Ismael Tchou (Larsson do Amaral) es un niño mulato de diez años. Vive en Madrid con su madre africana, Alika (Ella Kweku), y su nuevo marido, Luis (Juan Diego Botto). Un día, Ismael se fuga solo en AVE a Barcelona para buscar a su padre biológico, Félix Ambrós (Mario Casas), al que no conoce. Su única pista es una dirección de un apartamento en la ciudad condal, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Pero en esa casa vive sólo su abuela, Nora (Belén Rueda), que ni siquiera conocía la existencia del niño.
El famoso director bonaerense Marcelo Piñeyro (“Cenizas del Paraíso”, “Kamchatka”, “El método”) ha rodado en España “Ismael”, una historia que vuelve a uno de los temas estrella del cine contemporáneo: la búsqueda del padre. La película entra de lleno en el drama de las familias heridas, del miedo a la paternidad y de la necesidad de saber a quién pertenece cada uno. Todo gira en torno a la mirada de Ismael, una mirada exigente y limpia, y que encarna un actor infantil, Larsson do Amaral, que se come la pantalla.
El conjunto no es redondo, pero sí interesante, y resulta algo irregular, ya que a tramas hondas como la de la relación padre-hijo, añade otras muy tópicas y banales, como la del affaire entre Nora y Jordi (Sergi López). La cinta quiere profundizar en la responsabilidad de las relaciones en una sociedad llena de “peterpanes” que quieren jugar con la vida. Todos los personajes tienen goteras, heridas y miedos, pero Ismael irrumpe como un terremoto que va a obligar a propios y ajenos a reubicarse frente a sus propias vidas. J. O. (“Alfa y Omega”).