Dirección: Doug Liman
Intérpretes: Hayden Christensen, Samuel L. Jackson, Diane Lane, Jamie Bell, Rachel Bilson, Tom Hulce, Michael Rooker, Annasophia Robb.
Guión: David S. Goyer, Simon Kinberg, Jim Uhls
Música: John Powell
Fotografía: Barry Peterson
Distribuye en Cine: Fox
Duración: 88 min.
Género: Acción, Fantástico
Atrapado en el salto
David Rice es un jovenzuelo con un increíble don: puede teletransportarse a donde quiera... dentro de ciertos límites. El descubrimiento de tal habilidad, justo en el preciso instante en que le está humillando un matón de instituto delante de Millie, la chiquita que le hace tilín, le permite tomar una insólita decisión: desaparecer.
Y es que su vida siempre ha sido bastante desgraciada: su madre le abandonó cuando era un crío de cinco años, y su padre desde entonces no levanta cabeza, es un cafre siempre pegado a su "birra". De modo que, una vez dominado su "talento", deja su hogar y se dedica a robar bancos para tener capital, y básicamente vive de un modo frívolo e insustancial, logrando todo lo que el dinero pone a su alcance, y ligando con las chicas guapas que se ponen a tiro.
Pero claro, esto no le llena, y acabará intentando volver a los lugares de su infancia que echa de menos, incluida la mujer de sus sueños. Lo que no sabe es que por el universo mundo hay más "jumpers" (saltadores) como él, y que hay unos tipos muy malotes, los "paladines", que hacen todo lo que está en su mano para liquidarlos. Los lidera un tal Roland, el más letal de todos.
Entretenido título juvenil, basado en una novela de Steven Gould. Entre el equipo de guionistas figura un especialista en el fantástico, David S. Goyer, y tras la cámara está Doug Liman, que mostró cierta maña en el cine de acción con el primer film de la saga Bourne. Hay que subrayar en el haber de la película su ritmo endiablado, y los espectaculares efectos especiales de "salto", que conducen al espectador de un punto exótico a otro del planeta con frenética celeridad.
Quizá no haya que buscar tres pies al gato, ante un film cuyo propósito principal, a semejanza de la reciente Transformers, es la pura diversión, proporcionada con muchas dosis de acción y abundante sentido del humor, con bromas a costa de los cómics de superhéroes. Pero siempre tiene interés rascar un poco en un film de este tipo, que a veces es un interesante espejo de elementos dominantes en la sociedad contemporánea.
El enfoque del superhéroe con poderes especiales encaja con una mentalidad actual, caracterizada por la cortedad de miras. Frente a superhéroes de fuerte clasicismo, como Supermán o Spiderman, que parecían tener muy claro que "todo gran don conlleva una gran responsabilidad", y que frente a tentaciones de diverso género de utilizar sus habilidades en propio provecho, acababan sirviendo a sus semejantes abnegadamente, el David de este film se caracteriza por su individualismo y su soledad, que le conducen a pensar poco en los que tiene cerca, por ejemplo en su padre.
Resulta a este respecto muy significativa la breve escena en que David ve en televisión las inundaciones de Nueva Orléans, con gente sufriendo porque ha perdido su hogar, mientras él prefiere salir de marcha haciendo una "escapadita" a Londres. Tan es así que podríamos decir que Hayden Christensen parece haberse convertido en referente del héroe de nuevo cuño, bastante más voluble que los de antaño.
Le pasaba a su Anakin Skywalker de la segunda trilogía de La guerra de las galaxias, en que su personaje se dejaba llevar por sus impulsos inmediatos, su amor por Amidala; y le pasa aquí, donde lo único que le hace salir de sí mismo es su amor por Millie.
También es sintomático de superficialidad la explicación de por qué los paladines están tan empeñados en eliminar a los jumpers. La cosa se identifica con el fanatismo religioso; de modo bastante elemental se equipara a los paladines con la inquisición y las cazas de brujas, que considerarían herético que los jumpers puedan estar "en todas partes", una prerrogativa divina. Resulta un poquito risible que tal sea su motivación, máxime cuando ellos, en su implacable persecución, acaban también apropiándose del herético don.
En un film como el que nos ocupa nadie debería esperar interpretaciones "a lo Shakespeare". Samuel L. Jackson parece pasárselo en grande con nuevo peinado y otro personaje friqui que añadir a su amplia galería. Sorprende gratamente Jamie Bell con su marcado acento británico y su "jumper" ya muy pasado de rosca. La presencia de Diane Lane resulta anecdótica, mientras que Hayden Christensen y Rachel Bilson dan el tipo deseable de parejita guaperas.
Lástima no hayan sacado más partido a un guión en principio entretenido. Estás esperando que el héroe en algún momento lo sea de verdad y se implique como Batman, Supermán o Spiderman en las dificultades del mundo mundial, saliendo de su egoísmo, pero no ve nunca más allá de sus narices. Ese momento no llega en toda la película que resulta entonces frívola y superficial. Imagen (valorar si hay que suprimir) (min): 33,31 a 33,35. (Decine21 / Almudí FC-JD)