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El último gran mago
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El último gran mago

Death Defying Acts
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2008
  • Dirección: Gillian Armstrong
Contenidos Imágenes (S (7:59-9:41), (43:18-43:46), (1:16:36-1:17:46) y (1:18:22-1:19:17))

Reseña:

Dirección: Gillian Armstrong
Intérpretes: Catherine Zeta-Jones, Guy Pearce, Timothy Spall, Saoirse Ronan.
Guión: Tony Grisoni, Brian Ward
Música: Cezary Skubiszewski
Fotografía: Haris Zambarloukos
Distribuye en Cine: DeAPlaneta
Duración: 97 min.
Género: Drama

De ilusión también se vive 

    Las películas de magos han tenido recientemente dos ilustres representantes, El ilusionista y El truco final. También el célebre escapista Harry Houdini ha tenido presencia en el celuloide, con títulos como el biopic El gran Houdini, protagonizado por Tony Curtis, o Un cuento de hadas, que centra su atención en el interés auténtico que él y Arthur Conan Doyle sostuvieron por unas supuestas fotografías de hadas. Aquí estamos ante una historia amorosa en torno a Houdini totalmente imaginada por los guionistas, Tony Grisoni y Brian Ward. 

    Mary es una hermosa gitana, madre de una adolescente, Benji, con la que representa un modesto número de adivinación en un teatro de Edimburgo. Viven (o mejor, malviven) en una choza junto al cementerio. Desde luego, no les sobra el dinero. Y les vendrían muy bien los 10.000 dólares que el famoso Harry Houdini ofrece a quien sea capaz de adivinar las últimas palabras que le dirigió su madre en el lecho de muerte. 

    Con ocasión de una vista del mago a Edimburgo, se presentan muchos impostores a "adivinar" las secretas palabras, pero tanto Houdini como su representante, Sugarman, detectan los engaños al instante. Hasta el momento en que se presenta Mary, que con su especialísima personalidad, se gana el respeto de Houdini, hasta el punto de que le da un margen de unos días para desvelar el enigma, ante un grupo de especialistas en ocultismo. 

    Mientras llega la fecha, surge la pasión amorosa, aunque Houdini es un hombre casado, y su esposa le espera en Estados Unidos. La niña Benji también admira al mago, pero empieza a tener celos, con lo que se establece cierta complicidad con el desconfiado Sugarman. 

    La australiana Gillian Armstrong entrega una película agradable de ver -la magia tiene algo especial, que ayuda siempre a la puesta en escena-, con un magnífico cuarteto actoral, que borda sus interpretaciones. La pena es un guión un tanto irregular, demasiado punteado por la voz en off de la narradora Benji, cuyo punto de vista domina la película: comienza intrigando, contiene varios momentos mágicos (si se nos permite la expresión), y lo supedita todo con pillería a una inesperada sorpresa. 

    Sin embargo, el planteamiento del romance es francamente desconcertante, jugando incluso al complejo edípico, y no acaba de conducir a ninguna parte. También tiene uno la sensación de que el film presenta un doble final, y si el primero funcionaba medianamente, el segundo, que se sirve de las circunstancias reales de la muerte de Houdini, tiene algo de forzado.

Mucho más discutible es la falta de rigor histórico de la película y, en concreto, su perspectiva superficial de la imaginaria infidelidad conyugal de Houdini, de su supuesto complejo de Edipo y de su fascinación por el ocultismo. En realidad, el famoso mago amaba a su esposa y rechazaba con vigor los conciliábulos espiritistas de su época, cuyas patrañas desenmascaró durante años, incluso en exhibiciones, artículos y libros. El caso es que ese enfoque resta profundidad al conjunto, y debilita el valor artístico de esta película entretenida y sugerente. (Decine21 / Almudí JD-NY)


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