Contenidos: Imágenes (varias S, X)
Dirección: Papick Lozano. País: España. Año: 2012. Duración: 112 min. Género: Drama. Interpretación: Fernando Cayo (Alberto), Ana Fernández (Regina), Jaroslaw Bielski (Piotr), Gabriel Ángel Delgado (León), Alexandra Jiménez (Elena), José Antonio Gallego (Arturo), Muille Jarju (Juan), Jesús Cabrero (Ricardo), Paloma Cela. Guion: Papick Lozano; basado en la novela de Pedro Ugarte. Producción: Alejandro Vázquez y Pedro Martín. Música: Pedro Navarrete. Fotografía: Federico Ribes. Montaje: Luis Villar. Vestuario: María José Iglesias. Distribuidora: Premium Cine. Estreno en España: 24 Enero 2014.
Reseña:
Alberto (Fernando Cayo) —ejecutivo publicitario con su padre en coma profundo— y Regina (Ana Fernández) —una pintora de carácter muy posesivo— son un matrimonio de mediana edad que vive felizmente en Madrid con su cariñoso hijo León (Gabriel Ángel Delgado), de unos siete años. Un día, el chaval se ve atrapado en el incendio de una casa, Alberto no se atreve a entrar y, finalmente, lo rescata Piotr (Jaroslaw Bielski), un inmigrante ilegal ruso, cuyo rostro queda desfigurado. Atormentado por la vergüenza y la culpabilidad, Alberto se ofrece a ayudar a Piotr, que poco a poco va ocupando el lugar de Alberto en el corazón de su esposa y su hijo.
Con esta adaptación de la novela del bilbaíno Pedro Ugarte debuta como guionista y directora de largometrajes la prestigiosa decoradora y estilista zaragozana Papick Lozano (Maria Luisa Lozano), autora hasta ahora del corto “A Mario…”. Según ella, su película “es un viaje interior donde sueños, sentimiento y dolor llevarán a nuestros personajes al vacío más profundo, a la desesperación. Hay que pensar que la decisión que tomamos en un solo instante, puede cambiar el rumbo de toda una vida”. Ciertamente, su introspectiva puesta en escena —un tanto televisiva— y su sólida dirección de actores logran sumergir al espectador en el peliagudo drama de Alberto y Regina, que descubren la fragilidad de su propia relación y de su concepto de paternidad y maternidad, seguramente asentado más en su propia satisfacción que en la de su hijo.
Sin embargo, la película flaquea al dilatar y reiterar excesivamente las situaciones y, sobre todo, al extremar su tono melodramático hasta límites casi grotescos, especialmente en la evolución del personaje de Alberto, cuyos conflictos laborales y sexuales resultan, además, artificiosos y tópicos. Fallida película, por tanto, a pesar de que goza de elementos atractivos y afronta temas de interés. J. J. M.