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Elizabeth: La edad de oro

Elizabeth: La edad de oro

The Golden Age
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Shekhar Kapur
Dirección: Shekhar Kapur
Intérpretes: Cate Blanchett, Geoffrey Rush, Clive Owen, Tom Hollander, Samantha Morton, Abbie Cornish, Adam Godley, Jordi Mollà.
Guión: Michael Hirst, William Nicholson
Música: Craig Armstrong, A.R. Rahman
Fotografía: Remi Adefarasin
Distribuye en Cine: Universal
Duración: 114 min.
Género: Histórico

La reina postmoderna 

    En 1998 el director indio Shekhar Kapur rodó Elizabeth, reconstrucción de los primeros años del reinado de Isabel I, personaje que ha dado lugar a múltiples series televisivas y películas de calidad. 

    A pesar de su vistosa reconstrucción de la época, el film se recuerda únicamente porque dio a conocer a nivel internacional a la australiana Cate Blanchett, que fue nominada al Oscar, y que hoy en día se ha convertido en una de las grandes estrellas del siglo XXI. Nadie esperaba ansiosamente que nueve años después se hiciera una secuela, aunque quedaba mucha vida de la monarca por retratar. 

    Cate Blanchett vuelve a ponerse en la piel de la protagonista, que se siente atraída por Walter Raleigh, un corsario dedicado a desvalijar barcos españoles con la aprobación de la reina. Como su relación con un plebeyo sería mal vista, no le confiesa su amor, pero con el fin de enterarse de sus andanzas y mantenerle cerca, le envía a Bess, su dama de confianza, para que se gane su amistad. 

    La reina no ha previsto que entre ambos surgirá la pasión. Mientras, sir Francis Walsingham, máximo asesor de la corte, descubre que María Estuardo ha puesto en marcha una conspiración para asesinar a Isabel I. Pero el principal obstáculo al que tiene que enfrentarse la corte británica es Felipe II, el rey de España, a punto de enviar a la Armada Invencible. 

    Shekhar Kapur reincide en la ampulosa planificación de la primera parte, llegando a resultar excesivo en momentos como aquel en el que la cámara rodea la figura de la reina inmóvil, más propio de un anuncio ‘marciano’ de perfumes. Ha contado con medios suficientes para poner en marcha una convincente ambientación, decorados y vestuarios lujosos y secuencias navales impresionantes. 

    Además, ha logrado que repita la citada Blanchett, y el siempre excelente Geoffrey Rush, que encarna de nuevo a sir Francis Walsingham. Algunos de los recién llegados están a la altura, como la casi desconocida australiana Abbie Cornish (Bess), Clive Owen (Raleigh), que cada vez está más en forma, y Samantha Morton (María Estuardo) que es una actriz nada desdeñable, aunque andaba un poco dispersa desde En América, de 2002. 

    No está al mismo nivel el español Jordi Mollà. Su composición caricaturesca de Felipe II, y su acento extrañísimo, da al traste con cualquier pretensión de verosimilitud de la película, y acentúa los principales defectos del film, que se ha dejado llevar por los tópicos de la leyenda negra que proviene del siglo XVI. 

    Mientras que la reina de Inglaterra es una mujer moderna, astuta, culta, tolerante en materia religiosa a pesar de su fervor anglicano y que aconseja que se trate bien a los nativos americanos, Felipe II es un individuo siniestro, católico ofuscado, intolerante y cruel. 
    
    En la película, por aquello de que son los que ponen el dinero, los buenos son los ingleses protestantes liderados por una enérgica pero íntegra reina (con una biografía que da para varias leyendas muy oscuras). 

    Los malos son los católicos españoles, una panda de fanáticos fundamentalistas e intolerantes, unos bárbaros (por no saber no saben ni hablar, gracias a la extravagante decisión de que actores británicos hablen en un castellano de turista que llega a la Costa del Sol) retratados de forma muy burda. 

    Es todo tan maniqueo, que resulta difícil creerse nada. Se entienden perfectamente las reacciones negativas que ha suscitado el film en Estados Unidos. 

    Allí, los críticos le han dado tantos palos que han desbaratado por completo las supuestas opciones de nominaciones al Oscar de las que se había hablado antes del estreno. Especialmente duro fue Desson Thompson, en ‘The Washington Post’, que dijo que la relación entre Elizabeth I y Walter Raleigh es tan ‘simple’ y ‘postmoderna’, que parece que han acudido al show de Oprah Winfrey. (decine21 / Aceprensa / Almudí)