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El último viaje del juez Feng

El último viaje del juez Feng

Mabei shang de fating
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2009
  • Dirección: Jie Liu
Contenidos

Reseña:

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Dirección: Jie Liu
Intérpretes: Li Baotian, Yang Yaning, Yulai Lu.
Guión: Lifu Wang
Fotografía: Harrison Zhang
Distribuye en Cine: Karma Films
Duración: 101 min.
Público apropiado: Jóvenes
Género: Drama

En casa del herrero... 

    Feng es un veterano juez que cada año recorre la provincia de Yunnan para impartir justicia. El viaje se desarrolla por la China profunda donde los habitantes están marcados por su vida rural y porque conforman minorías étnicas que les separan de sus propios vecinos y del resto del país. A parte de las inclemencias de un viaje de estas características, Feng tendrá que lidiar con las costumbres y supersticiones propias de cada lugar. 

    En su tarea cuenta con la ayuda de su secretaria Tía Yang y del novato Ah-Luo. Tía es su fiel colega desde hace años, mientras que el joven recién salido de la universidad se convierte en la alteración del orden establecido con el paso de los años. 

    Liu Jie debuta como director con este largometraje. Antes había sido director de fotografía y eso queda patente en esta película. Sin embargo, lo más destacable de la cinta son sus personajes protagonistas, especialmente el del juez y su secretaria. Feng es un hombre experimentado y ecuánime. Devoto servidor del gobierno chino, es consciente también de las distintas realidades de los pueblos que visita, por lo que es capaz de dictaminar veredictos adecuados, que han conseguido que durante años su figura sea muy apreciada y respetada en estos lugares. 

    También es verdad que Feng es un hombre algo brusco. En estos momentos, es fundamental la presencia de su ayudante. Su secretaria es una mujer paciente y conciliadora. Estos dos personajes son tan completos que el tercero en discordia, el del joven licenciado, no puede sino mirar desde la barrera. Aún así, es un personaje interesante en cuanto a que supone el presente y futuro de la nueva China, de la que tanto se habla ahora, pues Feng y Tía se podrían considerar las viejas glorias del pasado. 

    Y es que la película puede ser entendida como una crónica de la China del siglo XXI. Según el director, la cinta representa una situación muy corriente en las zonas rurales chinas, donde existen un millar de tribunales ambulantes. Su crítica al sistema judicial queda patente en la insignia nacional que carga el caballo durante el viaje, "es el reflejo exacto del sistema judicial local, dando tumbos por una carretera en construcción", afirma Liu Jie. 

    La primera parte de la cinta es más cercana a la comedia que al drama. El tono en que están tratados los juicios produce más de una sonrisa. De hecho, el personaje de Feng llega a ser de lo más gracioso. En ocasiones, su forma de ser recuerda a la del fantástico abogado Sir Wilfrid Robarts al que interpretó Charles Laughton en Testigo de cargo. 

     Su sapiencia, eficacia y buen humor quedan perfectamente reflejados en la resolución del episodio del cerdo, que a buen seguro provocará las risas del espectador. Sin embargo, este tono amable va cambiando conforme avanza la película, hasta que al final se convierte en un auténtico drama. La verdadera tragedia subyace durante toda la cinta y va aumentando hasta que concluye en un drástico final. Feng y Tía tienen soluciones para todo y para todos, salvo para ellos mismos, que son incapaces de darse a sí mismos uno de sus sabios consejos. 

    La película resulta algo lenta, aunque no en la manera en que sucede en gran parte de títulos chinos. No se trata de una forma narrativa, sino de la sensación de que la película se estanca en algunos puntos. Esto entorpece el desarrollo de la historia, por lo que el espectador puede tener la sensación de que alguno de los acontecimientos se precipita, como ocurre con el trágico final. Después de venir de un comienzo tan risueño, los últimos minutos de la cinta pueden tomar por sorpresa al espectador que se encuentre con la guardia baja. 
(Decine21 / Aceprensa / Almudí)