Dirección: Amy Heckerling
Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Paul Rudd, Stacey Dash, Fred Willard, Henry Winkler, Jon Lovitz.
Guión: Amy Heckerling
Fotografía: Brian Tufano
Distribuye en Cine: DeAPlaneta
Duración: 97 min.
Género: Comedia, Romántico
Cosas de la edad
Cinco años ha tardado Michelle Pfeiffer en volver a actuar delante de una cámara, tras La flor del mal, de 2002. Nos gustaría poder decir que la espera ha merecido la pena, pero no es el caso.
La actriz, muy profesional, se entrega a una película menor, una comedia-pastelito que sigue un patrón que tiene ahora un importante exponente en la serie televisiva Las chicas Gilmore, bastante más lograda: el de mujer separada y con cuarenta años, con hija adolescente, ambas muy amigas, y donde no está claro cuál es la adulta y cuál la cría, tan fácilmente se deja llevar la madre por los sentimientos y los impulsos más propios de quinceañera que de cuarentona.
El film sigue a Rossie (la Pfeiffer), guionista de una 'sitcom' televisiva dirigida a adolescentes. Un poquito acomplejada por una edad en que muchos la ven mayor, queda fascinada por Adam, actor candidato a actuar en la telecomedia, de menos de 30 años, y con el que le apetecería salir.
La razón -y un personaje onírico, especie de madre naturaleza, interpretado por Tracey Ullman, y lo más original del film, que trata de que Rossie mantenga los pies en el suelo- le dice que debería olvidarse de semejante idea pero... ya se sabe, como decía Pascal, que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Además, cuenta con la complicidad de su hija, que aprueba al posible noviete, así que ¿por qué no?
Heckerling arranca bien la cinta con una crítica muy certera al endiosamiento de la juventud que sufre gran parte de la sociedad. Una exaltación que puede llegar a la neurosis en mundos como el de la moda o el espectáculo, donde se vive de la imagen. La realizadora norteamericana, algo encasillada desde "Aquel excitante curso" en los films sobre jóvenes y adolescentes, refleja con habilidad la cada vez más débil frontera que separa a algunos adultos de los adolescentes.
El problema es que, una vez expuesta esta atinada crítica, la cinta pasa a deambular por un terreno más trillado el del romance en plan "contigo pan y arrugas" y más aburrido. Lástima, pues lo que hubiera podido ser una ácida comedia se queda en una comedieta, a ratos graciosa, a ratos zafia, con buenas intenciones y un final pastel.
Amy no se distingue por la profundidad de sus filmes (Mira quién habla y secuelas, Clueless. Fuera de onda), aunque los pueble de buenos sentimientos. Aquí lo que parece una crítica a una sociedad frívola, obsesionada por la juventud y la belleza física, deriva en unos elementales y edulcorados lo importante es que se quieran y preocúpate por tu aspecto sin complejos.
Es este planteamiento, además de la normalidad con la que se plantea la vida afectiva de la protagonista, lo que aconseja que la película solo la vean adultos con visión crítica. (Aceprensa / Filasiete / decine21 / Almudí ER-JD)