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Cómo celebré el fin del mundo

Cómo celebré el fin del mundo

Cum mi-am petrecut sfarsitul lumii
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2009
  • Dirección: Catalin Mitulescu
Contenido

Reseña:

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Dirección: Catalin Mitulescu
Intérpretes: Doroteea Petre, Timotei Duma, Marius Stan, Marian Stoica, Ionut Becheru, Cristian Vararu.
Guión: Catalin Mitulescu, Andreea Valean
Música: Alexander Balanescu
Fotografía: Marius Panduru
Distribuye en Cine: Pirámide Films
Duración: 106 min.
Género: Drama

Cuenta atrás 

    Bucarest, 1989, último año de la dictadura de Ceausescu. Eva (Dorotheea Petre), de 17 años, vive con sus padres y con su hermano de 7, Lalalilu (Timotei Duma). Un día en la escuela, Eva y su novio Alex -hijo de un odiado oficial del partido comunista- rompen accidentalmente un busto de Ceausescu. Alex confiesa su culpa ante toda la clase y un comité disciplinario del partido, Eva se niega y es trasladada a un reformatorio. 

    Allí conoce a Andrei (Cristian Vararu), que se está preparando para escapar del país cruzando a nado el Danubio. Eva decide escapar con él. Lalalilu, asolado por la fuga de su hermana, llega a la conclusión de que Ceausescu es el culpable de todo su dolor y la razón principal de la decisión de Eva. Entonces, con sus amigos de la escuela, traza un plan para lograr que Eva regrese y empezar una nueva vida en una Rumanía libre.

    El coguionista y director Catalin Mitulescu bucea en sus propios recuerdos nostálgicos al acometer el film, pues él tenía la edad de Eva cuando cayó Ceaucescu. Tiene el mérito de combinar verismo con añoranza muy sentida, de modo que conviven los tonos grises que se suelen asociar a esa época con cierto colorido, que habla de una juventud abierta a la esperanza y al cambio. 

    Donde le falta hondura es en el acometimiento del primer amor y el despertar sexual, donde todo resulta algo primario, y se echa en falta un mayor pudor y sensibilidad. También tiene dificultades en casar los puntos de vista de los dos hermanos, se pasa sin suavidad de uno a otro, lo que hace abrupta la narración. 

    El cineasta se apoya bien en la música de Alexander Balanescu, muy folclórica, y que subraya bien ciertos pasajes como el de la fiesta, u otros más surrealistas, cuando los acontecimientos se precipitan. (Decine21 / Almudí)