CONTENIDOS: -- Dirección: Philip Gröning Guión: P. Gröning Fotografía: P. Gröning Montaje: P. Gröning Música: Michael Busch, P. Gröning Productor: Frank Evers, P. Gröning, Elda Guidinetti Distribuidora: Karma Duración: 160 minutos Público Adecuado: Jóvenes Un documentalista alemán estuvo en La Gran Cartuja de los Alpes franceses y quedó fascinado por lo que allí experimentó. Pidió permiso al abad para rodar. Le dijeron que lo iban a pensar y que le contestarían. 16 años después le autorizaron, siempre que cumpliese algunas condiciones: nada de luz artificial, tampoco música adicional, ni comentarios en off y, por supuesto, el director solito, sin ayudantes. El resultado es un ejercicio estético sobresaliente caracterizado por un ascetismo similar al de la vida monacal. Hay que tener en cuenta que el director quería rodar una historia en la que pudiese experimentar sobre el tiempo y su plasmación fílmica. Lo digo porque la película es bellísima pero ardua y, en algún tramo, soporífera. ¿Por qué? Porque el director -insisto- no quiere hacer un documental sobre la vida de unos cartujos, aunque evidentemente sale y mucho. Todo lo que vemos desprende la hermosura de la vida contemplativa, y hay decenas de momentos bellísimos en los que te quedas embobado. El director tiene mucho talento, pero en la selección de los 160 minutos de metraje de un total de 120 horas de grabación no siempre acierta. Los textos latinos de la Biblia que puntúan el relato son un enorme acierto, pleno de inteligencia y sensibilidad (aprovecho para recordar un drama -una lacra- del sistema educativo español que comprobamos todos los profesores del área de Humanidades: el menosprecio por el latín y por la cultura clásica). Suenan retazos de gregoriano que llenan de sosiego las ojivas del alma azacanada, y contemplamos los rostros de unos monjes que han decidido hacer verdad de diario aquello de Juan de la Cruz: quedeme y olvideme,/ el rostro recliné sobre el Amado,/ cesó todo, y dejeme,/ dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. Muchas secuencias -el recreo en la nieve, la peluquería, la enfermería, la recogida del correo, por citar algunas- merecerían horas de comentarios porque son sencillamente sublimes. En www.karmafilms.es hay mucha información para los que quieran saber más sobre la gestación de El gran silencio, un regalo delicadísimo para almas sensibles y cultivadas, una obra de arte muy singular, sin precedentes en la historia del invento llamado cine. Merecido premio especial del jurado en Sundance, y mejor documental en los premios del cine alemán. Son distinciones que esquivaron una decisión de los cartujos: la película no estaría en la sección oficial a concurso de ningún festival. (Filasiete / Almudí)