ha sacado tal impresión, advirtámosle desde ya que las apariencias engañan. Las película de Darabont funciona bien a distintos niveles. 

    Como título de género, con leve crítica a los experimentos científicos donde domina la soberbia de jugar al "aprendiz de brujo", digamos que se trata de un film escalofriante, que sabe crear una atmósfera desasosegante de modo progresivo y con una buena dosificación de los sustos. 

    Escenas como la del "explorador" que sale al exterior, atado con una cuerda, y que es engullido por la niebla, o la del primer ataque de los bichos, resultan muy efectivas. Y ese espacio cerrado, del que sería mejor no salir, recuerda al mismísimo Luis Buñuel y su film El ángel exterminador. 

    Pero además, la trama sirve para exponer el clásico debate fe-razón, sólo que aquí tal debate se polariza en los extremos: tenemos ante nuestros ojos la posición del fanático religioso -encarnada en una increíble Marcia Gay Harden, cuya iluminada señora Carmody da casi más miedo que los monstruos, por su interpretación de los sucesos como el cumplimiento literal del apocalipsis-, frente a los personajes pragmáticos, más matizados, pero a los que domina en mayor o menor medida el escepticismo, y que piensan que para solucionar su problema sólo cuentan con sus propias fuerzas. 

    Darabont, al adaptar a King, ofrece una interesante perpectiva del miedo, que puede conducir a acciones terribles e injustas, por caer en lo irracional, o justamente por lo contrario, por dejar de creer que alguien de fuera -Dios u otras personas- puede ofrecer una ayuda inesperada. 

    El film evita demonizar en exclusiva, más bien "reparte estopa" a unos y a otros, mostrando personajes creíbles, bien encarnados por un reparto de desconocidos donde destaca, además de la citada Gay Harden, Toby Jones; e incluso se permite ironizar en el desenlace con lo que logran las personas "razonables". 

    Quizá en tal sentido, el film se muestra demasiado desesperanzado, poco confiado en la naturaleza humana, pues incluso aquéllos con los que el público puede empatizar más acaban flaqueando. El director y guionista parece haber pensado que perdería en contundencia y capacidad de "epatar" si entre los personajes hubiera algún creyente normal, de una pieza, pero, la verdad sea dicha, se echa en falta alguien equilibrado en tal sentido; podríamos decir que, como a sus personajes, también a Darabont le ha faltado un poquito de fe. 

    Aparte de la violencia y crueldad de muchas escenas –con la intención de horrorizar al espectador–, la cuestión valorativa fundamental estriba en el pesimismo y desesperanza que se desprende de los acontecimientos, desde el suicidio como solución para escapar del terror de aquella “cosa” (el mal, el diablo, seres malignos?) hasta el homicidio “piadoso”: es especialmente desoladora la escena final, en la que el protagonista mata a su propio hijo y a otras personas para “salvarlos” de las fuerzas del mal (?) en medio de un mundo que está siendo destruido por un poder perverso. 

    Y toda la trama dominada por la idea de castigo apocalíptico, sin adecuado contrapunto, en boca de una alucinada visionaria. (Almudí FMS // Mn. JMP)